La imagen «ha sido repuesta nuevamente al culto tras corregirse un efecto indeseado provocado por las pestañas sustituidas durante la intervención»

REMITIDA / HANDOUT por ÁLVARO HERAS / HERMANDAD DE LA MACARENA
Fotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma
21/6/2025

La imagen «ha sido repuesta nuevamente al culto tras corregirse un efecto indeseado»ÁLVARO HERAS / HERMANDAD DE LA MACARENA

Una restauración polémica

«Había que intervenir, pero no así»: los hermanos de La Macarena opinan sobre la restauración

La intervención de urgencia sobre la Virgen de la Esperanza ha generado un aluvión de críticas internas y la dimisión de dos cargos clave de la Hermandad

La Santísima Virgen de la Esperanza ha sido repuesta al culto tras corregirse un efecto indeseado provocado durante una reciente restauración. La intervención fue realizada por el taller sevillano de Arquillo, uno de los más reconocidos en el ámbito cofrade. Sin embargo, el resultado no fue el esperado, y la Hermandad tuvo que solicitar su regreso con urgencia para intentar solventar el problema.

El mayordomo y el prioste de la Virgen han presentado su dimisión tras el escándalo, motivo para que unos doscientos hermanos y devotos se concentrasen este pasado lunes 23 de junio a la puertas de la Basílica en señal de protesta.

Esta concentración coincidía con la celebración de un cabildo de oficiales en el que la Junta de Gobierno acordaba solicitar al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) —organismo dependiente de la Junta de Andalucía— la elaboración de un informe técnico. El objetivo del documento es analizar en detalle las intervenciones realizadas recientemente sobre la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, como paso previo a la posible convocatoria de un Cabildo General Extraordinario en el que se valore una nueva actuación sobre la Virgen.

«Había que intervenir, pero no así ni con tanta prisa»

Entre los hermanos de la Macarena se percibe una mezcla de comprensión y malestar. Algunos reconocen que la imagen necesitaba cuidados, pero critican el modo en que se ha gestionado el proceso.

«Creo que era necesaria una intervención, pero había que hacerla con más tiempo y de otra forma», comenta un hermano con décadas de vinculación con la Hermandad.

El foco de la crítica no es tanto el fondo como la forma. Según explica, el verdadero problema está en el procedimiento seguido: «Para restaurar la imagen hay que contar con la autorización de los hermanos mediante Cabildo General. Hay un acuerdo de 2011 por el que se permite a la junta acometer labores de mantenimiento sin necesidad de pasar por ese trámite, pero esto ha sido más que un simple mantenimiento»

La intervención, que apenas duró cuatro días, se justificó formalmente como una actuación de conservación, lo que permitió actuar sin convocar Cabildo. Sin embargo, varios hermanos consideran que, por su alcance real y los efectos visibles en la imagen, debió tratarse como una restauración en toda regla, sujeta al control de los hermanos.

Jesús Romanov López-Alfonso, licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y hermano de a pie de la Hermandad de La Macarena, ha asegurado en sus redes sociales que «una imagen que está al culto diariamente y que es referencia en el mundo entero no puede ser sometida a un efecto tan brusco, puesto que no se trata de una pieza de museo, sino de un objeto de devoción que canaliza la piedad popular».

En declaraciones a El Debate el historiador ha asegurado que «el ambiente que se respira entre los hermanos es de, por un lado tensión y, por otro, de pena profunda». Y es que, aunque, para este hermano, la intervención era necesaria, ya que en 2012 a la Virgen se le dio un barniz que oscureció mucho su rostro y que este se ha ido ensuciando con el paso de los años, dicha restauración tendría que haberse realizado de otra manera. «Se ha hecho, en primer lugar, sin los permisos necesarios y, en segundo lugar, sin ponerlo la Junta en conocimiento de los hermanos».

Además, Jesús ha criticado el modo en el que se ha actuado. «No se tenía que haber puesto a la Virgen al culto cuando se sabía que iba a causar esa impresión. Deja bastante que desear la gestión que se ha realizado por parte de la Junta de Gobierno. Es una auténtica pena».

Otros hermanos también han querido expresar su opinión a este periódico y parece que existe una creencia generalizada de que la Junta de Gobierno falló en su cometido. Así, Jesús Manuel Pérez, ha asegurado que «limpiar y restaurar no es lo mismo» y que la Junta «falló al no dejar claro lo que iba a hacerse». «El revuelo levantado ha sido normal, porque ha sido un cambio radical que aún sigue sin estar reparado del todo», ha asegurado.

Por su parte, Cristina Parrado, también hermana, asegura, bastante afectada, no reconocer a La Esperanza. «Cuando me acerqué hoy al besamanos no se me encendió el corazón», afirma después de visitarla frecuentemente durante 57 años. «Estamos desolados sin ella».

La Macarena no es una imagen cualquiera

La Esperanza Macarena es una de las devociones más populares y simbólicas de Andalucía y del mundo cofrade. Su influencia trasciende lo religioso: está presente en la cultura, la identidad sevillana y el imaginario colectivo. Cualquier modificación, por mínima que sea, afecta a miles de fieles que la consideran parte de su vida.

Cabe destacar, además, que se trata de una imagen del siglo XVII, un auténtico tesoro del barroco andaluz, con una talla de ejecución exquisita, u rostro de expresión única y una historia cargada de misterio, devoción y arte. Por este motivo, su conservación no es solo una cuestión de fe sino, también, de protección del patrimonio artístico español.

Más allá de lo técnico, la restauración de la Macarena ha removido algo más profundo: la necesidad de que los fieles se sientan escuchados cuando se toca lo que para muchos es sagrado. En una imagen que es al mismo tiempo devoción, patrimonio y símbolo colectivo, cualquier cambio —por pequeño que sea— se vive como un estremecimiento.

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