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Investigación que pone al descubierto el origen milenario del 'mosquito del metro de Londres'

Investigación que pone al descubierto el origen milenario del 'mosquito del metro de Londres'UIB

El 'mosquito del metro de Londres' no surgió en el siglo XIX: ya existía hace un milenio en el Mediterráneo

El alcance del estudio ha sido posible gracias a una colaboración sin precedentes, que ha involucrado a unas 150 organizaciones de todo el mundo

El mosquito conocido como ‘Culex pipiens molestus’, célebre por su capacidad de reproducirse en entornos subterráneos y por su preferencia por picar a seres humanos, tiene un origen mucho más antiguo y lejano del que se había creído hasta ahora. Un nuevo estudio internacional, publicado en la revista Science y con participación destacada del investigador Daniel Bravo, de la Universidad de Córdoba (UCO), demuestra que esta variedad no surgió en Londres durante el siglo XIX, como sostenía la teoría tradicional, sino que ya existía hace más de mil años en la región del Mediterráneo u Oriente Medio.

Durante décadas, tanto en manuales como en publicaciones científicas y divulgativas, se ha afirmado que el Culex pipiens molestus apareció de forma relativamente reciente, a partir de la forma típica del mosquito que pica a aves, el Culex pipiens form pipiens, y que lo hizo como una adaptación rápida a las nuevas condiciones subterráneas creadas por la construcción del metro de Londres. Su fama se acrecentó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue objeto de numerosos estudios al haberse adaptado a picar en los refugios antiaéreos de la capital británica.

Sin embargo, los análisis genómicos llevados a cabo por el equipo de investigación, liderado por la Universidad de Princeton, han desmontado esa narrativa. Según explica la doctora Carolyn McBride, coautora principal del estudio, los datos genéticos trazan una historia muy distinta: el mosquito molestus ya había desarrollado su afinidad con los humanos mucho antes de que surgieran los primeros sistemas de transporte subterráneo, probablemente en el contexto del nacimiento de las sociedades agrícolas en Egipto o el Mediterráneo oriental.

Daniel Bravo, investigador del Departamento de Parasitología de la UCO, ha precisado que este descubrimiento no solo transforma nuestra comprensión sobre la evolución del mosquito en entornos urbanos, sino que también tiene implicaciones significativas en salud pública, particularmente en relación con la transmisión del virus del Nilo Occidental (VNO).

Ambas formas del mosquito Culex, la que se alimenta de aves y la que pica a humanos, pueden hibridar, dando lugar a ejemplares que atacan a ambas especies. Esto crea un canal idóneo para que virus como el VNO pasen de las aves –reservorios naturales– a los humanos, lo que incrementa el riesgo de brotes. Sin embargo, el nuevo trabajo revela que esta hibridación es menos común de lo que se creía y que tiende a producirse sobre todo en grandes núcleos urbanos, donde la interacción entre humanos y vectores es más intensa.

Yuki Haba, autor principal del artículo, ha subrayado que «la urbanización, más que la latitud, parece ser el factor determinante en la mezcla genética entre las formas del mosquito», una observación que desmonta las antiguas suposiciones centradas en factores geográficos.

Bravo ha destacado que estos resultados permitirán avanzar en la identificación de las zonas de mayor riesgo epidemiológico. «Para la salud pública es clave saber dónde y cuándo se produce esa hibridación, porque es ahí donde se genera el puente de transmisión de patógenos hacia el ser humano», ha señalado. Asimismo, ha insistido en que «comprender la variación genética de este mosquito según la región es esencial para anticipar y frenar futuras crisis sanitarias».

El alcance del estudio ha sido posible gracias a una colaboración sin precedentes, que ha involucrado a unas 150 organizaciones de todo el mundo. Juntas han logrado recolectar unas 12.000 muestras de Culex pipiens, cubriendo así un amplio espectro geográfico y genético que ha permitido establecer con precisión el linaje evolutivo del mosquito molestus.

Finalmente, los autores del artículo reclaman la necesidad de intensificar los estudios comparativos entre zonas rurales y urbanas, además de promover sistemas de vigilancia genómica que permitan seguir la evolución y distribución de las distintas formas del mosquito. Solo de esta forma será posible anticiparse a los cambios en los patrones de transmisión de enfermedades y diseñar estrategias más eficaces de prevención.

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