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El riesgo de sufrir anemia ferropénica es diez veces superior en el género femenino que en el masculinoGTRES

Alimentación

La obsesión por las dietas veganas y vegetarianas dispara los casos de anemia en mujeres jóvenes

La Sociedad Española de Ginecología sitúa este tipo de alimentaciones como una de las causas más frecuentes de la afección entre la población femenina

Son muchas las dudas que existen sobre los efectos sobre la salud de las dietas veganas y vegetarianas. La falta de vitaminas, de proteínas animales y de otros elementos como el calcio puede entrañar riesgos que deriven en problemas físicos y orgánicos como la anemia, de la que, según ha alertado esta semana la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), constituye con una frecuencia cada vez mayor una de las principales afecciones que padecen aquellas mujeres en edad fértil que siguen este tipo de alimentaciones.
Aunque los expertos reconocen que el sangrado menstrual abundante sigue siendo la primera causa de este trastorno, la entidad advierte de que el consumo estricto de estas dietas juega un papel cada vez más destacado en los problemas de déficit de hierro, lo que a su vez supone la principal carencia de más de la mitad de los casos de anemia.
La combinación de ambos factores determina que este tipo de afección sea mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres, hasta el punto de que el riesgo de sufrir anemia ferropénica (por falta de hierro) es diez veces superior en el género femenino que en el masculino.
En este sentido, la SEGO hace especial hincapié en las mujeres gestantes, cuya necesidad de hierro es mayor a causa del embarazo. El consenso, apunta la entidad a través de una nota de prensa, subraya que la gestación requiere alrededor de 800-1000 mg de hierro elemental adicional para cubrir las necesidades maternas y fetales, por lo que el aumento del consumo de hierro dietético es «muy importante» en esa etapa.
Para conseguir esos índices, los autores recomiendan a las embarazadas aumentar el consumo de carnes (carnes rojas como ternera, cerdo y cordero, hígado y riñones, y carnes blancas como pollo, pavo y perdiz), yema de huevo, pescado azul (como sardinas, anchoas y atún fresco), pescado blanco (como lenguado o merluza) y marisco de concha (almejas, berberechos o mejillones).

Alimentación infantil y adolescente

La entidad, que emite su informe en base a los objetivos marcados por la OMS de erradicar casi al completo la anemia en los países desarrollados para 2025, también se refiere a la alimentación infantil y adolescente.
En el primer caso, la SEGO establece que la atención temprana en el posparto debe garantizar el seguimiento para las madres con un nivel de hierro comprometido con el fin de apoyar la lactancia materna durante al menos seis meses y promover así mejores prácticas de alimentación infantil. «Es importante tener en cuenta que ni la anemia severa ni su tratamiento debe contraindicar la lactancia materna, más aún cuando se trata de neonatos con bajo peso al nacer», apunta.
En cuanto a las mujeres adolescentes (10-14 años), la Sociedad recuerda que este grupo es otro de los más inclinados a presentar carencia nutricional de hierro.
«Existe un incremento importante de los requerimientos de nutrientes y, especialmente, de hierro, relacionado con una serie de factores fisiológicos (aceleración del crecimiento, cambios en la composición corporal, pérdidas menstruales) y su aporte dietético suele ser deficitario en relación con factores psicosociales (actividad deportiva, preocupación por la imagen corporal, temor a la obesidad y comidas rápidas)», apunta la SEGO, que señala que un 12,6 % de las mujeres adolescentes en España tienen esta carencia y el 46 % detenta conductas alimentarias alteradas, con un incremento de las comidas rápidas típicas americanas, comidas supuestamente bajas en calorías, dietas de control de peso y vegetarianas no equilibradas.
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