La ciudad cuyas calles son como puertos ciclistas: «T... cuesta trabajo, cuesta arriba y cuesta abajo»

Cualquiera que llegue a Toledo por primera vez, sea cual sea el lugar donde se presente, puede comprobarlo, como reza el dicho: «Toledo cuesta trabajo, cuesta arriba y cuesta abajo».

Ya puede «empezar de cero», es decir, desde, por ejemplo, la Puerta de Bisagra, al principio del casco histórico que empieza allí a subir casi hasta el cielo, o desde el mismo centro y sus laberintos donde se encuentran pendientes extraordinarias en algunas calles.

Hay una seria competición a vuelapluma, porque a veces hasta el más insignificante repecho, a simple vista, puede desfondar al más pintado. Toledo es una cuesta como dice la frase repetidas veces. El Alcázar se alza como el gran castillo de la población en lo alto.

Desde allí todo son bajadas en todas direcciones y al final de ellas todo son subidas en sentido contrario. Caminar sin rampas es una utopía en Toledo.

La web Leyendas de Toledo hizo un estudio in situ y llegó a la conclusión de que la calle con mayor pendiente es la llamada Cuesta de los Escalones, con un 22 %, igual que la del Angliru en su tramo más difícil, el puerto de la Vuelta ciclista a España, uno de los más duros del mundo.

Dicen que el pueblo la llamaba «Arrastraculos» y que por ello el alcalde-corregidor impuso su nombre actual. La Cuesta de los Escalones es tan buen ejemplo como La Cuesta del Can y otras con nombre, pero más anónimos, de la ciudad cuyas calles son como puertos ciclistas por sus pendientes (incluso se puede encontrar la figura de Federico Martín Bahamontes en pleno esfuerzo escalador) que no hay más remedio que recorrer andando.