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15 de mayo de 2024

Futbolistas famosos y actores incendiarios, los ídolos de la juventud francesa que arrasa las calles

Ven en estos millonarios adláteres de la ideología izquierdista una hermandad falsamente ejemplarizante que traducen en reclamos constantes a inflamar la sociedad en la que viven

Actualizada 04:30

Elenco de futbolistas y artistas que agitaron las calles de Francia

Elenco de futbolistas y artistas franceses que agitaron las calles de FranciaPaula Andrade

Si nos preguntamos en dónde hallan sus referencias de ejemplaridad imitativa e inspiradora la mayoría de los jóvenes franceses debiéramos descartar de inmediato, como antaño, a escritores, filósofos, y mucho menos a educadores. Con las redes sociales, las series televisivas y el fútbol, el mundo ha cambiado sin duda alguna, y desde luego no para mejor.
Algo relativo a lo que acabo de exponer se pudo constatar tras la muerte de Nahel, el joven delincuente de origen argelino, de 17 años, disparado por un policía. Mucho se ha escrito sobre el tema, sobre todo tras ocho días de violencia, nivel guerrilla urbana, inédita en toda Francia. Sin embargo, pocos se atreven a profundizar en las expresiones que presuntamente instigaron desde el inicio el excesivo nivel de odio que se extendió por todo el país.

Instigadores y espontáneos célebres

Además de los líderes comunistas más conocidos, como Jean-Luc Mélénchon, y el resto de la NUPES (Nueva Unión Ecológica y Social), y los ecológicos de extremo «verdor» como Aymeric Caron, no hay que descartar los mensajes de ciertas personalidades que constituyen referencias relevantes entre los jóvenes de 14 y 18 años. Citaré al futbolista Kylian Mbappé, al actor Omar Sy, y más añejos, al futbolista Lilian Thuram, y al cineasta, realizador de la película La Haine (El Odio, 1995), con gran éxito en Francia en el año de su estreno, Mathiew Kassovitz.
Algunas personas, pese a ser criticadas e insultadas, decidieron opinar acerca de la indigencia mental o atrevimiento de los nombrados, y citados con frecuencia como ejemplos de la sociedad, dentro del deporte y el arte, convertidos ahora en arengadores de las revueltas, a través de las redes sociales.

Este angelito [Nahel] que se fue demasiado prontoKylian Mbappé

El 28 de junio, el periódico Le Parisien informaba: «Kylian Mbappé reaccionó en Twitter este miércoles a la muerte del joven Nahel, un adolescente de 17 años, asesinado en la mañana del martes durante un control de tráfico en Nanterre (Altos del Sena). «Lástima de mi Francia», escribió, agregando emojis de corazón azul, blanco y rojo, algunos agrietados. «Una situación inaceptable. Todos mis pensamientos están con la familia y los seres queridos de Nahel, este angelito que se fue demasiado pronto».
El periódico se pliega a llamar «asesinato», y por mi parte, bueh, no sabía que Francia es la propiedad de un futbolista, aunque viendo lo que ganan, cualquier cosa a estas alturas sería posible. Aquí el tuit, seguido de respuestas donde se ponen ejemplos por un tubo y siete llaves de asesinados sobre los que Mbappé no se pronunció:
Al tuit de Mbappé se sumaron otros, algunos mediante vídeos: Jules Koundé, Aurélien Tchouaméni y, cómo no, Liliam Thuram, quien hasta hace pocos años fue lateral derecho de los campeones del mundo. Desde 1998 encarna, por sí solo, la conciencia del fútbol francés. «Los futbolistas están hechos para jugar al fútbol», reaccionó el político y alto funcionario Philippe De Villiers, cuando Thuram decidió invitar a inmigrantes indocumentados de la antigua okupación de la iglesia de Cachan a un partido de clasificación Francia-Italia para la Eurocopa 2008.

Koundé particularmente se quejó de que la gente protestara porque los futbolistas tomaran posiciones políticas

Dicen que el eslogan del exdiputado fue aplicado al pie de la letra por jugadores cautelosos, cuidadosos de proteger su imagen y, por tanto, su carrera. Koundé particularmente se quejó de que la gente protestara porque los futbolistas tomaran posiciones políticas.

Marcha atrás de Mbappé

En verdad los tuiteros se pusieron frenéticos ante lo que una enorme cantidad de franceses vio como arenga inadecuada en esos precisos momentos de tragedia. Mbappé tuvo que escribir otro tuit, probablemente ordenado por la clase política al mando, para corregir su falta y entonces llamar a la reflexión.
Por otra parte, el millonario actor Omar Sy, con una exitosa carrera en Francia y en Hollywood también debió de ser llamado al orden tras incitar a través de su primer tuit, dado que recién hizo un gesto en apariencia de rectificación, tuiteando algo sobre el bombero asesinado durante las revueltas, Dorian Damelincourt, aunque escribió mal su nombre, lo que muchos interpretaron como algo hecho a propósito. Otro le respondió con ironía, y no fue el único: «Omar Sy se había comprado una villa en Los Ángeles por 3,5 millones de dólares. Pese a eso sigue siendo simple y se preocupa por la suerte de un bombero en Francia. Qué bonito».
El vídeo que el realizador Mathiew Kassovitz posteó en las redes, haciendo gala de su lágrima fácil al dar su diligente opinión, mientras comentaba sobre la significación y actualidad de su película estrenada hace treinta años, constituye una obviedad de sentimentalismo totalmente desprovisto de ideas, lo que sin duda alguna promueve más la ira antes que la reflexión y la calma, lo que sobreviene solamente cuando se trata de jóvenes delincuentes inmigrantes.

Kassovitz ve el problema en el policía, y no en la delincuencia

Kassovitz ve el problema en el policía, y no en la delincuencia: la delincuencia para él es un fond de commerce cinematográfico, lo que para mí significa una terrible y vergonzosa perversidad. El policía, por supuesto, fue detenido y juzgado, aunque ya había sido condenado de antemano por este tipo de parásito infumable.
La juventud francesa, muchas veces renuente a formar parte del seno de familias de inmigrantes donde nacieron, ha encontrado en estos millonarios adláteres de la ideología izquierdista una hermandad falsamente ejemplarizante que ellos traducen en reclamos constantes a inflamar la sociedad en la que viven, más pendientes de la fama colectiva que del éxito profesional edificado con esfuerzo individual.
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