Fundado en 1910

Felipe González en Israel con el primer ministro israelí, Isaac Shamir, en 1991Archivo Fundación Felipe González

Cuando la izquierda era projudía y la derecha proárabe: el giro político español sobre Israel y Palestina

La España de Franco nunca reconoció al Estado de Israel. Fue el Gobierno socialista de Felipe González quien lo hizo, el 17 de enero de 1986. No obstante, ya en 1979 se presentó oficialmente la Asociación de Amistad España-Israel, con Ricardo de la Cierva

Ahora nos sorprende la radicalidad izquierdista en la defensa de las posturas palestinas, mientras que el centro-derecha y la derecha forman bloque en la defensa del Estado de Israel. Sin embargo, no siempre fue así, lo que demuestra la capacidad de cambio de las ideologías políticas a la hora de asumir nuevos símbolos.

En el pasado, los kibutz surgieron como granjas colectivas de orientación marxista, en las que se unían el socialismo y el sionismo. El primer kibutz fue fundado en Palestina en 1910 y la URSS apoyó la experiencia. El mito del kibutz atrajo a los supervivientes del Holocausto y se convirtió en el modelo social de los socialistas israelíes hasta 1977, cuando el Likud ganó las elecciones por primera vez. Hoy en día quedan unos 270 kibutzim, que reúnen al 2,8  % de la población de Israel.

La España de Franco nunca reconoció al Estado de Israel. Fue el Gobierno socialista de Felipe González quien lo hizo, el 17 de enero de 1986. No obstante, ya en 1979 se presentó oficialmente la Asociación de Amistad España-Israel, con Ricardo de la Cierva, diputado de UCD, y Enrique Múgica, diputado del PSOE.

Sin embargo, el Estado de Israel obtuvo su independencia mediante actividades violentas de grupos como la Haganá (sionismo socialista), el Irgún y el grupo Stern (sionismo de derechas), que derramaron sangre inocente. Entre las víctimas se encontraron el sacerdote español Luis Orio Moreno y el cónsul adjunto Manuel de Allendesalazar. El nacimiento de Israel a través de la violencia fue un modelo a seguir para ETA, el IRA y también para los palestinos de la OLP.

Mientras tanto, la España aislada internacionalmente designó en 1947 a Juan Manuel de Arístegui como ministro plenipotenciario ante el rey de Transjordania en Jerusalén. España realizó una intensa propaganda sobre la tradicional amistad hispano-árabe frente a la masonería y el comunismo.

Durante la Guerra Civil, los nacionales desarrollaron una intensa colaboración con regulares y mehalas jalifianas. La tradicional amistad española con los pueblos árabes se consolidó en 1949, cuando el monarca jordano Abdalá visitó España a través de La Coruña. Desde entonces, centenares de estudiantes jordanos y palestinos estudiaron en España, principalmente Medicina. Después se firmaron tratados similares con el resto de los países árabes, como con la Universidad Saint Joseph de Beirut, regida por la Compañía de Jesús.

En 1954 se creó el Instituto Hispano-Árabe de Cultura, dirigido por el eminente arabista Emilio García Gómez —embajador posteriormente en varios países árabes y discípulo del también arabista P. Miguel Asín Palacios, procurador en las Cortes—.

Sin embargo, fue el joven ingeniero naval Gregorio López Bravo quien, como ministro de Asuntos Exteriores entre 1969 y 1973, reconoció la causa palestina y respaldó al líder de la OLP, Yaser Arafat. Incluso la Liga Árabe abrió una oficina informativa en Madrid. Como máximo valedor de la política exterior española ante el mundo árabe, se estrecharon relaciones con la República Árabe de Egipto del coronel Gamal Abdel Nasser. López Bravo viajó en enero de 1970 a Egipto, donde se firmó un Acuerdo de Cooperación Científica y Técnica. A cambio, el rais egipcio desactivó la política impulsada por la OUA —iniciada por la Argelia del FLN— que reivindicaba la «descolonización» de Canarias.

En 1972, del 17 al 22 de junio, López Bravo efectuó una gira por Líbano, Siria, Irak y Jordania, estrechando lazos de amistad, renovando acuerdos de intercambio de estudiantes y apoyando las reivindicaciones árabes frente a Israel. Durante su viaje, el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia visitó España para cerrar un importante crédito económico.

La reactivación de la amistad con los países árabes proporcionó suculentos acuerdos económicos a las empresas petroleras españolas y valiosos apoyos diplomáticos en la reivindicación de Gibraltar. En Irak, por ejemplo, el presidente Ahmad Hassan al-Bakr, máximo líder del partido Baaz, mantenía admiración por España por su apoyo a la causa árabe.

Los embajadores españoles eran apreciados por su profesionalidad, pero sobre todo porque la buena imagen de España en el mundo árabe se debía a su no reconocimiento del Estado de Israel. Además, su posición como aliado de Estados Unidos hacía de España un interlocutor necesario para transmitir a Washington una visión diferente a la israelí sobre la situación en Oriente Próximo.

En 1973 estalló la guerra del Yom Kipur y España vio en peligro el suministro de petróleo. El ministro Laureano López Rodó envió una delegación a Irak, Kuwait y Arabia Saudí apelando a la histórica amistad hispano-árabe, lo que permitió evitar las restricciones que padecieron otros países occidentales. A este trato preferente se sumaron posteriormente Argelia y Libia, países que ya mantenían convenios comerciales con España, aunque Libia apoyaba al Frente Polisario Saharaui.

En diciembre de 1974 visitó España el entonces vicepresidente del Gobierno iraquí, Sadam Husein, quien recorrió Toledo, Granada y Córdoba, y garantizó el suministro de petróleo necesario.

A pesar de ello, también hubo fricciones con la primera potencia mundial, debido al accidente de Palomares. Desde entonces, se prohibieron los vuelos con armamento nuclear, químico, biológico o bacteriológico, y Estados Unidos no pudo utilizar las bases de Rota y Torrejón para abastecer al ejército israelí, al no contar con el acuerdo previo del Gobierno del almirante Carrero Blanco. Las bases, según los tratados firmados, solo podían usarse en caso de ataque de la URSS y no para otros fines de la política internacional estadounidense.

El cambio de postura se produjo cuando el Frente Popular para la Liberación de Palestina comenzó a formar en técnicas de guerra subversiva a miembros de grupos terroristas europeos, como ETA. Aunque unos años antes ETA había solicitado ayuda al Irgún para seguir sus pasos —cuando aún recibía orientación del PNV—, la formación jeltzale siempre mantuvo estrechas relaciones con Israel. Pero esa es otra historia.