Campo de trigo en Castilla-La Mancha

Campo de trigo en Castilla-La ManchaEuropa Press

El campo teme desaprovechar la gran cosecha de cereal por la distorsión del mercado: «Ucrania es la excusa»

Las importaciones europeas de trigo blando se han multiplicado por siete en los dos últimos años

Ha hecho frío cuando tocaba, ha llovido cuando y cómo debía, y el calor, al contrario de lo que ha sucedido últimamente, no ha anticipado su llegada.

El campo, en términos generales, ha disfrutado de unas condiciones excepcionales en lo que va de 2025. Las lluvias han empapado el terreno y las expectativas de los agricultores y ganaderos han ido a más con el desarrollo de «un primaverón», como relatan desde las explotaciones.

El buen tiempo que ha devuelto el optimismo a las explotaciones agrícolas después de varios años de sequía, incremento de costes y modificaciones burocráticas contrasta con la situación de precios que estrecha la rentabilidad para los cerealistas.

Este cultivo, clave para la elaboración de todo tipo de alimentos –tanto para el consumo humano como para piensos– apunta a una importante campaña en cuanto a producción, aunque los productores temen que la gran cosecha se diluya por los bajos precios que obtienen por el fruto de su trabajo.

«Los cereales pintan muy bien, pero la situación de precios es cada vez peor. Hay una cuenta muy simple: la cebada está a 180–190 euros por tonelada, el trigo entre 197–210 euros por tonelada y para que mi explotación sea rentable el cereal tendría que estar a 300 euros por tonelada. No salen las cuentas», explica en conversación con El Debate José Roales, responsable de cultivos herbáceos de COAG.

Un estudio realizado por la organización profesional agraria señala que los agricultores de Castilla y León, región cerealista por excelencia en el país, cobrarán menos que en 2024 por sus productos pese a tener un rendimiento que se prevé un 22 % superior. «Se está distorsionando el mercado con cereal de fuera que hunde nuestros precios. El cereal de Ucrania ha inundado el mercado durante estos años gracias a favorecerse por un acuerdo comercial, pero lo que se pone en juego es nuestra soberanía alimentaria», lamenta Roales.

Según datos de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) las importaciones europeas de trigo blando se han multiplicado por siete en los dos últimos años y desde el inicio de la guerra en Ucrania, el país con capital en Kiev ha triplicado sus ventas de cereal a España.

«Entra cereal fuera de control. Está en juego nuestra soberanía alimentaria y eso es muy peligroso. Este bajón de la rentabilidad desincentiva dedicarse a este cultivo, por lo que perdemos hectáreas en producción y por lo tanto autonomía. Estamos jugando con la comida», asevera el responsable de COAG, que subraya que «la situación de Ucrania es una excusa que aprovechan los operadores para distorsionar el mercado».

Roales sostiene que el precio del cereal en los puertos españoles es superior al de sus explotaciones; sin embargo los operadores optarían por la primera opción para lastrar a los productores nacionales, tirar por los suelos su cereal y comprarlo cuando más les convenga: «Esto se llama especulación pura y dura».

La estimación de los cerealistas de Castilla y León, considerado el granero de España, es que los primeros 3.000 kilos recolectados en cada hectárea serán únicamente para cubrir gastos. «Los precios del cereal no han crecido en los últimos 10 años como lo han hecho los costes, y eso que cada vez hay menos explotaciones, que solo por oferta y demanda debería haberse aupado el precio», comenta Roales.

UPA precisa que los precios cerealistas se han disparado en los últimos diez años, pasando de 600 euros por hectárea en secano y 1.700 en regadío, a 800 euros en secano y unos 2.200 en regadío. «La crisis de rentabilidad ha llevado a que en 20 años España haya perdido un millón de hectáreas, que en su mayoría han pasado a cultivos leñosos», recuerda la organización.

El informe de COAG destaca que entre julio y agosto, cuando llegue el momento culminante de la recolección, los compradores tendrán el problema de gestionar la adquisición de cantidades no habituales, e incluso necesitarán espacios suplementarios para almacenar toda la cantidad superior de grano producido. «En esos momentos, es habitual que los precios vuelvan a caer en torno a otro 10 % y podríamos encontrarnos con cotizaciones inferiores a 180 euros en cebada y a 190 en trigo, que son los precios que ahora mismo están en vigor en las lonjas», vaticinan con pesimismo los agricultores.

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