Espectacular playa en Forte dei Marmi, en la Toscana.
El último acto de amor de Giorgio Armani: la compra del templo de «la dolce vita» que cambió su vida
El fallecimiento del modista resalta el valor de su reciente adquisición en Forte dei Marmi: La Capannina di Franceschi, el restaurante-club más antiguo de Europa en activo
El gran modisto italiano se ha despedido del mundo con un acto de amor. Y no un amor ligado a la moda, sino a un lugar icónico que marcó su biografía personal y profesional. Hace apenas una semana trascendió que el empresario había adquirido La Capannina di Franceschi, el club más legendario de Forte dei Marmi, símbolo absoluto de la dolce vita veraniega. Para él no era un negocio: fue allí donde conoció a Sergio Galeotti, el hombre que fue su compañero sentimental y también su socio, con quien levantaría el imperio Armani. Esa adquisición, leída en Italia como un gesto íntimo, se interpreta hoy especialmente como la manera de cerrar el círculo, quedarse con el escenario donde todo comenzó.
En el siglo XX Forte dei Marmi se convirtió en uno de los destinos más exclusivos del verano italiano
Para comprender lo que significaba ese gesto hay que entender qué es Forte dei Marmi. El nombre procede del fuerte que Cosme I de Médici mandó levantar en el siglo XVI para proteger el embarque del mármol de Carrara, de ahí «dei marmi», pero en el siglo XX se convirtió en uno de los destinos más exclusivos del verano italiano.
Glamur y naturalidad
A diferencia de Capri o Portofino, destinos mucho más internacionales, Forte dei Marmi se conserva principalmente para los italianos, familias romanas y toscanas que huyen del ferragosto. Sus largas playas de arena, alineadas de sombrillas blancas y cabañas de madera, ofrecían una elegancia discreta, casi familiar. Allí veraneaban los Agnelli, símbolo de la gran burguesía industrial, junto con aristócratas, escritores, cineastas y músicos. En los años 60, el destino fue el corazón de un estilo de vida que mezclaba glamur y naturalidad, bicicletas en lugar de coches de lujo, pinos marítimos en lugar de ostentación. Un mito doméstico, profundamente arraigado en el imaginario de la dolce vita.
El gran salón del verano toscano
Exterior de La Capannina di Franceschi.
La Capannina nació en 1929 como un cobertizo de playa que pronto se transformó en restaurante con piano-bar y pista de baile, y tras el incendio de 1939 fue reconstruida para reinar durante décadas como el gran salón del verano toscano. Por su escenario pasaron Édith Piaf y Ray Charles, por sus noches triunfaron Gloria Gaynor y Patty Pravo, y su eco llegó al cine con Sapore di mare, la película que inmortalizó el rito estival de Versilia. Fue el lugar donde se mezclaban generaciones y estamentos, un termómetro cultural de Italia entre canciones, cócteles y el rumor del Tirreno. El lugar donde se conocieron Armani y Geleotti.
Con el cambio de hábitos de ocio y la irrupción de nuevos formatos nocturnos, la Capannina entró después en una etapa más irregular. Siguió abierta, pero alternó temporadas brillantes con otras más tibias, incluso abiertamente decadentes, viviendo a veces de la nostalgia de su leyenda. Precisamente por eso la compra de Armani se interpretó como un gesto de rescate, para devolverle nueva vida a un icono que también era parte de su memoria.
La operación, estimada en torno a los 12 millones de euros, no se entendió como una jugada financiera sino como un acto sentimental. Armani no buscaba rentabilidad a corto plazo, sino recuperar el lugar donde conoció a Galeotti y asegurar que siguiera siendo lo que fue: un símbolo luminoso de la Italia estival. Un último gesto de amor hacia su propia historia y hacia un país que él supo vestir y representar como muy pocos.
Hoteles con sello Armani
Habitación del Armani Hotel Dubai.
No era, sin embargo, la primera incursión de Armani en la hospitalidad. En 2010 inauguró el Armani Hotel Dubai, dentro del Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo, emblema de la ciudad. Allí trasladó su estética sobria, en blancos, crudos y negros, a un hotel de lujo con restaurantes, spa y residencias. Al año siguiente abrió el Armani Hotel Milano en un palacio de Via Manzoni, en el corazón de su ciudad, y extendió después su universo con cafés, clubes y una línea gourmet, configurando un verdadero mundo Armani más allá de las pasarelas, con un talento visionario que luego han seguido marcas como Bulgari o Luis Vuitton.