Las raíces y lo decoroso de España

Año 1933. En España se vive el segundo aniversario de la República. Un intelectual, uno entre tantos intelectuales que propiciaron y festejaron la llegada de la experiencia democrática, Gregorio Marañón, escribe, y le publican, un libro de ensayos titulado «Raíz y Decoro de España», cuyo contenido, por entonces, era de resaltar, muy positivamente, los avances de esa República. Su gran amigo, Ortega y Gasset, ya había expresado, poco antes, su malestar con la agónica frase «no es esto, no es esto». Marañón, posiblemente más iluso que el filósofo, creía que España había logrado un gran avance, en términos democráticos y morales. Craso error, que reconocería años después, desde su exilio, durante el primer año de la Guerra Civil .

Retomando el título de la obra del doctor Marañón, me pregunto si en la España de finales del 2024, no nos encontramos en un dilema de la falta de raíces y moral pública. Triste cuestionamiento, pero cruda realidad, si analizamos la crisis existencial de una patria venida a menos. El extremismo y sectarismo, la corrupción sistémica que afecta no sólo a la gobernabilidad del país, sino a instituciones tan elementales como a la Fiscalía General del Estado, investigada por el Tribunal Supremo, y un largo etcétera de causas penales que afectan a personajes importantes de la vida pública, la persecución de la oposición y de los medios no afines al Poder, la falta de respeto a las reglas del Estado de Derecho, son síntomas de que nuestra democracia está seriamente amenazada por los mismos que tienen la obligación de protegerla. ¿Cómo estaremos dentro de un año? Esa es la pregunta que aterra de sólo pensarla. Ojalá me equivoque. Ojalá solo fueran insidias y bulos. Ya veremos.