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MI TORRE DE MARFILIgnacio Crespí de Valldaura

¡Ya en el libro del Génesis se hizo alusión a la Virgen María!

Es impresionante ver cómo no solo siglos, sino milenios más tarde, esta serie de acontecimientos se han ido cumpliendo con un tino estremecedor

En el libro del Génesis, cuya redacción se encuentra ubicada tanto en la proto historia del Antiguo Testamento (es decir, en un interludio previo, en un preámbulo histórico, véase en tiempos muy -pero que muy- remotos) como en el periodo patriarcal (entre los años 1850 y 1250 antes de Cristo), ya se podía vislumbrar el triunfo de Cristo y María sobre el demonio tentador (a quien le aplastarían la cabeza).

Con estas palabras, fue anunciado por Yahvé: «Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza mientras tú te abalances a su calcañal» (Génesis 3, l5).

A esto, es preciso agregar que, en el Génesis, María aparece íntimamente ligada a la promesa del Redentor inmediatamente después del pecado de nuestros progenitores, del mismo modo que Eva estaba íntimamente ligada con Adán a la hora de cometer ese pecado. He de reconocer que la riqueza de esta simbología me deja de piedra…

En síntesis, es impresionante ver cómo no solo siglos, sino milenios más tarde, esta serie de acontecimientos se han ido cumpliendo con un tino estremecedor ¡Y lo presentes que están en nuestros días! Pero no todo termina aquí.

Cabe añadir que podemos avizorar la figura de María en las personas bíblicas de Rut, Judit y Ester, así como en la Esposa de los cantares y en la Hija de Sion; además de en una amplia retahíla de libros sapienciales, que la Iglesia recibe en su liturgia mariana; así, también, aparece la figura del misterio de la Virgen Fecunda en la nube que el profeta Elías divisara desde el Monte Carmelo, y que se convirtió en abundante lluvia (l Re l8, 44), con grandes beneficios para la tierra de Israel esterilizada tras larga sequía.

Tampoco termina todo aquí. Ahora, podrás leer referencias más explícitas a Cristo y a María, anunciadas con ocho siglos de antelación a la venida de Jesús, tanto en palabras de los profetas Isaías como Miqueas.

El Profeta Isaías, ocho siglos antes de Cristo, aludió a María como una mujer virgen que sería la madre de Dios Hijo, Quién, a su vez, desataría un gigantesco clamor en Judea

El Profeta Isaías, nacido a finales del siglo VIII antes de Cristo (en el año 765 a.C.), ya adelantó la existencia de Jesucristo y de la Virgen María. A la sazón, anunció que Dios Hijo sería dado a luz por una mujer virgen. El capítulo 7, versículo 14 de su libro, reza así: «Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel».

«Emanuel» significa «Dios con nosotros» y este profeta alude a su Madre con el término «Almah», que quiere decir «doncella, joven, adolescente, virgen». Para más inri, Isaías, en el capítulo 9, versículo 5 de su libro, define a este Emanuel, hijo de la mujer virgen como «Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la Paz», que como «un hijo nos ha sido dado».

A esto, anexémosle que Isaías adelantó, con ocho siglos de antelación, que Dios Hijo dejaría a Judea estupefacta, lugar en el que se encuentra Belén, donde Él nació. El capítulo 8, versículo 8 de su libro dice lo siguiente: «Y pasará por Judá, inundará, crecerá, llegará hasta el cuello. Y sus alas desplegadas abarcarán toda la extensión de tu país, Emanuel».

Tampoco termina todo aquí, puesto que es preciso recordar que el Profeta Miqueas, contemporáneo de Isaías, precisó que Dios Hijo nacería en Belén.

Miqueas 5, 1-3 dice así:

1. Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial.

2. Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas.

3. Él se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra.