El parecido de Álvaro Morte con Adolfo Suárez en la serie sobre el 23-F 'Anatomía de un instante'

Si alguien se acerca a Anatomía de un instante esperando ver actores sepultados bajo prótesis, pelucas imposibles o maquillajes eternos, más vale que cambie el chip. La nueva serie de Alberto Rodríguez para Movistar Plus+, que se estrena el 20 de noviembre, reconstruye el 23-F desde dentro del Congreso, pero lo hace alejándose por completo del artificio.

En lugar de apostar por transformaciones espectaculares, se centra en lo invisible: en cómo se movían, cómo miraban y qué energía tenían los verdaderos protagonistas de aquella noche en la que el país entero contuvo la respiración. Aquí no se trata de copiar caras, sino de entender presencias, tensiones y silencios, y por eso la serie funciona con un minimalismo quirúrgico que sorprende desde el primer minuto.

Uno de ellos es, por supuesto, Adolfo Suárez, la figura que pilotó la Transición. Le da vida Álvaro Morte, conocido mundialmente como El Profesor de La casa de papel, que aquí cambia por completo de registro. Lo curioso es que para interpretarlo apenas necesita caracterización: lo único que lleva es una nariz postiza.

El parecido no viene del maquillaje, sino de cómo ajusta la mandíbula, cómo afina los labios para asemejarse a Suárez, cómo coloca la cabeza y cómo reproduce esa mezcla de calma y firmeza que mantuvo incluso cuando los disparos retumbaban en el hemiciclo. Morte no intenta copiar como un imitador televisivo; intenta capturar su presencia, ese aplomo silencioso con el que enfrentó la noche más tensa de la democracia.

A Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista, lo interpreta Eduard Fernández, uno de los actores más respetados del cine español, y su transformación se apoya en tres elementos que son casi su ADN visual: el pelo hacia atrás, unas gafas enormes y una boca tan fina que obligó al actor a pasar por algodones estilo El Padrino y a usar un dispositivo intraoral creado por el equipo de maquillaje. Para rematar la voz recurrió a Carlos Latre, que le soltó una definición que se ha convertido en anécdota oficial: «Carrillo es un sapo, y Suárez es un pelícano». Esa imagen le ayudó a encontrar la cadencia lenta y arrastrada que define a Carrillo, esa misma con la que permaneció inmóvil durante los tiros, sin inmutarse.

Y después está Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno y militar de larga carrera, famoso por protagonizar uno de los momentos más impactantes del golpe: levantarse, mientras los golpistas gritaban y disparaban, para enfrentarse a Tejero de frente. Lo interpreta Manolo Solo, que prácticamente no necesita caracterización porque el personaje se sostiene en un gesto que toda España reconoce. Su trabajo se centra en transmitir esa dignidad seca, directa, capaz de convertir un simple movimiento (ponerse en pie cuando todos se tiran al suelo) en un símbolo.

La serie, al final, va justo de eso: de revivir el instante en que España se quedó sin aliento mientras dentro del Congreso sonaban los tiros. Pero lo hace desde la mirada de quienes estaban allí, intentando mantener la calma, y no desde la óptica del golpista.