
El interior del Huevo de Colón se encuentra completamente desmantelado a causa de los sucesivos robos de placas
Sevilla
El expolio del Huevo de Colón: continuos robos dejan en el esqueleto a la mayor escultura de bronce de España
El monumento, inaugurado en 1995, se ha convertido con el paso de los años en un palomar gigante
Con sus 45 metros de altura y sus 476 toneladas de peso, el Nacimiento del Hombre Nuevo, conocido popularmente como el Huevo de Colón, es la mayor escultura de bronce que hay en España. Sin embargo, a lo largo de los años ha sido víctima de un expolio que lo ha dejado prácticamente en el esqueleto.
Se trata de una obra del escultor ruso-georgiano Zurab Tsereteli que se encuentra al norte de la ciudad de Sevilla, concretamente en el parque de San Jerónimo, y que donó el Ayuntamiento de Moscú a la capital hispalense con motivo de la Expo 92.
Su traslado fue todo un desafío logístico. Primero, fue transportado en barco desde San Petersburgo hasta Santurce (Vizcaya), y desde allí lo trasladaron hasta Sevilla en siete camiones tráiler y dos más de transportes especiales, debido a la longitud de sus piezas más grandes. Luego tardó en montarse nueve meses. Este proceso de montaje no estuvo exento de actos vandálicos.
El Huevo de Colón, que representa a Cristóbal Colón sosteniendo un mapa dentro de una esfera oval, de ahí su apodo, fue inaugurado por la infanta Elena y su entonces marido, Jaime de Marichalar, en 1995. Apenas tres años después, la prensa local ya se hacía eco de los primeros robos. Uno de los elementos que primero desapareció fue una de las tres carabelas que representan el descubrimiento de América.
En el año 2000, el Ayuntamiento de Sevilla reparó los daños y sustituyó las piezas de cobre que recubrían la escultura por calamina, un material más barato, para desincentivar los robos. Con ello se logró una tregua de unos diez años, hasta que entre 2011 y 2012 volvió a ser objeto del expolio continuado. La respuesta del Consistorio fue colocar una malla en la parte inferior del monumento para impedir el acceso, ya que el estanque circundante era insuficiente.
Víctima de este expolio y del abandono institucional, debido a la falta de vigilancia, el Huevo de Colón se ha convertido con el paso de los años en un palomar gigante. El interior de la estructura se encuentra completamente desmantelado, dejando al descubierto el esqueleto del monumento, a causa de los sucesivos robos de placas. Vecinos y colectivos sociales en defensa del patrimonio han denunciado esta situación en múltiples ocasiones, sin mucho éxito por el momento.
Primeras detenciones
En 2021, la Policía Nacional detuvo a cuatro personas por el robo de 42 placas de bronce desaparecidas del Huevo de Colón. Fue la primera vez que se producían detenciones relacionadas con el expolio continuado que ha sufrido históricamente el monumento.
Los agentes iniciaron la investigación después de que el entonces presidente de la Junta Municipal del Distrito Norte, Juan Antonio Barrionuevo, interpusiera una denuncia alertado por hasta 11 asociaciones vecinales de la sustracción de gran cantidad de placas de revestimiento interno de la escultura.
La Policía Nacional puso entonces en marcha un dispositivo de inspección en chatarrerías de toda Sevilla con el fin de localizar las piezas robadas. En una de ellas se encontraron 25 placas. El dueño de este negocio fue arrestado por comprar una mercancía «pese a las evidencias de que el material podría ser sustraído», según se señaló tras la resolución del caso.

Piezas del monumento recuperadas por la Policía Nacional en 2021
Las otras 17 placas viajaron a Portugal, concretamente a una chatarrería ubicada en la localidad de Sao Brás de Alportel, en el Algarve. No obstante, regresaron a España a través del puesto fronterizo de Ayamonte para ser vendidas en una chatarrería de Alcalá de Guadaíra, donde finalmente fueron recuperadas.
En el robo, los ladrones aprovecharon que el estanque que rodea el monumento se encontraba seco para acceder a la estructura mediante una escalera y sustraer las piezas, que luego cargaron en una furgoneta que aparcaron junto a una salida del parque de San Jerónimo. Las 42 placas tenían un peso conjunto de 503 kilos y un precio en el mercado de la chatarra de 2.263 euros, valor que no suple el daño patrimonial infligido.