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Paula Rego en su estudio

Aborto, depresión y tristeza: la pintura de Paula Rego, protagonista en el Museo Picasso de Málaga

La pinacoteca expone ochenta obras de la pintora portuguesa, cuya temática está centrada en el alma doliente de nuestro siglo.

A la hora de nombrar artistas que expresen plásticamente la historia existencial del siglo pasado y del presente, algo más breve, la portuguesa Paula Rego (1935) podría ser una representante muy válida por sus visiones de violencia doméstica, tristeza, pobreza, aborto, tiranía y depresión.

Paula Rego

La muestra que le dedica el Museo Picasso de Málaga ha querido representar todas las etapas de una trayectoria artística marcada por la reivindicación de la figura femenina, aunque sin poder evitar el testimonio de todos sus miedos. La pintora ha sido nombrada doctora honoris causa de diferentes universidades, Gran Cruz de Santiago de la Espada, Premio Penagos de dibujo, Gran Premio Amadeo de Souza-Cardoso y miembro honorario del Murray Edwards College, de Cambridge.

Museo Picasso de MálagaEFE

El museo ha reunido ochenta lienzos de gran formato, collages y dibujos en los que la portuguesa muestra su férrea oposición a la dictadura de Salazar, que ella vivió desde Londres; la caricatura y el horror soterrado en la psicología de los cuentos populares y su influjo en la memoria de la infancia, o la amargura sorda de la muerte del amor en la esposa, en la mujer y en la amante. Literatura, poesía, cine, mitología e historia del arte se condensan en una mirada colorista aunque inquietante, sugerente y ensoñadora; capaz de narrar con óleo o pastel la atmósfera de la depresión y la del horror de la nada, aconteciendo sobre el lienzo de la realidad. Vidas extrañas, escorzos insomnes en el sillón y miradas perdidas que pueden recordarnos la ausencia, tan presente, de alegría en las almas de hoy.

Museo Picasso de Málaga.EFE

Paula Rego

Dictadura y violencia

La aparente vida bucólica y sencilla del portugués rural ensalzado por el dictador Salazar, que escondía el maltrato a la mujer, el pavor a la policía secreta, la censura, el soborno y la corrupción generalizada. La atmósfera de Velázquez, los horrores de Goya, la truculencia vertiginosa de James Ensor, la oscuridad de Gutiérrez Solana, el nihilismo de Egon Schiele, William Hogarth y la refinada obscenidad de Klossowski, junto a la carnalidad de Freud y Bacon, se encarnan en el trazo vívido y encendido de Paula Rego, que todavía recuerda cómo los soldados portugueses relataban, entre risas, la decapitación de angoleños y la diversión posterior con sus cabezas.

Paula Rego

Familias perturbadoras o perturbadas, extrañas maternidades, asustadas muchachas que asustan, interiores de casas en las que el vínculo afectivo desaparece y se enseñorea una latente ansiedad. Una feminidad aislada, encerrada, ensimismada, severa y distante por la violenta experiencia del maltrato, el abuso y el aborto clandestino, que la pintora no ha dejado de plasmar a lo largo de sesenta años de creación artística.