Dos teorías sobre el adelanto electoral: la de Junts, el PNV y Podemos y la de ERC y Bildu
Una pregunta recorre los escaños del Congreso desde hace semanas: ¿A qué está jugando Sánchez sobre el tablero de los Presupuestos Generales de 2026?
Pedro Sánchez entrando al hemiciclo del Congreso el pasado miércoles
Pedro Sánchez ha convertido la imprevisibilidad no solo en un sello personal, sino en una de sus fortalezas. En el Cantar de Mío Sánchez hay tres gestas con las que logró dejar a propios y extraños con la boca abierta. Una, cuando en octubre de 2006 renunció a su escaño para no abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy y emprendió una cruzada a lomos de su Peugeot 407 para acabar ganando las primarias del PSOE al establishment de su partido contra todo pronóstico -ay, si aquel coche hablara-.
Dos, cuando se lanzó de cabeza -ayudado por Pablo Iglesias- a una moción de censura contra Rajoy en la que ni muchos socialistas creían, pero que acabó siendo la primera y hasta ahora única que prosperó de la democracia. Y tres, cuando un día después de la debacle del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023 subió la apuesta, disolvió las Cortes y convocó elecciones generales para «someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular», consiguiendo ser investido presidente de nuevo a pesar de no haber ganado en las urnas. Podrían ser cuatro si sumásemos la espantada de cinco días que protagonizó en abril de 2024 tras la apertura de diligencias judiciales contra su mujer, pero de aquel lance salió con demasiadas heridas como para incluirlo en su poemario épico.
Después de más siete años en la Moncloa, los socios continuos y discontinuos del presidente del Gobierno han aprendido muchos de sus trucos. La mayoría de las veces lo ven venir a kilómetros, porque ya son muchas horas de carretera. Pero todavía hay ocasiones en las que Sánchez consigue desconcertarlos, y ésta es una de ellas.
La gran pregunta
Una pregunta recorre los escaños del Congreso desde hace semanas, pero más aún después de la entrevista que el presidente dio en la SER el martes: ¿A qué está jugando Sánchez sobre el tablero de los Presupuestos Generales de 2026? «Es evidente que juega a otra cosa, pero no sabemos a qué», responden desde el grupo parlamentario de Junts.
Pasan los días, las semanas y hasta los meses, y el Gobierno aún no ha dado un solo paso de los que dependen de él
La desidia con la que el presidente y su vicepresidenta y ministra de Hacienda están afrontando el compromiso que él mismo adquirió en julio -y que reitera siempre que le preguntan- de llevar unas cuentas públicas a las Cortes tiene absolutamente despistados a sus compañeros de viaje. Todos saben que hay alguna explicación, pero nadie sabe cuál a ciencia cierta. Pasan los días, las semanas y hasta los meses, y el Ejecutivo aún no ha dado un solo paso de los que dependen enteramente de él, no del Parlamento. No ha aprobado el techo de gasto en el Consejo de Ministros, no se ha reunido con los grupos parlamentarios, no ha entablado siquiera contactos informales con los dos partidos independentistas catalanes…
«No nos han pasado nada, cero», resumen desde el grupo parlamentario de ERC, donde recuerdan que tal vez Sánchez pueda vivir sin Presupuestos de 2026, pero no así Salvador Illa, que gobierna en Cataluña desde hace más de un año con unas cuentas heredadas de Esquerra (también de 2023). El concierto económico está siendo un escollo insalvable para aprobar las nuevas.
María Jesús Montero afirma en público y en privado que no se pone fechas, que todo se andará, que si le aprueban la nueva senda de estabilidad bien y si no también porque seguirá con la actual, que al año aún le quedan más de dos meses, que los Presupuestos de 2023 son perfectamente prorrogables por tercera vez…
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero
La enigmática actitud del presidente se presta a dos teorías, con los partidos de la mayoría de investidura divididos entre ambas. Junts, el PNV y Podemos se malician que esto huele a adelanto electoral, con Sánchez espoleando el voto de izquierdas (Palestina, el aborto, pronto también Franco), Vox en máximos y el PP plano en las encuestas y aturdido. Además, esta semana el juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente ha insinuado en sus autos que se acerca la fase de juicio oral para el tridente formado por José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García.
Y otra variable más. Este lunes comenzará en la Audiencia Nacional el juicio oral al núcleo duro de la trama Gürtel, con Francisco Correa a la cabeza. Entre los 26 acusados está también Pablo Crespo, que fue secretario de Organización del PP de Galicia en los noventa. Lo fue, por tanto, mucho antes de la llegada de Feijóo a la Presidencia del PPdeG, pero eso es lo de menos para los socialistas.
El adelanto electoral, una moneda al aire con la derecha en el entorno de los 200 escaños
ERC y Bildu creen, por el contrario, que Sánchez no va a ser tan imprudente de lanzar la moneda del adelanto electoral al aire estando la derecha en el entorno de los 200 escaños y con Podemos decidido a dividir en tres el voto de la izquierda nacional, lo que acabaría con cualquier opción de mantener en pie al Frankenstein. «Ojo con alimentar a Vox, que no sale gratis», advierten desde las filas republicanas.
Éramos pocos y esta semana parió José Félix Tezanos una encuesta que sitúa al PSOE 15 puntos por delante del PP, la mayor ventaja de toda la legislatura. Más leña al fuego de la especulación. Entretanto, el Gobierno ni siquiera se molesta en cambiar la cantinela de la camiseta sudada, que sus miembros repiten desde hace meses: «Vamos a presentar nuestros Presupuestos y vamos a sudar la camiseta para sacarlos adelante», sostuvo el martes Sánchez en la SER. «Pero también le digo a la ciudadanía que con estos presupuestos que tenemos, que son de una administración progresista, tenemos los carriles para garantizar nuestras principales prioridades en materia social y en materia también de transformación y modernización de nuestro tejido productivo», aclaró.