(Foto de archivo)La polémica transformación de olivos por placas solares ha saltado de Jaén a otros puntos de Andalucía
Sevilla El agricultor de Carmona que ha cambiado su siembra por placas solares: «Ahora gano 1.900 euros por hectárea»
Tal y como sucediera con los municipios de la campiña jiennense, la fiebre por los proyectos fotovoltaicos se extiende a otros puntos de Andalucía, como es el caso de esta localidad sevillana
el auge de las placas solares no se detiene. Si en los últimos meses, la polémica parecía estar localizada en la campiña jiennense, con toda una revolución a cuenta del rechazo que en poblaciones como Lopera, Porcuna y Marmolejo contra estos megaproyectos de energías renovables, ahora parece haber saltado a otros puntos de Andalucía.
En pueblos sevillanos como Carmona, muy dados al cultivo del trigo o girasol, los campos sembrados están dando paso a otro horizonte, más preocupante para algunos, pero más lucrativo para los dueños de las tierras, que les sacan más rendimiento.
Carmona ha vivido durante décadas del cultivo herbáceo, como el algodón y el girasol, y también del leñoso, como el olivar. Pero eso parece estar modificándose tras el auge de las renovables. Como contaba su alcalde, en el programa de laSexta Equipo de Investigación, el municipio sevillano vive una auténtica fiebre, pero no del oro, sino de las placas fotovoltaicas.
Uno de los agricultores que no se lo ha pensado ha sido José Portillo, que ha alquilado 15 hectáreas de su propiedad, que en su día iban destinadas a sembrar pipas, trigo y garbanzos, seducido por la rentabilidad prometida e inmediata. «Antes me llevaba 100 euros por hectárea durante la cosecha, ahora son 1.900 euros», explica. Una razón que, como ya se vio en la provincia de Jaén, ha llevado a varios propietarios de terrenos a hacer lo mismo ya que estos proyectos le aseguran unas ganancias antes no les reportaban las cosechas. «Con ese dinero ahora voy a poder viajar y hacer cosas que antes nunca había podido», argumenta.
La polémica está servida
Si bien la rentabilidad que se le saca a estas tierras por alquilarlas para la instalación de placas y otros artilugios de las renovables está fuera de toda duda, hay quien alerta que esta práctica supone pan para hoy y hambre para mañana.
Las plataformas en defensa del campo se han movilizado para alertar del peligro que se cierne sobre ellos ante el aumento de este tipo de megaproyectos, que pueden acabar desembocando en el conocido como el chocolate del loro.
SOS Rural ha iniciado una macrocausa judicial para impedir la tala de olivos milenarios, advirtiendo a sus dueños de que, una vez que los promotores de las placas solares finalicen con su acuerdo de arrendamiento, recuperarán unas tierras inservibles a las que se les ha arrancado su verdadera e insustituible materia prima.
Sin duda, el campo andaluz se enfrenta a un desafío que ha contado con el beneplácito de la mayoría de administraciones y la ambigüedad de determinadas leyes, y que parece no haber dejado más elección a los agricultores que dejarse seducir por los cantos de sirena.