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Un Raphael ‘Raphaelísimo’ le da una patada al linfoma cerebral y triunfa en Madrid

Raphael desembarca en el Teatro de la Zarzuela con su espectáculo Raphaelísimo, y pone al respetable en pie

Raphael triunfó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid con su espectáculo 'Raphaelísimo'GTRES

Esta crónica bien podría titularse «La gran noche de escándalo de Raphael en Madrid », pero sería un cliché demasiado obvio.

Y, sin embargo, esta ha sido la gran noche de Raphael. Probablemente, la más grande. En Madrid y en cualquier parte.

Raphael ha resurgido de las cenizas a las que lo redujo durante seis meses el dichoso linfoma cerebral que le dio a él, a su familia y a sus fans, el susto de su vida.

El cantante ya había reaparecido en un concierto apoteósico el pasado 16 de junio en el Teatro Romano de Mérida.

Esta noche, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, ante los más de 1.200 espectadores para los que tiene capacidad este histórico teatro madrileño, Raphael se ha entregado, se ha mostrado emocionado, emocionante, exultante, épico y, como siempre, conquistador.

Excesivo, elegante –siempre de riguroso negro– arrollador, Raphael ha firmado un concierto memorable, que no se ha querido perder ni el ministro Urtasun, que ocupaba su sitio en un discreto palco.

El ministro de Cultura disfrutó como el que más de las canciones de ayer y de hoy y de siempre del jienense: se levantaba, aplaudía, movía las caderas… Se lo pasó bomba, el ministro.

Un Raphael pletórico en el Teatro de la ZarzuelaEFE

No era el único político en el teatro. Por allí se dejaron ver el expresidente de Castilla-La Mancha y ex ministro de Defensa José Bono, o el actual Defensor del Pueblo Ángel Gabilondo.

También quisieron arropar al huracán Raphael la escritora y periodista Nieves Herrero, el actor y humorista Pedro Ruiz, el productor y actor José Manuel Lorenzo o el realizador Jaime Azpilicueta.

Nadie en Madrid quería perderse el espectáculo Raphaelísimo donde Raphael reúne sus grandes éxitos para demostrar que, a sus 82 años, sigue siendo el gran icono de la música española.

Abrió Raphael su gran noche con ‘La noche’ y su ritmo de torero pasodoble, le siguieron los éxitos eternos que lo situaron como la gran voz de la canción española: ‘Yo sigo siendo aquel’: «¿No lo ven? ¡El Raphael de siempre!», clamó. Y todo el Teatro de la Zarzuela en pie.

‘Cierro mis ojos’, ‘Digan lo que digan’, ‘Si no estuvieras tú’, ‘Hablemos del amor’… Raphael no dejó ni uno solo de sus grandes temas sin cantar.

El percance de la gran noche

En ‘Mi gran noche’ tuvo un pequeño percance. En un momento dado se le olvidó la letra, el público salió a su rescate, pero por unos segundos eternos parecía que la «gran noche» iba a terminar «en la noche sin rumbo».

No fue así. Raphael se recuperó y triunfó con su poderosa voz y su personalidad arrolladora. Ni una sola nota desafinada. Ni un solo tono fuera de lugar. A sus 82 años Raphael es «la voz», al menos en español.

Raphael vibraba –con su seseo, su característico vibrato y su timbre de barítono– entre los palcos de un teatro lleno de fieles entusiastas que aplaudían, gritaban y coreaban las canciones inolvidables. «¡Rafael, te queremos!». «¡Único! ¡Único! ¡Único!», coreaba un público entregado.

Versionó también Raphael a clásicos de la canción francesa por la que siempre mostró predilección: ‘Je ne regrette rien’, ‘La vie en rose’… Los guiños a Edith Piaf y a la canción francesa son una de las señas de identidad de Raphaelísimo.

Sobre el escenario Raphael derrochaba pasión, tablas y daba rienda suelta a su personaje, demostrando que sigue siendo un artista excepcional y auténtico, lejos de etiquetas y clichés.

Con una puesta en escena sencilla, intimista, que invitaba a la nostalgia, pero también a la emoción.

Buscó Raphael un primer momento culmen con ‘Estar enamorado’, ‘Ámame’ y ‘En carne viva’ para, cuando el público creía que ya estaba todo dicho, sorprender con una última tanda de fuegos artificiales que llevó al respetable al paroxismo: ‘Escándalo’, ‘Yo soy aquel’ o ‘Como yo te amo’.

Y es que Raphael no iba a consentir que su público se fuera decepcionado. No ha vuelto Raphael para decepcionar, sino para abrir por penúltima vez la puerta grande. Y al menos, la del Teatro de la Zarzuela, la ha abierto hasta destrozar los goznes.