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Daniel Luque brinda la muerte del toro a El Juli la tarde de la despedida de esteEFE

¿Quién es el torero que puede llenar el vacío de El Juli?

Es la vida misma que a unas figuras les sustituyen otras, pero ¿hay algún matador en la actualidad que pise un terreno similar al del madrileño?

Veinticinco años en la cumbre no son pocos ni de poco peso. Otro El Juli no lo va a haber nunca, como nunca hubo ningún Belmonte, ni habrá otro Ponce. Llegaron los émulos, en todo caso, los parecidos, o, al menos, aquellos que ocuparon su lugar en el imaginario de los aficionados.

El día que murió Manolete en la terna estaba un joven Luis Miguel Dominguín que ocupó su lugar como el favorito de los toreros. Cuando se fue Curro Romero, incluso antes de que se fuera, los ojos ya miraban al joven Morante, otro sevillano heredero del arte que daba sus últimos muletazos.

Manolete, Dominguín y Gitanillo de Triana antes del paseíllo en Linares el día de la cogida mortal del matador cordobésGTRES

Siempre ha habido como una reserva, o un reserva, salvo tras la época dorada de Belmonte y Joselito, cuando hubo un vacío. ¿Hay un vacío después de El Juli? Pocos (o nadie) con la capacidad de sacarle al toro lo que no tiene como el diestro de Velilla de San Antonio.

Un vistazo al escalafón no da demasiadas (o ninguna) respuesta, salvo en Daniel Luque, que el mismo domingo 1 de octubre, en la despedida del madrileño, fue a La Maestranza después de haber tenido las tripas fuera por una cogida en agosto, casi como para coger el testigo de «el maestro», en sus propias palabras, como Dominguín se lo cogió al cuarto Califa del toreo.

El torero sevillano Daniel Luque con sus dos trofeos el pasado domingo en SevillaEFE

Luque parece el heredero de El Juli por su forma de hacer que le embistan toros de toda condición. Su actuación en Sevilla, a punto de abrir la Puerta del Príncipe, con dos orejas de justicia (tras una faena honda y poderosa) y una fuerte petición en el segundo toro, una nulidad a la que logró sacarle inverosímil partido para mostrar una luz de como la que veía Gatsby al otro lado de la bahía.

Veinticinco años de un mito son muchos, pero Luque demostró que puede empezar a subir esa montaña en la inclasificable y bella forma de sucederse los toreros.