La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) continúa registrando un preocupante incremento en su incidencia en España
La enfermedad inflamatoria intestinal que afecta a más de 300.000 personas en España
Se trata de una afección crónica con múltiples implicaciones sociales, laborales y psicológicas
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) continúa registrando un preocupante incremento en su incidencia en España, superando ya los 300.000 casos diagnosticados. Según los datos que maneja el Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (GETECCU), cada año se detectan 16 nuevos casos por cada 100.000 habitantes, una cifra que confirma el avance sostenido de esta patología crónica. Las previsiones más recientes no son alentadoras: se estima que, para 2030, más de siete millones de personas en Europa y Estados Unidos vivirán con EII. En el caso español, esto se traduciría en una prevalencia del 1 % de la población total.
La presidenta de GETECCU, Yamile Zabana, y el vicepresidente, Daniel Ginard, en una jornada informativa, explicaron los ejes estratégicos de la sociedad científica, así como los últimos progresos clínicos relacionados con la EII. Ambos hicieron hincapié en la fuerte carga física y emocional que supone para los pacientes, marcada por la imprevisibilidad de los brotes y un deterioro progresivo de la calidad de vida, informa Europa Press.
En su intervención, subrayaron que esta enfermedad representa un doble desafío para los sistemas sanitarios, tanto por su carácter crónico como por su prevalencia en aumento. Además, advirtieron sobre el importante problema que representa el retraso en el diagnóstico. En este sentido, señalaron que el 25 % de los pacientes tarda más de dos años en obtener un diagnóstico certero.
Zabana quiso enfatizar la dimensión humana del problema: «Más allá de las cifras, no podemos olvidar que detrás de cada diagnóstico hay una persona que convive a diario con los brotes y las limitaciones de la EII. Nuestro objetivo es acompañarlos con investigación, atención de calidad y una sociedad más consciente de su realidad». Asimismo, denunció las desigualdades que sufren los pacientes en función de su lugar de residencia, derivadas del actual modelo de financiación autonómica y de una gestión sanitaria descentralizada.
Colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn
La Clínica Mayo, referente internacional en atención médica e investigación, define la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) como un conjunto de trastornos que cursan con inflamación persistente en diferentes zonas del aparato digestivo. Dentro de este grupo, destacan dos patologías por su alta prevalencia: la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.
Ambas afecciones comparten una base inflamatoria, pero presentan características clínicas diferenciadas. La colitis ulcerosa se limita al recubrimiento interno del colon y del recto, provocando úlceras e inflamación superficial en estas áreas. En cambio, la enfermedad de Crohn puede afectar a cualquier parte del sistema digestivo, desde la boca hasta el ano, aunque con mayor frecuencia se manifiesta en el intestino delgado. Además, a diferencia de la colitis, la inflamación en el Crohn suele extenderse a capas más profundas de la pared intestinal.
Síntomas
Los síntomas comunes de ambas enfermedades incluyen dolor abdominal persistente, diarrea –en ocasiones con sangre–, fatiga intensa y pérdida de peso. No obstante, la severidad del cuadro clínico varía considerablemente entre pacientes. Mientras algunos experimentan síntomas leves y esporádicos, otros padecen episodios graves y debilitantes que pueden llegar a poner en peligro su vida.
Más allá de los síntomas físicos, la EII impone una carga constante en la vida cotidiana de quienes la padecen. En los periodos de brote, la imposibilidad de prever la evolución de los síntomas obliga a suspender con frecuencia planes personales, reuniones sociales o compromisos laborales. Como señala Lucía Expósito Legarza, presidenta de la Confederación de Asociaciones de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa de España (ACCU), y paciente diagnosticada con EII, uno de los principales retos es la movilidad: «Los traslados en coche pueden ser muy estresantes», comenta, aludiendo a la dificultad para acceder a un baño en situaciones de urgencia. Tampoco el transporte público garantiza la disponibilidad de aseos, lo que genera una sensación de inseguridad constante.
En el ámbito profesional, las limitaciones son igualmente notables. Algunas personas afectadas desempeñan trabajos que exigen movilidad, desplazamientos frecuentes o actividades al aire libre, donde la gestión de los síntomas se convierte en un verdadero desafío. «Hay personas con EII que trabajan fuera de oficinas, viajando, conduciendo, situaciones donde gestionar la urgencia es aún más complicado», explica Expósito, quien reivindica una mayor conciencia social sobre esta realidad.
La doctora Marta Martín Arranz, especialista en aparato digestivo, destaca desde su experiencia clínica que convivir con una enfermedad «crónica, impredecible, con síntomas como dolor, diarrea o urgencia» no solo tiene consecuencias físicas, sino también psicológicas. Muchos pacientes ven resentida su autoestima, enfrentan dificultades en sus relaciones personales y experimentan un deterioro significativo de su calidad de vida. «Muchos pacientes desarrollan ansiedad o depresión», advierte la facultativa, subrayando la necesidad de un abordaje integral que contemple tanto el tratamiento médico como el apoyo emocional.
La EII, por tanto, va mucho más allá de una dolencia digestiva. Se trata de una afección crónica con múltiples implicaciones sociales, laborales y psicológicas, que requiere no solo avances clínicos, sino también una sociedad más empática y entornos más accesibles para quienes la padecen.