José Coronado, en una imagen compartida en sus redes sociales
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La finca de Toledo en la que José Coronado ejerce de jardinero
Refugio rural de campos, caminos y pequeños pueblos donde el silencio es un lujo
«Aquí nací, en la Plaza de Chamberí; aquí crecí y viví épocas tan maravillosas», decía José Coronado el pasado mes de mayo cuando Isabel Díaz Ayuso le hizo entrega de una de las Grandes Cruces de la Orden del Dos de Mayo. «Algo bueno he tenido que hacer en otra vida para que se me premie tanto en esta», explicaba el artista antes de reconocer que Madrid «es el escenario donde he protagonizado mi película más importante, que es la película de mi vida».
El actor no ha cambiado su lugar de residencia en 68 años. Continúa viviendo en el barrio que le vio nacer, Chamberí, donde tan presente está ese Madrid castizo y señorial a medio camino entre lo burgués y lo bohemio. A día de hoy es una de las zonas más caras de la ciudad para vivir –el coste medio del metro cuadrado ronda los 8.000 €–, pero eso no le impide vivir con cierta holgura y permitirse también una segunda residencia cerca de la capital, a una distancia ideal para viajar los fines de semanas o en temporadas estivales.
La finca de José Coronado se encuentra en el entorno toledano que limita con la Comunidad de Madrid, una zona de campos, caminos rurales y pequeños pueblos donde el silencio es un lujo cotidiano. Allí el actor pasa largas temporadas rodeado de árboles que él mismo ha plantado a lo largo de los años. Entre ellos, uno tiene un valor especial: un magnolio que cuida desde hace casi dos décadas y que, según suele decir, «ha crecido con él».
El terreno está poblado de chopos, eucaliptos, sauces y frutales, con una pequeña vivienda principal y varias zonas de descanso al aire libre. Coronado dedica parte de su tiempo libre a la jardinería, la lectura y a disfrutar del sonido de los pájaros. Este rincón en Toledo representa para él mucho más que una casa de campo: es el símbolo de una vida más pausada, una forma de desconectar del ajetreo profesional y reencontrarse con lo esencial. Él mismo ha reconocido en alguna ocasión que en ella se «recarga para luego pelear en el asfalto».
José Coronado, en una imagen de archivo
A pocos kilómetros de la finca de su padre, Nicolás Coronado también ha elegido la provincia de Toledo para vivir. En su caso, en Casarrubios del Monte, en una vivienda más rústica y creativa, rodeada de animales y naturaleza. Allí convive con sus perros y cabras, cultiva su propio huerto y dedica muchas horas a la pintura, la escultura y la meditación.
El hijo del actor, que lleva años apostando por un estilo de vida sostenible y alejado de los focos, ha convertido su hogar en un pequeño santuario personal. La cercanía entre ambas fincas permite que padre e hijo se vean con frecuencia, compartan comidas, paseos o simplemente el placer de desconectar en la misma tierra.
La coincidencia geográfica no es casualidad: tanto José como Nicolás han encontrado en el campo una forma de equilibrio. El actor, tras superar un infarto hace algunos años, decidió priorizar su salud y la tranquilidad. Su hijo, en cambio, lo ha hecho desde una búsqueda artística y espiritual. Pero en el fondo, los dos comparten la misma filosofía: vivir con menos ruido y más raíces.