Obras del Metro de MálagaEuropa Press

Málaga

Las obras del Metro destapan la Málaga romana con el hallazgo de varias tumbas: así vivían

Las excavaciones en el entorno de Guadalmedina revelan una necrópolis donde descansan los malagueños del siglo I, un descubrimiento que redefine los límites de la ciudad antigua y su día a día

Textos y leyes romanas en MálagaDiputación de Málaga

Cada palada en las obras del Metro de Málaga es un viaje en el tiempo. Lo último en emerger del subsuelo, en el cruce de Hilera y Peso de la Harina, es un conjunto de tumbas romanas que ha sorprendido a los arqueólogos. No se tenía constancia de una necrópolis en esta zona, lo que amplía el mapa conocido de la Malaca romana. Los hallazgos, inicialmente considerados aislados, han multiplicado su importancia con nuevas excavaciones.

Una ciudad próspera junto al mar

La Malaca romana bullía de actividad en sus calles estrechas y empedradas. Sus habitantes respiraban el olor constante del garum, esa preciada salsa de pescado que se producía en factorías costeras y se exportaba a todo el Imperio. La vida transcurría entre el puerto comercial, donde se negociaba con aceites y vinos, y las termas públicas donde los ciudadanos socializaban. No era una aldea, sino una urbe con foro, teatro y templos.

Teatro romano de MálagaDiputación de Málaga

La población, estimada en varios miles de personas, se distribuía entre aristócratas hispanorromanos, comerciantes, artesanos y esclavos. Las familias adineradas vivían en domus (viviendas grandes) con patios centrales y mosaicos, mientras los más humildes se hacinaban en insulae (como apartamentos) de varios pisos. El teatro, construido en la ladera del Gibralfaro, era el centro de ocio donde todas las clases sociales, aunque separadas, disfrutaban de espectáculos.

El corazón industrial de la Bética

Lo cierto e s que Malaca destacaba por su producción de salazones y garum, una industria que generaba gran riqueza. Las piletas de salazón descubiertas cerca de la actual calle San Agustín muestran la escala de esta actividad. Los arqueólogos han documentado cómo aquí se procesaban atunes y boquerones, que luego se envasaban en ánforas fabricadas en alfares locales para su distribución mediterránea.

La dieta de estos malagueños del siglo I combinaba productos del mar con cereales, legumbres y la tríada mediterránea: aceite, vino y trigo. En las tabernas, los trabajadores compartían pan aderezado con ese garum que hacía famosa a su ciudad. Mientras, las élites celebraban banquetes recostados en tricliniums (el sofá de la época), disfrutando de ostras y vinos locales.

Piletas para la fabricación del garum en MálagaDiputación de Málaga

El legado arquitectónico que perdura

Entre los edificios más emblemáticos que definían el paisaje urbano de Malaca destacaba el Teatro Romano, construido en el siglo I a.C. bajo el mandato de Augusto. Esta imponente estructura, con un aforo para miles de espectadores, era el centro cultural y de ocio por excelencia. Sus gradas aprovechaban la ladera del cerro de la Alcazaba para ofrecer vistas perfectas del escenario donde se representaban tragedias y comedias.

Junto al teatro, la ciudad contaba con termas públicas como las descubiertas en la calle San Agustín, donde los ciudadanos se reunían para bañarse, hacer ejercicio y socializar. El foro, situado en lo que hoy es la Plaza de la Constitución, servía como corazón administrativo y comercial. Mientras, en la zona portuaria funcionaban las factorías de salazones, cuyas piletas aún pueden visitarse en el Centro de Interpretación de la Málaga Romana.

Muralla romana en Málaga, visible en el parking de la Plaza de la MarinaDiputación de Málaga

El misterio de la nueva necrópolis

El hallazgo actual es particularmente valioso porque revela costumbres funerarias. Estas tumbas, situadas extramuros junto al camino natural hacia la desembocadura del Guadalhorce, contienen ajuares que ahora estudia la Delegación de Cultura. Según los arqueólogos, estos objetos cotidianos -lucernas, monedas, joyas- «nos hablan de sus creencias sobre la muerte y la vida en el más allá».

El destino de estos hallazgos será el museo de la estación de Guadalmedina, donde se integrarán con los restos musulmanes ya descubiertos. Así, bajo el mismo suelo moderno, convivirán las huellas de las distintas civilizaciones que han construido la Málaga actual, mostrando una vez más que cada avance hacia el futuro descubre un nuevo capítulo del pasado.