Rishi Sunak, con la diseñadora, empresaria e inversora Akshata Murty, con quien se casó en 2009
Gente
Quién es Akshata Murty, la millonaria mujer de Rishi Sunak y primera dama de Reino Unido
De origen humilde, pero con una gran fortuna, se la ha acusado de no pagar impuestos en el país en el que reside
La carrera de Rishi Sunak hasta Westminster ha sido corta, pero efectiva. El exministro de Finanzas se convertía en el líder del Partido Conservador tras la debacle política de Liz Truss y su gobierno de 45 días. El magnetismo que despierta Sunak marca un hito revolucionario: será el primer ministro de una minoría étnica, el más joven desde el siglo XVIII con tan solo 42 años y más rico que el propio Carlos III. Su fortuna asciende a 850 millones de euros, el doble aproximado de lo que ostentan el nuevo monarca y su mujer.
Sunak cambia su mansión de Northallerton por las llaves del 10 de Downing Street, donde no se instala en soledad, sino acompañado de sus dos hijas y su mujer, con quien se casó en 2009 en una ceremonia en Bangalore a la que acudieron 1.000 personas y a pesar de que el tradicional sistema de castas se lo impedía. De origen indio, Akshata Narayan Murty es una multimillonaria heredera e inversora cuya fortuna superaba también a la de Isabel II. A pesar de la inmensa riqueza que actualmente posee, tuvo un origen de lo más humilde.
Nació en la India en 1980, aunque sus padres la enviaron a vivir con sus abuelos mientras ellos prosperaban económicamente en Mumbai. Mientras su padre fundó Infosys, una compañía de servicios de telecomunicaciones convertida ahora en foco principal de su patrimonio, su madre fue la primera mujer científica, matemática e ingeniera en trabajar para la compañía automovilística Tata motors.
Akshata Murty, junto al político Michael Gove y su madre Usha Sunak, durante las últimas elecciones británicas
A pesar de la distancia, se involucraron en la educación de sus hijos. En más de una ocasión, Murty ha señalado que en su casa no había televisión, «solo tiempo para estudiar, leer, debatir y reunirnos con nuestros amigos». Eso fue, reconoce, lo que hizo que consiguiera estudiar Administración de Empresas en la Universidad de Stanford, donde conoció a su marido. Antes ya se había especializado en Económicas en la Universidad de Claremont y en moda en el Fashion Institute of Design de Los Ángeles.
Murty trabajó en Deloitte y Unilever y, aunque fundó su propia marca de ropa, la cerró en 2012. Un año después, se convirtió en directora del fondo de capital de riesgo Catamaran Ventures. Desde entonces, se dedica a gestionar su patrimonio. Posee participación directa en al menos seis empresas diferentes como la distinguida firma de moda para hombre New & Lingwood, un negocio de hostelería, la cadena de gimnasios Digme Fitness o una agencia de niñeras. Además, posee cuatro propiedades inmobiliarias: una casa en Kensington, una mansión en Yorkshire, un piso en Londres y un ático en Santa Mónica.
La pareja dando un paseo por Londres
Con todo, no han estado exentos de polémicas. Rishi Sunak fue sancionado por su participación en el caso del partygate, las conocidas fiestas ilegales que Boris Johnson realizó en plena pandemia y su mujer, acusada de no tener residencia fiscal en Reino Unido y, por lo tanto, de no pagar impuestos en el país en el que reside. Su condición de nacida india le habría permitido ahorrarse 20 millones de libras en impuestos al tributar fuera de su país. «Mi mujer nació en la India, se crio allí, y no sería razonable ni justo pedirle que corte los lazos con su país solo porque está casada conmigo», justificó Sunak.
Sin embargo, las críticas sobre la evasión fiscal también recayeron sobre él, sobre todo cuando The independent publicó que figuraba como beneficiario de paraísos fiscales en las Islas Vírgenes Británicas y las Islas Caimán. Murty trató de frenar las críticas asegurando a la BBC que, a partir de ahora, pagará impuestos sobre sus ganancias en Reino Unido, si bien recalcó que su situación fiscal hasta la fecha ha sido «completamente legal», aunque, como apuntan los contrincantes de su marido, éticamente cuestionable. «Lo hago porque quiero, no porque me obligue la normativa», explicó.
Comentarios
