La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas

La líder de Ciudadanos, Inés ArrimadasEFE

Ciudadanos: decadencia y egos para la última debacle naranja en las urnas

El triunvirato formado por Inés Arrimadas, Guillermo Díaz y Juan Marín acaba en Andalucía con el partido, que afronta ahora un «proceso de refundación»

Las recientes elecciones andaluzas han supuesto un nuevo tropiezo de Ciudadanos (Cs) con las urnas; algo a lo que ya estaban acostumbrados en la formación naranja, que desde las generales de noviembre de 2019 no ha levantado cabeza. Sin embargo, éste, a diferencia de los demás, ha resultado mortal, debido a la magnitud del batacazo y los golpes previamente sufridos: Andalucía era la última plaza donde Ciudadanos ostentaba poder territorial, y no ha podido mantener ni representación parlamentaria.
En diciembre de 2018, la formación naranja obtenía 21 escaños que le permitían, de la mano del Partido Popular, entrar en el Palacio de San Telmo y cambiar el rumbo de la política andaluza tras 37 años de régimen socialista. Además, en mayo de 2019, cuando hubieron de celebrarse las pasadas autonómicas, Cs consiguió posicionarse para ingresar, posteriormente, en los Gobiernos de Castilla y León, la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia, además de presidir la ciudad autónoma de Melilla, a pesar de que Eduardo de Castro —expulsado del partido a finales de marzo de 2021 por ocultar que estaba imputado— fuera su único diputado en la Asamblea melillense.
Sin embargo, en noviembre de 2019, todo comenzó a torcerse. El intento de Albert Rivera por ocupar el espacio de un PP en horas bajas fracasó: Ciudadanos descendía de los 57 escaños que logró en abril, de quedarse a poco más de 200.000 votos del Partido Popular, a escasamente 10. En consecuencia, Rivera dimitía como presidente naranja y abandonaba la política, e Inés Arrimadas, su relevo natural, se ponía al frente de la formación.
Arrimadas llegó a la presidencia de Ciudadanos con las credenciales de haber derrotado en las urnas al separatismo catalán y, sobre todo, haberse ganado a la España constitucionalista. Pero la Inés con la que la gente empatizaba se quedó en Barcelona. La dirigente naranja se rodeó de los suyos y desconectó de la militancia, como denuncian fuentes del extinto grupo parlamentario en Andalucía. En Málaga colocó de coordinador provincial a su amigo y diputado nacional Guillermo Díaz, designado ahora portavoz del equipo político que aborda la «refundación» de Cs. Precisamente, Málaga, junto con Madrid, son las únicas capitales donde Ciudadanos conserva cuota de poder municipal, porque la autonómica la ha perdido entre 2021 y 2022.

La pérdida del poder autonómico

En marzo de 2021, Cs pactó con el PSOE dos mociones de censura en Murcia para echar al PP de los Gobiernos local y regional. Ambas mociones de censura fracasaron, y la formación naranja fue expulsada de los Ejecutivos. Además, en la Comunidad de Madrid, ante el riesgo de una moción de censura en la Asamblea, la presidenta Isabel Díaz Ayuso decidió disolver la Cámara y convocar elecciones, así como destituir a su hasta entonces vicepresidente, Ignacio Aguado, y al resto de consejeros de Ciudadanos de sus cargos en el Gobierno autonómico. Las elecciones madrileñas, celebradas el martes 4 de mayo, supusieron la desaparición de Cs de la Asamblea de Madrid: de 26 escaños a la nada, en menos de dos años.
Mientras tanto, en Andalucía, Ciudadanos se echaba en brazos del Partido Popular para que Juanma Moreno no siguiera los pasos de Isabel Díaz Ayuso y convocara elecciones. Una prematura llamada a las urnas fue un anhelo de Génova durante meses, hasta el punto de intentar forzarla con la filtración de un audio sacado de contexto en el que el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, sostenía que era «estúpido» aprobar unos presupuestos para el último año de legislatura. Todo ello, con el congreso regional del PP andaluz de por medio; un congreso al que, por cierto, asistió Marín.
El guante del adelanto electoral fue recogido, ya a finales de 2021, por Alfonso Fernández Mañueco, que echaba del Gobierno de Castilla y León al vicepresidente, Francisco Igea, y demás consejeros naranjas, y convocaba comicios autonómicos para el pasado 13 de febrero. La cita con las urnas se resolvió con un siniestro casi total de Ciudadanos, que pasaba de 12 a un único procurador en las Cortes castellanoleonesas, con Igea como el último superviviente naranja en ellas.
Finalmente, Juanma Moreno impuso su criterio de intentar agotar la legislatura; «voló libre» (hasta la mayoría absoluta) y convocó elecciones en Andalucía cuando él creyó oportuno, tal como le aconsejó Isabel Díaz Ayuso en el congreso del PP andaluz. Sin embargo, la sombra del adelanto electoral se alargaba a causa de la negativa parlamentaria a los presupuestos para 2022, y en Ciudadanos decidían convocar unas primarias exprés.

