Consejos para que las fiestas navideñas no se atraganten
Las razones de la depresión navideña y las pautas para evitarla, según el doctor García Campayo
Aunque la Navidad suele asociarse con celebración, alegría y encuentros familiares, para un número significativo de personas este periodo del año resulta especialmente difícil. El doctor Javier García Campayo, psiquiatra, explica las razones de lo que se conoce como blues navideño o depresión blanca y ofrece claves para prevenir su impacto emocional.
En las últimas décadas, el sentido religioso y comunitario de la Navidad convive con una sociedad marcada por el consumo. Este periodo se ha convertido en uno de los momentos de mayor gasto del año, una presión que, sumada al deterioro de las relaciones interpersonales y al aumento de la soledad, genera rechazo y malestar en parte de la población. A ello se añade la sobreexposición a las redes sociales, donde la felicidad se exhibe como un producto más, intensificando la sensación de no encajar.
Como consecuencia, muchas personas experimentan durante estas fechas un estado de ánimo bajo, acompañado de síntomas como tristeza, ansiedad, insomnio o irritabilidad. Aunque no se considera un trastorno psiquiátrico reconocido en los manuales diagnósticos, sí se habla de un síndrome que aparece de forma recurrente en Navidad.
Causas biológicas y sociales
Según el Dr. García Campayo, la depresión blanca responde a una combinación de factores. Entre las causas biológicas destaca la disminución de la luz solar en invierno, especialmente en países del norte, lo que afecta a la producción de neurotransmisores como la serotonina y aumenta el riesgo de depresión.
A nivel social, la expectativa colectiva de felicidad navideña puede resultar contraproducente. Cuando una persona no se siente acorde a ese ideal, puede experimentar una sensación de desajuste interno y rechazo externo. También influyen factores psicológicos, como el estrés derivado de las reuniones familiares y la autoexigencia de quienes buscan una Navidad «perfecta» mientras compaginan trabajo, cuidados y organización.
Las relaciones interpersonales complejas, los reencuentros con familiares con los que existen conflictos, la soledad de quienes carecen de una red de apoyo, el duelo por la pérdida de seres queridos o el balance vital de fin de año con resultados insatisfactorios son otros elementos que contribuyen al malestar. En algunos casos, estas circunstancias se ven agravadas por trastornos psicológicos previos.
Claves para evitar el 'blues navideño'
Las celebraciones navideñas pueden ser un momento de alegría compartida, pero también una etapa de especial vulnerabilidad emocional. Para muchas personas, estas fechas suponen una fuente añadida de estrés, ansiedad, presión social e incluso tristeza o soledad. Por ello, es fundamental adoptar medidas de prevención y autocuidado que ayuden a preservar el equilibrio psicológico. A continuación, se recogen cinco recomendaciones clave para afrontar las fiestas de forma consciente y saludable:
1. Priorizar el autocuidado físico y emocional
Mantener la continuidad en los tratamientos médicos prescritos y conservar los hábitos beneficiosos adquiridos durante el año es esencial. Aunque las fiestas introduzcan cambios en el ritmo cotidiano, conviene mantener una alimentación equilibrada en los días no festivos y evitar el consumo de alcohol y otras sustancias que puedan afectar a nuestro bienestar.
En paralelo, es necesario convertir el cuidado personal en una prioridad real. Cada persona tiene sus propias necesidades: identificar qué actividades, espacios o rutinas nos ayudan a sentirnos mejor y reservar tiempo para ellas es una inversión en salud. Dormir lo suficiente y protegernos del trato con personas que nos resulten emocionalmente dañinas también forma parte de este compromiso con uno mismo. Y si la tristeza o los síntomas depresivos se intensifican, es vital pedir ayuda profesional sin demora.
2. Ajustar nuestras expectativas y reenfocar lo importante
Las fiestas tienden a generar una presión social marcada por la obligación de disfrutar, regalar o mantener determinadas apariencias. Frente a ello, es aconsejable reducir el nivel de exigencia, renunciar al perfeccionismo y centrarse en lo verdaderamente valioso: la calma, el bienestar y el sentido profundo de estas fechas.
Conviene también hacer una pausa para reflexionar sobre nuestras prioridades, aquello que de verdad nos importa. Reconectar con nuestro propósito vital nos permite soltar lo accesorio y vivir estas jornadas con mayor autenticidad.
3. Gestionar el estrés físico, emocional y económico
La planificación puede ser una gran aliada. Siempre que sea posible, anticiparse a los compromisos, distribuir tareas entre los miembros del entorno según sus capacidades, y evitar asumir una sobrecarga innecesaria, contribuirá a vivir los días festivos de forma más serena.
También resulta recomendable establecer un presupuesto realista, tanto para las comidas como para los obsequios, evitando gastos que generen ansiedad o endeudamiento posterior. Las decisiones ajustadas a nuestras circunstancias favorecen un equilibrio que trasciende lo puramente económico.
4. Cultivar relaciones saludables y manejar tensiones
Una comunicación clara y respetuosa con las personas de nuestro entorno resulta imprescindible. Expresar cómo nos sentimos y qué necesitamos en cada momento puede prevenir malentendidos y reforzar vínculos. Si, por el contrario, no podemos ser nosotros mismos en ciertas relaciones, conviene preguntarnos si esas dinámicas nos enriquecen o nos perjudican.
En caso de anticipar conflictos familiares, reflexionar previamente sobre cómo deseamos actuar puede marcar la diferencia. No todas las tradiciones tienen por qué repetirse si ya no encajan con nuestra realidad. Cambiar la forma de celebrar también es una forma legítima de cuidarse.
5. Afrontar los sentimientos de soledad desde la conexión
El sentimiento de soledad puede intensificarse durante las fiestas. En estos casos, expresar abiertamente cómo nos sentimos a personas cercanas –familia, amigos o conocidos– y pedir compañía de manera explícita puede abrir nuevas puertas.
Existen además iniciativas comunitarias que ofrecen alternativas solidarias en estas fechas. Asociaciones vecinales, centros sociales o entidades de voluntariado organizan encuentros destinados a quienes no tienen con quién compartir estos días. Informarse sobre estas opciones a través del ayuntamiento o servicios sociales puede ser el primer paso para transformar la soledad en oportunidad de encuentro.