El recurso de Page por el reparto de menores que responde a su viejo plan electoral de siempre
El presidente castellanomanchego practica una suerte de «Castilla-La Mancha First», pero sin que nadie le compare con Trump, aunque le comparen. Y con el PP y también con Vox. Y por supuesto con Sánchez
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco
Hace unos días, la castellanomanchega ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, cerró filas pretorianas en torno a Sánchez y respecto a Page, calificando al presidente regional de «verso libre» cuya «voz no representa al conjunto de los militantes».
No miente Rodríguez, casi se diría que ni un ápice, pese a ser parte de un Gobierno especialista en la materia. Page es exactamente un «verso libre» en este poema que es España cuyos líricos, tanto los aparentemente cercanos como los aparentemente lejanos, no saben donde ubicar esa falta de consonancia y de asonancia con el conjunto.
Rompe la rima y la métrica
Quién sí parece saberlo es el verso, siempre bien incrustado como la Excalibur en la roca sin ningún Arturo que la desclave. Es un verso molesto para los otros versos, porque va cambiando de línea rompiendo la rima y la métrica, lo que obliga a estar siempre pendiente, unos y otros, de la canción.
Una canción, un poema, que en Castilla-La Mancha solo escribe Page desde hace tres legislaturas con una técnica única, con un talento personal, distinto, casi se diría que la viva representación de la comunidad. Pero tampoco es que sea un genio, sino simplemente un político que conoce el tablero en el que tiene que jugar parece que mejor que nadie.
Está estratégicamente distanciado de todos se diría que a la medida perfectamente calculada. No está lejos de Sánchez porque ambos son del PSOE, pero se cuida bien de no parecer estar cerca. El recurso al Tribunal Constitucional sobre el reparto de menores es un ejemplo perfecto. Apoyó el decreto en el Congreso, pero ahora dice que las condiciones han cambiado y por eso lo recurre en su territorio.
Y no lo recurre él, no políticamente en apariencia, sino el consejo consultivo. Si no es bueno para la región, no lo quiero, dice ahora (y siempre), al mismo tiempo que no se niega a la acogida de los menores, como Vox, marcando distancia sideral con estos. Su electorado es el objetivo de todos sus movimientos, o al menos en sus movimientos no se olvida nunca del su electorado.
En Castilla-La Mancha no gusta Sánchez y tampoco hay precisamente alegría por la llegada de inmigrantes, una cuestión que el presidente regional resuelve pidiendo garantías, financiación, medios. Siempre el sí, pero no, en todos los ámbitos. Un «Castilla-La Mancha First», pero sin que nadie le compare con Trump, aunque le comparen. Y con el PP y también con Vox. Y con Sánchez.
Todos le llaman de todo lo contrario a lo que se supone que son quienes se lo llaman. Pero él lo que es no es eso que dicen que es y quienes dicen que es eso les gustaría que fuese, sino el «verso libre» que dijo la ministra de Vivienda con inusitado acierto. Recurre como el PP, pero a su manera, aprueba el decreto como el PSOE, pero se rebela contra las condiciones finales.
Y así en todo. No rompe con su partido, pero este no le dicta las reglas en su tierra. Pacta con el PP, y a estos y a los otros les sacan de quicio sus formas, no a sus votantes (de momento) a los que no parecen disgustarles su plan de ¡Tan lejos, tan cerca!, como el de aquellos ángeles de la película de Wim Wenders.