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Sociedad

La creación de valor social como objetivo de la gestión empresarial

Integrar laboralmente a personas de colectivos vulnerables es la función de los delegados sociales de la empresa Clece

EN COLABORACIÓN CON CLECE

En 2021, ocho de cada diez personas en situaciones de exclusión social estaban también excluidas del empleo (fuente Cáritas). Son hombres y mujeres que necesitan conquistar su autonomía personal y económica, y su participación en la sociedad. Pero ¿cómo?

Se llame instinto, vocación o sensibilidad, hay algo que mueve a los empleados sociales a querer hacer más fáciles las cosas a quienes más lo necesitan

Gran parte de la solución está en empresas como Clece. La compañía es una de las más comprometidas con la inclusión laboral de quienes más difícil lo tienen. Precisamente, el proyecto social de Clece está dedicado a ofrecer oportunidades de empleo a colectivos en desventaja social como víctimas de violencia de género, personas con discapacidad, jóvenes en desempleo y personas en riesgo de exclusión social.
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Marta Ortega

Para desarrollar esta labor, la empresa colabora con más de 350 entidades dedicadas a estos colectivos, y tiene con ellas en común una forma de entender la integración laboral desde la normalización, que valora a las personas por sus cualidades y capacidades, y se rige por el principio de igualdad de oportunidades.
La inclusión laboral no siempre es fácil y necesita del compromiso auténtico tanto de los empleados como de la dirección de una empresa. Es el caso de Clece, cuyo germen de cultura corporativa se encuentra en la propia actividad de la empresa que presta servicios de atención a las personas. Por eso, su compromiso social es transversal a la compañía, que ha hecho de la diversidad un valor angular de la misma, e integra en su organización un 12% de empleados procedentes de colectivos en desventaja social.
Tan auténtica es la inquietud social de sus trabajadores, que un grupo de ellos decidió crear una organización sin ánimo de lucro, Corazón y Manos, para canalizar la ayuda a compañeros y personas en situaciones personales críticas, más allá de las oportunidades de empleo.
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Corazón y Manos es una asociación sin ánimo de lucro, creada por trabajadores de Clece en 2017, con el fin de proporcionar apoyo y recursos a aquellas personas relacionadas con la compañía que atravesaran una situación personal difícil. La asociación destina todos sus fondos a los proyectos que aborda, y ha sido declarada de Utilidad Pública por el Ministerio del Interior.
Susana Pérez, empleada de Clece y socia de Corazón y Manos, comenta: «Cuando ves los problemas y sufrimiento de un compañero con el que compartes tu día a día te das cuenta de lo necesario que es ayudar a los demás. Te das cuenta de cómo se te puede complicar la vida, de repente».
En Corazón y Manos trabajan diferentes aspectos, como bien nos cuenta Susana, todos ellos con un común denominador: ayudar a los que lo necesitan «es así como nos gusta definir lo que hacemos», señala. Problemas relacionados con la vivienda, con el maltrato, con ayudar a restablecer el bienestar emocional y físico de las personas.
Por eso, su ayuda no solo va destinada a la persona en sí, sino también a su entorno y su familia, muchas veces perjudicada por la difícil situación que puede atravesar uno de sus miembros.
Existen casos en los que ante la falta de recursos económicos no se puede hacer frente al pago de hipotecas, situaciones de divorcio, estragos de la violencia de género. En Corazón y Manos cuentan con un acuerdo con tres universidades que les facilitan servicios de asesoría jurídica de forma gratuita para intentar ayudar a aquellas personas que se encuentran con este tipo de problemas. Tendemos a pensar que cuando hablamos de ayuda nos referimos solo a lo meramente económico, y no es así. «No somos un banco, pero podemos hacer muchas más cosas para ayudar a los demás» puntualiza Susana.
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