Puerto de Naupacto, en Grecia, la antigua Lepanto.

Puerto de Naupacto, en Grecia, la antigua Lepanto.Getty Images/Constantinos Iliopoulos

Ruta circular por Lepanto para conmemorar el aniversario de la gran batalla

La costa griega de lo que entonces llamaban Golfo de Lepanto es hoy pura paz y armonía en un mar idílico, mitológico y reconfortante

El 7 de octubre de 1571 se libró la Batalla de Lepanto, enfrentamiento naval decisivo de la Liga Santa, que, bajo el mando de Don Juan de Austria, marcó un límite al avance del poderoso Imperio Otomano hacia el Mediterráneo occidental. Cuatro siglos después, sin naves ni arcabuces, la costa de lo que entonces llamaban Golfo de Lepanto es pura paz y armonía en un mar idílico, mitológico y reconfortante: un enclave que, ya en la Antigüedad, fue elegido por los dioses como ombligo del mundo.

Uno de los combatientes más ilustres, además de Don Juan de Austria, fue un joven Miguel de Cervantes, para quien aquella batalla supuso la mayor gloria de su vida

La Liga Santa fue una coalición de fuerzas cristianas lideradas por España para hacer frente al avance de Alí Pachá, gran almirante de la armada otomana. A finales del siglo XVI habían conquistado Chipre y establecido una base naval en la ciudad griega de Naupacto. Aquel avance abrió los ojos a la cristiandad, que unida atacó las naves de Alí Pachá, muerto en combate. Uno de los combatientes más ilustres, además de Don Juan de Austria, fue un joven Miguel de Cervantes, para quien aquella batalla supuso la mayor gloria de su vida, a pesar de costarle la movilidad de su mano izquierda.

Homenaje a Cervantes

Estatua dedicada a Cervantes en Naupacto (Grecia), la antigua Lepanto.

Estatua dedicada a Cervantes en la antigua Lepanto.Getty Images/Ken Wiedemann

Lepanto era como españoles, venecianos e italianos denominaban a la ciudad de Naupacto, en el Golfo de Corinto. Se encuentra en la orilla norte del golfo y, desde la Antigüedad, fue enclave estratégico. Hoy es un lugar tranquilo, alejado del turismo masivo y con encanto mediterráneo. Conserva parte de las murallas y desde lo alto su castillo veneciano custodia el puerto fortificado, ofreciendo bonitas vistas panorámicas sobre el mar. En la plaza del puerto, una estatua dedicada a Cervantes recuerda al soldado que acabaría siendo escritor universal. Sus callejuelas están plagadas de tiendas, restaurantes y terrazas para disfrutar y saborear con calma una parte importante de la historia del Mediterráneo.

Pueblos con encanto

El encantador pueblo marinero de Galaxidi.

El encantador pueblo marinero de Galaxidi.Getty Images/iStockphoto

La batalla de Lepanto fue fundamental para la cristiandad, pero siglos antes la mitología griega ubicó en Delfos el ombligo del mundo. La excursión hasta el Templo de Apolo transcurre por una increíble carretera entre costa, olivos y montañas, una de las rutas más impresionantes del golfo, con parada en el encantador pueblo marinero de Galaxidi. Hasta el siglo XIX fue un puerto de gran importancia, de ahí que sus edificios neoclásicos resulten hoy tan románticos como impactantes, en contraste con el pequeño puerto natural y las calles empedradas de la ciudad. Es ideal para almorzar en alguna de las tabernas del puerto y perderse por sus callejuelas.

La excursión hasta el Templo de Apolo transcurre por una increíble carretera entre costa, olivos y montañas

La ruta continúa hasta Cirra, antiguo puerto al que llegaban los peregrinos de Delfos. Un pequeño pueblo costero, auténtico, tranquilo y con mucho encanto, perfecto para disfrutar del ambiente familiar y la gastronomía local. Un día perfecto terminaría aquí, disfrutando desde el valle de la suave luz que riega el Golfo de Corinto al caer el sol, para hacer noche y llegar al templo con los primeros rayos del amanecer, ya que el santuario está orientado al este. El dorado impacta en las columnas, en el valle y en los olivos, mientras los pocos madrugadores disfrutan del ombligo del mundo, y quién sabe si la pitonisa verá en su oráculo alguna profecía para el visitante.

El centro del mundo

Ruinas del Templo de Apolo en el santuario de Delfos.

