La intensa relación del Papa Francisco con Castilla-La Mancha

La primera vez que el Papa Francisco recibió a un alcalde castellanomanchego fue el 3 de abril de 2014. Juan Antonio Callejas, regidor de Villamayor de Calatrava, en Ciudad Real, le regaló una imagen de la Virgen del Rosario pintada sobre cerámica. Fue la primera toma de contacto con la región.

En octubre de ese mismo año, Francisco decretó como Año Jubilar el 75º aniversario de la bendición de la Archicofradía de la Purísima Concepción, la patrona de Escalona, en Toledo. Antes, el 24 de febrero ya había recibido por primera vez a obispos castellanomanchegos, con motivo de la visita 'Ad Limina Apostolorum'.

Cinco obispos castellanomanchegos

Tres años más tarde recibió en audiencia al entonces arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, y a mujeres del Grupo Santa Teresa de mujeres separadas de la archidiócesis toledana, que coordina la Delegación Diocesana de Familia y Vida.

Durante su pontificado nombró a cinco obispos castellanomanchegos. El primero el entonces obispo de Osma-Soria, Gerardo Melgar Viciosa, como obispo de la Diócesis de Ciudad Real, en 2016. Monseñor Ángel Fernández Collado, hasta entonces obispo auxiliar de Toledo, fue nombrado nuevo obispo de Albacete en 2018.

Francisco Cerro Chaves fue el tercero de los obispos nombrados por Francisco en 2019. El cuarto fue Julián Ruiz Martorell, nuevo obispo de Sigüenza-Guadalajara en 2023. También nombró al conquense José Ángel Saiz Meneses arzobispo de Sevilla.

En 2021 recibió al presidente de la Comunidad, Emiliano García-Page, y en 2023 atendió a un grupo de personas con discapacidad intelectual de la Fundación Madre de la Esperanza de Talavera de la Reina. El pasado noviembre se reunió con una representación del Convento de Agustinas de la misma ciudad por su 450º aniversario.

En 2024 una representación de los Armaos de Calzada de Calatrava, en Ciudad Real, viajó a Roma para participar en el desfile de soldadescas romanas calatravas ante el Papa Francisco, en plena plaza de San Pedro del Vaticano. Ese verano Francisco firmó una camiseta del equipo local con el nombre de Mateo, el niño asesinado en Mocejón, que envió junto a un rosario a la familia.