Borja Montero Sánchez del Corral

El mundo necesita cuidados paliativos

El Día Mundial de los Cuidados Paliativos pretende realzar esta realidad de la medicina a la vista de todos. Es una conmemoración en la que se recuerda algo, a la vez una ocasión de reivindicación y, sobre todo, de reflexión

El profesor Francesc Torralba, catedrático de Ética de la Universidad Ramon Llull, escribió un artículo titulado La relación entre el principio de dignidad y vulnerabilidad. En él aparece como una savia nueva. Comienza recordando que Peter Kemp, profesor emérito de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), subrayó ya en 1998 los términos dignidad y vulnerabilidad como dos de los principios esenciales donde se apoyaría –junto con los de integridad y autonomía– todo lo que se refiere a la práctica médica. Aquello fue un paso más allá de lo defendido por el principialismo norteamericano de los años 70.

Como dice, dignidad y vulnerabilidad «tienen voluntad de universalidad», es decir, son inherentes a cualquier persona, se predican de cualquiera sin importar su origen, su situación o sus circunstancias.

La reflexión del Día Mundial de los Cuidados Paliativos hoy es una llamada para considerar de nuevo algo muy viejo y, sin embargo, olvidado con facilidad en un mundo que tiende a maquillar las cosas porque, en definitiva, nos cuesta mirar de frente la realidad humana.

Nuestra conciencia de vulnerabilidad es esencial para enfocar la relación que tenemos con los demás, con la comunidad humana de la que formamos parte. Vulnus (herida en latín) es la raíz de la que proviene «vulnerabilidad», que significa la posibilidad de ser herido. Reconocer esto es admitir el riesgo de daño, de agresión, de la pérdida de una parte de ti o incluso de la desaparición del yo que soy en el mundo.

Esta condición nuestra es «mundial», como el día de hoy. No hay nadie invulnerable. En la apariencia de invulnerabilidad que puede mostrar, por ejemplo, alguien muy poderoso, se vislumbran connotaciones inhumanas. Pretender ser invulnerable es inhumano.

La vulnerabilidad –el sufrimiento o la posibilidad de sufrir– es lo que desencadena el sentimiento de compasión hacia el otro. ¿Hay algo más humano que la compasión?

En la Medicina Paliativa estamos muy cerca de la vulnerabilidad, del daño y de la muerte. En nuestro día a día vemos destacar hasta lo inconmensurable la humanidad de quienes tenemos frente a nosotros. Paradójicamente, la amenaza del yo y el dolor subrayan con enorme fuerza la identidad y la dignidad de cada uno.

Por eso el mundo necesita los cuidados paliativos. Mirar así a los demás –sin maquillaje, sin apariencias– es mirar más verdaderamente, más en la realidad; es reconocer al otro, es ver su dignidad inalienable y trabajar para su bien.

  • Borja Montero Sánchez del Corral es médico del equipo de Control de Síntomas y Medicina Paliativa de la Clínica Universidad de Navarra
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