Ruinas del Templo de Apolo en el santuario de Delfos.Getty Images

Fue en los acantilados del monte Parnaso donde, en el siglo IV a. C., se levantó el santuario del hijo de Zeus. Las ruinas del templo aún emanan el poder espiritual de Delfos, desde que las dos águilas de Zeus decidieran que aquí se ubicara el centro del mundo y su hijo lo tomara para sí. En el museo se custodian el Auriga de bronce y restos del friso de lo que fuera el centro religioso y político más importante del mundo antiguo, desde donde Apolo se comunicaba, a través de los oráculos de la pitonisa, para guiar a los reyes de Grecia.

Vista del pueblo de Arachova.

Vista del pueblo de Arachova.Getty Images

El Templo de Apolo en Delfos es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, sin duda, uno de los lugares más míticos de Grecia. Apenas 12 kilómetros separan Delfos de Arachova, un pequeño pueblo de montaña, a casi mil metros de altitud, donde se practica esquí en invierno y se disfrutan las panorámicas que el monte Parnaso ofrece todo el año. La subida entre curvas, acantilados, pinos y el siempre presente mar de olivos es impactante.

El pueblo de Arachova, famoso por sus mantas, es el compendio perfecto de tradición montañesa y elegancia griega

Este escarpado pueblo alpino, con casas descolgadas por la ladera, es el compendio perfecto de tradición montañesa y elegancia griega. Famoso por sus mantas y tejidos de lana, es también un enclave de tradición con rincones muy fotogénicos: desde sus zigzagueantes callejuelas empedradas hasta los arcos de su fotogénica esquina, pasando por la Torre del Reloj, la Plaza de Lakka y la Iglesia de la Asunción.

Por el Canal de Corinto

Carla Royo-Villanova cruzando el canal de Corinto.

Carla Royo-Villanova cruzando el canal de Corinto.Carla Royo-Villanova

La ruta lepantina nos lleva hasta el Canal de Corinto, la gran obra de ingeniería que unió el mar Egeo con el Jónico en el siglo XIX. Otro trayecto espectacular, por su variada y caprichosa belleza, de bajada hasta el nivel del mar. Las paredes del istmo de Corinto fueron serradas para unir los dos mares y facilitar el comercio hacia Atenas. Hoy en día ya no caben los grandes buques, pero cruzarlo en yates y pequeñas embarcaciones destinadas a ello es toda una experiencia.

La ruta «lepantina» nos lleva hasta el Canal de Corinto, la gran obra de ingeniería que unió el mar Egeo con el Jónico en el siglo XIX

El Golfo de Corinto es una joya singular en el corazón marino de Grecia, un destino peculiar donde el mar entra en sintonía con la memoria del pasado y un presente sazonado con manjares sabrosos y con la franca y generosa acogida de sus habitantes. El Acrocorinto fue uno de los grandes complejos defensivos de la Antigüedad. Romanos, bizantinos, venecianos y otomanos lo fueron ampliando, de ahí la gran mezcla arquitectónica de sus restos. Desde lo alto de la colina las vistas son memorables, dominando el golfo, las montañas del Peloponeso y el Canal de Corinto. Las murallas se adaptan a la sinuosidad del terreno y aún se dejan ver tres recintos, restos de templos, iglesias bizantinas y varias puertas. A sus pies, impertérrita, se conserva la ciudad baja de la Antigua Corinto y su Templo de Apolo, uno de los dóricos mejor conservados, aunque solo quedan siete de sus 38 impresionantes columnas.

La ciudad de San Andrés

Catedral de San Andrés en Patrás.

Catedral de San Andrés en Patrás.Carla Royo-Villanova

Termina esta ruta por el Golfo de Lepanto recorriendo su costa sur hasta Patrás, la tercera ciudad en tamaño e importancia de Grecia. Situada en el norte del Peloponeso, es conocida por ser la ciudad del Apóstol San Andrés. Según la tradición cristiana, San Andrés fue aquí condenado a morir en la cruz, como su Maestro. Sin embargo, el Apóstol pidió que su cruz no fuera igual que la de Jesús, y que lo crucificaran en aspa.

Castillo de Patrás.

Castillo de Patrás.Carla Royo-Villanova

De ahí la importancia de la Cruz de San Andrés, que luego sería el gran emblema de la Armada. En su Basílica se le recuerda con fervor, y bajo su imponente cúpula se custodian veneradas reliquias que atraen a peregrinos de todo el mundo. Su casco urbano es muy animado y las vistas desde su castillo bizantino son otro memorable para finalizar la travesía.

El espectacular puente de Río-Antirio.

El espectacular puente de Río-Antirio.Carla Royo-Villanova

Esta ruta circular, lepantina y no promocionada por agencias de viajes, termina donde empezó: en el corazón de la batalla, al que se llega atravesando uno de los puentes colgantes más grandes del mundo, el Río-Antírio. Naupacto, solemne e histórico, permanece como ejemplo de que el Golfo de Lepanto no se recorre: se recuerda.

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