La calle Larios es una de las principales arterias donde se puede disfrutar de las procesiones malagueñas
Semana Santa 2025
El motivo por el que la Reconquista supuso un antes y un después en la Semana Santa de Málaga
Es entonces cuando surgen las primeras cofradías y hermandades, que permanecen con su fe inalterable hasta nuestros días
La Semana Santa es una de las más icónicas e inmortales señas de identidad de la provincia de Málaga, una fiesta en la que se unen tradición y devoción, donde hermandades, cofradías y malagueños de todos los barrios y municipios, por muy pequeños que sean, salen en procesión portando a hombros sus imágenes más queridas, viviendo sus días grandes con pasión y fervor.
El comienzo de esta tradicional manera de conmemorar la Pasión y Muerte de Jesús en tierras malagueñas se remonta a la época de la Reconquista. Los Reyes Católicos culminaron la Toma de Málaga el 19 de agosto de 1487, lo que supuso la expulsión de los musulmanes de sus territorios y la entrada de pobladores cristianos, la mayoría procedentes de Castilla, los cuales fueron los encargados de extender la fe católica por toda la provincia.
Una de las primeras decisiones que tomaron los monarcas en este proceso de Reconquista fue la de instaurar el Obispado de la ciudad, nombrando primer obispo de Málaga a Pedro Díaz de Toledo, limosnero de Isabel la Católica, el cual mandó transformar la mezquita mayor en catedral y sobre la mezquita menor inició la construcción de la iglesia parroquial de Santiago, la más antigua de la capital. En torno a los dos ejes principales del trazado urbano se configuraron las cuatro primeras parroquias: además de la iglesia de Santiago, Santa María, los Santos Mártires y la iglesia de San Juan.
Asimismo, Díaz de Toledo contribuyó a poblar de cristianos toda la provincia y se encargó de atraer a su diócesis a diferentes órdenes religiosas, a las cuales autorizó para fundar asentamientos. Así, los primeros que llegaron a Málaga fueron los Franciscanos, en 1489, quienes fundaron el convento San Luis El Real; los Trinitarios, que fundaron el Convento de La Trinidad en 1491 y que simbolizaron el origen del barrio de La Trinidad; los Dominicos, quienes se instauraron en el Convento de Santo Domingo de Guzmán; así como los Mínimos, los Mercedarios, los Agustinos y los Carmelitas, ligados al popular barrio de El Perchel.
Es precisamente al amparo de estas órdenes religiosas bajo el que se crearon las primeras hermandades y cofradías en el siglo XVI con la intención de plasmar de manera práctica la expresión religiosa de los conquistadores y adoctrinar en la fe católica a los habitantes de la ciudad con un modelo, el pasionista, que se mantenía vigente en las ciudades castellanas desde el siglo XII. Las seis primeras cofradías de Pasión fundadas en la ciudad de Málaga fueron Vera-Cruz, Sangre, Ánimas de Ciegos, El Paso, Monte Calvario y Soledad, todas ellas vinculadas a conventos.
Así, el surgimiento de estas primeras hermandades propició los encargos de imágenes religiosas a las que rendir culto, una de sus motivaciones principales junto a la de participar en la procesión anual, asistir a sus hermanos y dar cristiana sepultura a los miembros de la corporación.
En aquellas primeras procesiones de Semana Santa, los tronos malagueños salían de sus respectivos templos hacia la Catedral y la antigua Plaza de las Cuatro Calles (actual Plaza de la Constitución) en tableros de reducido tamaño portados por una decena de hombres, a quienes acompañaban los ‘hermanos de luz’ (actuales nazarenos) y los ‘hermanos de sangre’, que se azotaban durante todo el recorrido, cumpliendo su penitencia a la vista de todos como muestra de su fervor y de la nueva religiosidad que se extendió por estas tierras.