Varios miles de personas, en su mayoría mujeres, se han manifestado este miércoles ante la sede principal del Servicio Andaluz de Salud (SAS) en Sevilla, donde han denunciado «inadmisibles fallos» en el programa de cribado del cáncer de mamaEFE/ Raúl Caro

Un escándalo sanitario y político

Los fallos en los cribados: la crisis que se llevó por delante a la tercera consejera de Salud de la era Moreno

El 29 de julio de 2024, con el curso político entrando en la pausa obligatoria del verano, Juanma Moreno anunciaba el nombramiento de Rocío Hernández Soto, una pediatra que acreditaba experiencia en la dirección y la gestión sanitaria, como nueva consejera de Sanidad.

De esta manera, el presidente de la Junta de Andalucía, sabedor de los peligros de la mayoría absoluta de la que disfruta, como por ejemplo, caer en la autocomplacencia, rectificaba el rumbo de un área, la sanitaria, que se había convertido en el talón de Aquiles de su Ejecutivo.

No en vano, aquel mes de junio, había tenido lugar una huelga de la salud andaluza «en demanda de los cumplimientos de los acuerdos de Atención Primaria y Carrera Profesional». Unos paros que, unidos al eterno problema de las listas de espera, acabaron por sepultar a la antecesora de Hernández en el cargo, Catalina García, que pasaba a Medio Ambiente.

La gestión, por encima del perfil político

Hernández Soto se convertía en la tercera consejera del ramo de la era Moreno desde que el PP llegó a San Telmo en el año 2019. Su perfil estaba más marcado por la gestión, a diferencia de sus antecesores, Jesús Aguirre, ahora presidente del Parlamento andaluz, y Catalina García, de mayor peso político ambos.

Moreno esperaba que con una gestora de su experiencia se consiguiera encauzar el rumbo de la sanidad, muy en entredicho, y sobre todo acallar las críticas de la oposición, que había encontrado el flanco débil por donde atacarle.

Sin embargo, apenas un poco más de un año después, y en un curso tan comprometido como el actual, debido a las elecciones que tocan en 2026, Hernández se marcha forzada por la crisis del cribado del cáncer de mama.

Moreno anunciaba su adiós en la tarde de este 8 de octubre, cuando los ecos del escándalo están aún lejos de acallarse, cuando a principios de la crisis se negó a hacer cambios «Resulta comprensible que en un sistema tan complejo haya errores, incidencias», justificó el 'popular'. «Lo difícil de entender es que hayan sido las propias afectadas las que hayan alertado del problema», lamentaba. «No hay excusas, por eso nosotros no las ponemos, actuamos. Por eso auditaremos lo que haga falta auditar y cambiaremos lo que no esté funcionando».

Respuesta fallida

El pasado miércoles, 1 de octubre, la crisis se daba a conocer a la opinión pública cuando la izquierda llevaba la denuncia de un grupo de mujeres afectadas al Parlamento autonómico. María Jesús Montero, candidata del PSOE-A en las inminentes elecciones, lo replicó desde Madrid. Había olido sangre. La reacción de la Junta fue lenta e ineficaz. Primero, el consejero de la Presidencia, Antonio Sanz, acusó al PSOE de «meter miedo», y el resto del Gobierno andaluz, con Rocío Hernández a la cabeza, resaltó que no eran veraces los datos que se daban e hicieron creer que el problema solo afectaba a unas cuantas mujeres.

La estrategia de San Telmo se encaminó a la refriega política y los responsables de comunicación de la Junta se dedicaron a filtrar a medios como ABC que el actual protocolo estaba vigente desde los tiempos de María Jesús Montero cuando fue la consejera autonómica de Salud (2012-2015). Una huida hacia adelante que entre la ciudadanía no se entendió al ser el PP el actual responsable de todo lo que ocurre en un tema tan sensible para la sociedad.

Después, se reconoció por fin el problema y se empezó a actuar, pero una semana después, la propia portavoz del Ejecutivo, Carolina España, se veía en la tesitura de reconocer ante los periodistas que aún no saben con exactitud qué es lo que había fallado, pese a lo cual, se anunciaba por fin un cambio en el protocolo. Pero ya era tarde para algunas. Una manifestación de la izquierda en Sevilla, convenientemente movilizada, exigía a gritos la dimisión del propio Moreno, mientras este salía a rueda de prensa a anunciar que Andalucía acabará la legislatura con un cuarto consejero o consejera de Sanidad del que se desconoce su nombre, pero que tendrá que lidiar con un último año muy complicado.