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26 de abril de 2024

Antonio Alcántara, fundador de empresas como Groupalia, Ofertix, Nice and Crazy o Let´s Bonus

Antonio Alcántara, fundador de empresas como Groupalia, Ofertix, Nice and Crazy o Let´s BonusEl Debate

Presunta detención ilegal y extorsión

Un conocido empresario, investigado por secuestrar a un bróker para recuperar su dinero

Se llama Antonio Alcantara: es dueño de Ofertix y Groupalia. La policía le detuvo después de que su víctima le denunciara por tenerle secuestrado durante dos días

Antonio Alcántara olía a éxito. Un empresario alto y elegante que se había hecho a sí mismo, con mucho magnetismo y el don de la palabra, capaz de crear empresas tan conocidas como Groupalia, Ofertix, Nice and Crazy, Let´s Bonus y Offerum. Sin embargo, la ruleta de la fortuna que le había encumbrado se giró: varios acreedores le denunciaron y otro asunto turbio hizo que en 2018 ingresara en prisión. Allí tuvo que aprender a desenvolverse entre barrotes y criminales. Se quedó dentro hasta junio de 2020, que le dejaron salir. Poco después de que las rejas se cerrasen a su espalda por última vez, consiguió llenarse las manos de dinero: hasta cuatro millones de euros. Parte de esa fortuna la invirtió en bolsa a través de varios brókeres: uno de ellos se llama Roberto.
«Conmigo invirtió 150.000 euros vía Internet. No nos vimos nunca las caras», cuenta este economista a El Debate. La inversión no salió bien y Antonio Alcántara perdió el 100% de su depósito. No le sentó bien. A nadie le hubiese sentado bien. La diferencia es que él, presuntamente, utilizó métodos delincuenciales para recuperarlo. Así lo denunció Roberto en una comisaría de Policía Nacional. «Meses después de su primera inversión, él me dijo que se llamaba Daniel», cuenta este economista. «Quería invertir una fuerte cantidad de dinero en bolsa. Un millón de euros, pero lo iba a entregar en efectivo y pedía una cita conmigo para conocernos y entregármelo». Roberto viajó de Madrid a Barcelona. Le recogieron en la estación del tren y lo llevaron a un parque empresarial. Nada parecía extraño. «Sí me extrañó que subimos por las escaleras hasta un tercer piso porque me dijeron que el ascensor estaba roto», recuerda. Cuando llegaron arriba, Antonio abrió la puerta y le cedió el paso. Ese fue el momento en que supo que algo iba mal: la planta era un desierto, sin sillas ni mesas, solo regletas con enchufes donde antiguamente pudo haber puestos de trabajo.

«Eres muy escurridizo»

Mientras el economista trataba de procesar qué estaba pasando, «Antonio cerró la puerta de golpe. Me giré y vi a dos tipos. Uno llevaba una porra extensible y otro una pistola con la que me apuntaba. Los dos tapaban la cara con máscaras. Entonces Antonio empezó a insultarme: “¡Hijo de puta! Llevo casi seis meses preparando esto. Por fin te tengo frente a frente, cabrón. Me vas a devolver todo el dinero que me quitaste. Eres muy escurridizo, pero te he pillado». Roberto le reconoció entonces: «Tú eres Antonio». Según lo dijo, supo que había cometido un error. «Si ya tenía pocas posibilidades de salir vivo de allí, al reconocerle, disminuyeron», cuenta el bróker.
«Te vas a enterar», cuenta Roberto que le amenazó. «Ponte de rodillas», ordenó. «No pienso obedecer», contestó el economista, mientras miraba posibles alternativas para huir. Con gran frustración se dio cuenta de que era imposible, que la única puerta de escape la bloqueaban el empresario y sus dos secuaces. Sin darse cuenta, de repente recibió un porrazo en las piernas que le hizo caer al suelo. Primero le pusieron de rodillas con la pistola contra la cabeza y luego le tumbaron boca abajo: «Me colocaron bridas con las manos a la espalda y en las piernas».
A partir de ahí comenzaron las torturas, mezcladas con insultos y amenazas: «Durante los dos siguientes días me dieron golpes en la cabeza. Al principio patadas, luego con el móvil y al final puñetazos en la nuca». Según la denuncia, todo lo que quería Antonio Alcántara era recuperar su dinero y que le firmase un papel en que le reconociese una deuda de varios millones de euros. A base de golpes y amenazas le sacaron los datos de su cuenta y lograron quitarle los 50.000 euros que tenía ahorrados. Pero como no era suficiente, «me pusieron un corta puros en el dedo gordo de la mano derecha y me dijeron que me lo iban a cortar. Apretaron tanto que todavía hoy me queda marca».
El bróker decidió firmarles lo que le pusieran por delante. Fue la única forma de convencerles de que le acabaran soltando. Así fue. Tras más de 48 horas secuestrado y golpeado, a Roberto lo liberaron cerca de la casa del futbolista Gerard Piqué. Tenía tanto miedo que no se detuvo en ninguna comisaría de los Mossos a presentar denuncia formal. En cuanto pudo se montó en un tren que le trajo de regreso a Madrid. Fue ya en la capital donde presentó denuncia ante la Policía Nacional. El empresario fue detenido bajo los cargos de detención ilegal y extorsión, y está pendiente de juicio. Alfredo Arrien Paredes, el abogado del denunciante, lo tiene claro: «Veo claros los delitos de detención ilegal, robo con violencia e intimidación, extorsión y amenazas, entre otros».

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