Se multiplican los incidentes con jabalíes, cuya población continúa en crecimiento acelerado
Un agresivo ejemplar atemorizó este domingo a los vecinos de un barrio de Oviedo y los accidentes de tráfico en los que están implicados los animales son cada vez más habituales
En el 80 % del territorio gallego, concretamente en 248 ayuntamientos, está permitida la caza de jabalíes hasta el próximo mes de febrero fruto de la emergencia cinegética que declaró la Xunta en septiembre. Una medida excepcional con la que desde las instituciones se pretende proteger a la ganadería y agricultura ante el peligro que estos animales suponen para ello.
Pero no solo para el sector primario. Los jabalíes cada vez se acercan más a las poblaciones y van perdiendo el miedo a los humanos. En los últimos meses, han provocado decenas de accidentes de tráfico y diferentes apariciones en ciudades y pueblos, una situación que atemoriza a los vecinos.
La última se produjo este domingo en el barrio de La Florida de Oviedo. Un jabalí correteó por las calles de la capital del Principado a plena luz del día, mientras los viandantes asistían asombrados al paseo del animal. Algunos de ellos, como se ve en las imágenes, incluso se asustan al ver al animal y corren para quitarse de su camino y evitar una posible embestida.
Este tipo de apariciones son cada vez más frecuentes y no solo por la noche. El pasado mes de mayo otro jabalí irrumpió durante el día en el parque Purificación Tomás, en el mismo barrio de La Florida, y en junio la Policía Local ovetense tuvo que abatir a otro espécimen «descontrolado» en la céntrica plaza de Castilla previo paseo por varias calles y que cerca estuvo de provocar varios accidentes de tráfico en la que es una de las principales entradas a la ciudad.
Pero sin duda el episodio reciente que más claramente evidencia la pérdida del miedo de estos mamíferos es el de un jabalí bañándose en la playa de Poniente de Gijón hace algo más de dos semanas. Su presencia en la ciudad más poblada de Asturias no suele ser habitual, pero mucho menos aún que llegue hasta orillas del mar Cantábrico a darse un chapuzón.
De igual forma, los siniestros de tráfico provocados por el cruce o atropello de jabalíes son cada vez más frecuentes en casi todas las regiones españolas. Solo en Galicia, el jabalí está detrás de uno de cada cuatro accidentes de tráfico, y es que de un total de 12.900, 35.585 fueron causados por este animal. Cataluña es otra de las comunidades que ha arrojado datos al respecto, en este caso con tres de cada diez siniestros protagonizados por estos animales salvajes.
En fase de crecimiento acelerado
El Grupo Operativo de Prevención frente a la Peste Porcina Africana, coordinado por investigadores del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, realizó un informe sobre la dinámica poblacional del jabalí. Los cálculos, que abarcan el periodo comprendido entre 2010 y 2016, están basados en un índice de abundancia relativa que recoge el número de animales abatidos por superficie favorable y evidencian lo que muchos venían denunciando.
Los resultados muestran que las poblaciones de jabalí están en fase de crecimiento acelerado en la mayoría de las provincias de España. «El crecimiento anual de las bolsas de caza aumenta con la abundancia hasta un punto de inflexión –aproximadamente 1,5 jabalíes por kilómetro cuadrado de superficie de hábitat adecuado– y luego se produce una reducción gradual de las tasas de crecimiento poblacional».
El estudio muestra que las provincias de Huesca y Gerona son las únicas que tienen una alta densidad de jabalíes y una tasa de crecimiento reducida, lo que quiere decir que en ambos territorios pirenaicos, siendo el Prepirineo la zona más favorable, se habría alcanzado el máximo nivel de poblaciones de jabalíes.
Una situación que contrasta con la de Barcelona, Valencia o Alicante, que cuentan con altas tasas de crecimiento, lo que hace que se encuentren actualmente en potencial expansión. El resto de las provincias analizadas se clasifican en una tercera categoría, que representa a aquellos territorios con baja abundancia relativa y una escasa tasa anual de crecimiento, pero con potencial para aumentar ambos indicadores en el futuro.