La playa de los Cocedores está rodeada por formaciones rocosas moldeadas por el viento y el mar

La playa de los Cocedores está rodeada por formaciones rocosas moldeadas por el viento y el marAyuntamiento de Pulpí

Almería

La última playa de Andalucía, 'atrapada' entre dos pueblos (y dos regiones) que no quieren soltarla

La playa de los Cocedores mantiene viva una histórica disputa entre Pulpí (Almería) y Águilas (Murcia) por definir a cuál pertenece realmente

Ubicada en el tramo costero fronterizo entre Almería y Murcia, la playa de los Cocedores es mucho más que un rincón paradisíaco del Mediterráneo. Esta cala de arena fina y aguas transparentes, rodeada por formaciones rocosas moldeadas por el viento y el mar, encierra una peculiar e histórica disputa entre dos pueblos –y dos regiones– por definir a cuál pertenece realmente.

La controversia no es nueva. Desde hace siglos, la frontera entre Andalucía y Murcia ha oscilado en documentos, mapas antiguos y relatos orales. En el caso de los Cocedores, esta indefinición ha perdurado hasta nuestros días. Así, aunque la playa pertenece oficialmente al municipio almeriense de Pulpí, la localidad murciana de Águilas siempre la ha sentido como propia, tanto por proximidad geográfica como por arraigo cultural y uso tradicional por parte de sus vecinos.

El Ayuntamiento de Pulpí, que asume el mantenimiento de la playa, ha amenazado incluso con llevar el asunto al Tribunal Supremo, pasando previamente por el Instituto Geográfico Nacional y el Consejo de Estado, si no se resuelve la disputa a través de un acuerdo. Entienden que Águilas, encargada del acondicionamiento de los accesos, usurpa un terreno que es suyo y se aprovecha de la cala a efectos de promoción turístico, pese a no tener autoridad sobre ella.

Desde el punto de vista legal, informes cartográficos y estudios de la Universidad de Almería afirman que la playa pertenece íntegramente al municipio de Pulpí. Sin embargo, Águilas la sigue mencionando como parte del entorno natural de Cuatro Calas, junto con otras playas murcianas cercanas, como La Carolina o Calarreona. Es un juego de equilibrios donde ninguno quiere perder visibilidad turística ni ceder identidad.

En cualquier caso, durante generaciones, pescadores y familias murcianas han frecuentado la cala como lugar de trabajo y descanso. Al mismo tiempo, los vecinos de Pulpí han reivindicado su jurisdicción administrativa y su interés por proteger el entorno. Esta superposición de afectos ha creado una especie de custodia compartida no oficial, en la que ambos municipios incluyen esta playa en su promoción turística y cuidan distintos aspectos del entorno.

A este valor sentimental se suma el creciente atractivo turístico del enclave. La cala, que recibe su nombre de unos antiguos cocedores de esparto usados antaño, cuenta con cuevas excavadas en la roca, pozas naturales y un paisaje que seduce a miles de visitantes cada verano. Los dos chiringuitos instalados –uno andaluz y otro murciano– son prueba viva de esta peculiar dualidad que, lejos de enfrentamientos, convive con naturalidad.

Así, más que un conflicto institucional, la de los Cocedores es una historia de raíces compartidas y orgullo local. No hay litigios abiertos ni tensiones graves entre administraciones; en todo caso, un deseo mutuo de poner en valor un entorno natural singular. Pulpí la ha utilizado como imagen en campañas nacionales, mientras que Águilas la promueve en rutas y visitas guiadas desde su oficina de turismo.

En definitiva, la playa de los Cocedores ocupa un lugar privilegiado en la costa andaluza-murciana, pero también actúa como frontera viva. Al final, los bañistas disfrutarán igual, pero quizá lo hagan conscientes de poder estar con los pies en dos localidades y dos regiones a la vez. Una brecha territorial recubierta de arena, historia y aguas turquesas.

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