Hablar de lo que hay que hablar

Hoy nace El Debate en Baleares. Y lo hace para, como dijo Herrera Oria, cumplir con la triple finalidad de un periódico: «informar, orientar y deleitar». Este nuevo proyecto pretende, por un lado, contar hechos, pero también interpretarlos y darles contexto. Y por el otro, juzgar esos hechos, haciendo que cumpla «su gran función social, como cooperativa de ideas y portavoz de la sociedad».

El Debate quiere hablar de la historia, del patrimonio, de la cultura y de la manera de ser de los ciudadanos de Baleares. Aspira también a transmitir la idiosincrasia de cada una de las islas, porque este proyecto es una apuesta decidida por el periodismo local y regional, que no se escribe desde lejos, sino desde la calle de al lado, desde el local de la esquina, desde el centro de la plaza. Porque, como diría Antònia Font, «la vida passa, però no massa, si no devalles a sa verbena».

El barco de El Debate arriba a puerto en Baleares después de atracar en otras regiones como Cataluña, Andalucía, Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana. Y lo hace con la firme voluntad de hablar de lo que hay que hablar, con criterio propio. No entraremos al trapo de los temas que interesan a otros, ni compraremos el mensaje que nos quieran imponer. Recuerden que, como subrayaba Herrera Oria, «el peligro de la prensa no está en tener ideas propias dentro de las inevitables discrepancias, sino en dar como propias ideas impuestas».

A partir de hoy, El Debate aspira a representar a esos lectores que creen en la vida, en la familia, en el Estado de derecho, en la Constitución, en la libertad lingüística, en la igualdad de todos los españoles ante la ley, en una memoria que no divida en bandos, en la tradición y, también, en los valores del humanismo cristiano, golpeados como el Cristo de la Sang, pero inmortales como su figura. Este periódico será su toma de tierra porque ellos son «el alma» del periódico.

Esta es la vitola con la que hoy arranca un periódico que arriba con vocación de arraigar en estas cuatro islas que tienen mucho, muchísimo que contar. Aquí nacieron los primeros pactos de todos contra la derecha, aquí surgió el partido más corrupto de España, aquí se registró el primer avión patera, aquí se dio el primer Gobierno autonómico del PP en solitario durante toda la legislatura, aquí están las mejores empresas turísticas del mundo y las mejores discotecas, aquí se inventó el balconing… ¿Quién diría que a Mallorca se le llamaba la isla de la Calma?

Y aquí se están dando, ahora mismo, debates pioneros y punteros en España, como la contención turística, la sensación de saturación por la masificación, las consecuencias de la ‘España que se llena’, los gravísimos problemas para acceder a una vivienda o la inmigración ilegal.

Por eso hacía falta que El Debate llegase a Baleares. Porque lo que ocurre aquí importa a toda España, y necesita contexto, no solo titulares ni comunicados. Vivimos tiempos extraños: ya no hay bandos, pero sí consignas; ya no hay censura, pero cuesta hablar sin medir cada palabra. Nos han convencido de que el silencio es prudencia, cuando muchas veces es solo miedo. A veces pienso que lo que más nos falta no son certezas, sino coraje. Coraje para sostener la palabra, para dudar sin pedir perdón, para decir «no lo sé» sin que eso suene a rendición. El periodista que no incomoda, que no pregunta, que no se arriesga a contradecir el relato dominante, acaba convertido en un funcionario de la apariencia.

Y desde esta nueva redacción -arraigada en Mallorca, abierta a todas las islas y conectada con la red nacional de El Debate- contaremos lo que pasa, pero también lo que subyace. Porque no basta con relatar los hechos: hay que entenderlos. Y dar contexto. Poco a poco, se irán incorporando firmas a esta cabecera. Prometemos hacer un periodismo honesto. Mare de Déu dels Àngels, assistiu-nos!