«Las primarias no fueron limpias»

Juan Marín resultó ganador de esas primarias, convocadas el 7 para el pasado 14 de diciembre, y que «no fueron limpias», aseguran desde la desaparecida bancada naranja del antiguo Hospital de las Cinco Llagas. El vicepresidente de la Junta, candidato oficialista, se imponía al opositor Fran Carrillo, cuya candidatura fue torpedeada bajo pretexto de no haber abonado al partido 4.000 euros que adeudaba como diputado autonómico.
Se da la circunstancia de que a otros cargos públicos contrarios a los designios de la cúpula arrimada se les dejó de cobrar de repente la cuota correspondiente a la cesión obligatoria de un porcentaje de su sueldo, de manera que acumulaban unas deudas que los impedían votar en las primarias. En particular, una exdiputada autonómica pagó hasta 700 euros para poder participar en la votación.
Así las cosas, de los 2.589 afiliados naranjas que había entonces en Andalucía, sólo 2.264 aparecían al corriente de pago y, por tanto, tenían derecho a sufragio, y de ellos, apenas 1.412 —el 62,4 % de los inscritos y el 54,5 % de los militantes— depositaban su voto en la urna telemática. Juan Marín recabó 823 apoyos, el 58,3 % de los votos, frente a los 454 que reunió Fran Carrillo, el 32,2 %.

El triunvirato de Ciudadanos en Andalucía

Inés Arrimadas, Guillermo Díaz y Juan Marín han formado el triunvirato de Ciudadanos en Andalucía. Ellos han puesto y depuesto a los cargos orgánicos de la coordinadora y del grupo parlamentario. Y son varios los ejemplos.
La designación de Carlos Pérez, concejal del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, como coordinador provincial de Cs en Cádiz, en detrimento de Sergio Romero, fue otra imposición de Arrimadas, quien también lo colocó de asesor en la Diputación gaditana. Pérez ofició la boda civil de la presidenta de Cs y su marido, Xavier Cima, y está casado con una amiga íntima de ella.
Andrés Reche, secretario delegado de Organización de la coordinadora andaluza de Ciudadanos, es amigo de Guillermo Díaz, y Teresa Pardo, que sustituyó a Sergio Romero al frente de la portavocía de Cs en el Parlamento de Andalucía en un efecto dominó para alejar de la responsabilidad a Fran Carrillo, gozaba de la confianza de Juan Marín, quien rara vez ha escuchado más allá de su círculo más cercano.
En los últimos tiempos, el núcleo duro de Marín se reducía a Elena Sumariva, secretaria de Programas de Ciudadanos Andalucía y secretaria general de Relaciones con el Parlamento, viceconsejera de hecho suya; Manuel Buzón, asesor en la Vicepresidencia de la Junta y coordinador de las consejerías naranjas, y Rosa Hernández, delegada de Turismo en Sevilla. Se da la circunstancia de que Sumariva, antes de entrar en política, trabajó en la joyería familiar de Juan Marín, y Buzón es (o ha sido) cuñado político del vicepresidente andaluz. Con Hernández tendría una relación sentimental.
Pero las decisiones personales no se circunscribían únicamente a nombramientos. Del todavía vicepresidente de la Junta fue la idea de abrir la «nueva etapa» de «centro andalucista», anunciada a principios de abril, semanas antes de que Juanma Moreno convocara elecciones para el 19 de junio; una idea —contraria a la esencia de Ciudadanos— que pensó cuando se encerró definitivamente en su círculo y que rápidamente fue desechada.

Egos mortales

«Los egos han matado a Ciudadanos», afirman desde su extinto grupo parlamentario en Andalucía, del que no han aceptado críticas. «Yo no he venido aquí a que me echéis nada en cara», dijo Inés Arrimadas en una visita a la bancada naranja cuando los diputados salientes le pidieron explicaciones sobre algunas decisiones que había tomado. Así, algunos han expresado públicamente su apoyo a Juanma Moreno, y otros se alegran en privado de la victoria del PP en los recientes comicios autonómicos, en los que Cs, en decadencia, no ha podido conservar ninguno de los 21 escaños que poseía en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas.
Ahora, siendo fieles al personalismo que ha acabado con Ciudadanos, la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, y la presidenta del Parlamento andaluz en funciones, Marta Bosquet, pelean por suceder a Juan Marín al mando del partido en Andalucía. La «refundación» de la formación naranja consiste en cambiar de lado las mismas piezas que no han funcionado, señalan aquellos que una vez creyeron en el proyecto de Ciudadanos.
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