Las acequias de riego son sistemas de economía circular local que utilizan materiales que no producen residuos
Declaración de Granada
El regadío tradicional logra un respaldo histórico en Granada en su camino hacia el Patrimonio de la Humanidad
La principales amenazas que ponen en riesgo este sistema son el envejecimiento de sus miembros, la falta de relevo generacional y la pérdida de saberes ancestrales
los sistemas históricos y tradicionales de riego, como los de la Vega de Granada o las huertas de Murcia, Orihuela o Valencia, forman parte esencial del patrimonio cultural español. De hecho, el pasado mes de septiembre el Gobierno central inició el trámite para su inscripción en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
Ahora, más de 120 representantes de comunidades de regantes de toda España han aprobado la Declaración de Granada en defensa del regadío tradicional, que reclama políticas públicas que reconozcan y apoyen su gestión sostenible, en un momento en que enfrentan «amenazas que ponen en riesgo su existencia, como: el envejecimiento de sus miembros, la falta de relevo generacional y la pérdida de conocimientos tradicionales».
A esto se suma la intensificación, industrialización y tecnificación agraria, que son causas directas de la sobreexplotación de los acuíferos y la pérdida de biodiversidad, al poner en riesgo la viabilidad de las pequeñas explotaciones y favorecer la concentración del suelo y el agua en pocas manos.
Las acequias y la diversidad agrícola
Las acequias son un ejemplo emblemático y milenario de los sistemas de riego tradicionales. Estas ingeniosas estructuras, gestionadas por una comunidad de regantes, utilizan materiales naturales locales, no producen residuos, y tienen una bajísima dependencia tecnológica y energética, al estar basados en la gravedad. Otra de sus ventajas es que han sido capaces de adaptarse y sobrevivir a grandes crisis económicas y cambios sociales, ambientales, culturales y políticos a lo largo de siglos.
Acequias históricas de Caniles
La Declaración de Granada ha destacado en su texto que las acequias «mantienen la producción de cultivos, pastos y otros ecosistemas, contribuyendo a la soberanía alimentaria del territorio y a fijar población rural, mitigando el abandono rural y la despoblación». En cuanto a sus valores ambientales, ha resaltado su contribución a la diversidad agrícola y biológica, gracias a su capacidad para generar y regenerar suelos y a su papel de corredores ecológicos para un gran número de especies.
Previenen desastres y cambio climático
Además, los más de 120 representantes de comunidades de regantes de toda España, que se han reunido en Granada, han señalado que las acequias tienen una función estratégica en la prevención de desastres y la mitigación del cambio climático, al prevenir la generación de incendios, bajar la temperatura, aumentar la humedad ambiental o reducir la erosión y el riesgo de corrimientos de tierra.
«Como sistemas hidráulicos, abastecen de agua potable y de riego a un gran número de territorios, regulando los ciclos hidrológicos, aumentando el periodo de permanencia y disponibilidad de agua en la cuenca a través de la infiltración y los retornos de riego. Algunas de sus técnicas tradicionales son sistemas ingeniosos de siembra y cosecha de agua, y han sido reconocidos internacionalmente como ejemplos paradigmáticos de soluciones basadas en la naturaleza», continúa la declaración de Granada.
Por último, hay que destacar que las acequias son un patrimonio cultural de gran relevancia con una larga tradición histórica, al menos, desde época medieval, y tienen un un gran impacto en la cultura e historia de muchos territorios de nuestro país.