Depresión

DepresiónKristina Tripkovic en Unsplash

La depresión en Castilla-La Mancha: un espejo de la crisis de salud mental que sacude a España

La depresión avanza en la región mientras los recursos se agotan y las esperas desesperan

En Castilla-La Mancha, como en el resto de España, la depresión se ha convertido en un desafío sanitario, social y económico de primer orden. Una pandemia silenciosa que no entiende de fronteras. Con motivo del Día Europeo de la Depresión, El Debate ha hablado con la Federación de Salud Mental de Castilla-La Mancha y con la Asociación Lassus de Albacete, que dibujan un mapa marcado por la falta de recursos, las listas de espera y un estigma que todavía pesa, especialmente en las zonas rurales.

Sin datos autonómicos, pero con una realidad evidente

Aunque no existen estadísticas regionales actualizadas, los indicadores nacionales son claros: la depresión es uno de los trastornos más frecuentes. Lassus aporta cifras de impacto: la demanda de atención ha crecido un 28% en mujeres y un 24% en hombres en el último año.

La realidad manchega está marcada por factores estructurales: el envejecimiento de la población (una de las más altas de España), la soledad en los mayores, la precariedad laboral y una renta per cápita entre las más bajas del país. Todo ello incrementa la vulnerabilidad frente a la enfermedad.

El muro de las listas de espera

El diagnóstico llega tarde. Según Lassus, puede transcurrir hasta un año desde la derivación hasta la primera cita en salud mental. En el caso de menores y adolescentes, la espera media es de nueve meses.

El resultado es un sistema saturado en el que muchos pacientes terminan entrando a través de urgencias, cuando el problema ya está cronificado. «La demanda crece, pero los recursos no lo hacen al mismo ritmo», subrayan desde la Federación.

La depresión también enferma a las familias

La depresión no solo impacta en quien la padece: altera el día a día de parejas, hijos y padres. El silencio, la culpa o la distancia emocional hacen mella en los vínculos, aumentando la sensación de impotencia.

En el ámbito laboral, los casos de baja por depresión son cada vez más frecuentes. Y en las aulas, los jóvenes arrastran un lastre que afecta tanto a su rendimiento académico como a su socialización.

Rural vs. urbano: desigualdad y estigma

El mapa manchego es desigual. En los pueblos, la depresión sigue siendo tabú, mientras que las distancias a los centros de atención agravan la dificultad para pedir ayuda.

Para contrarrestar esa barrera, Lassus ha impulsado el programa «Voces olvidadas: salud mental en el entorno rural», que en 2025 reunió a más de 50 vecinos de pedanías de Albacete en charlas destinadas a derribar mitos y normalizar la búsqueda de apoyo.

Recursos insuficientes y el papel de las asociaciones

La respuesta a la pregunta de si los recursos autonómicos son suficientes es tajante: «No». La Federación reclama psicólogos en Atención Primaria, cribados en colegios y unidades de salud mental en áreas rurales.

Mientras tanto, las asociaciones se convierten en un pilar imprescindible. Lassus ofrece apoyo terapéutico, acompaña en trámites médicos, organiza talleres comunitarios y, cada octubre, celebra en Albacete las Jornadas sobre el Síndrome Depresivo, que este año tendrán lugar del 6 al 8.

Nuevos retos: redes sociales y salud laboral

La juventud manchega refleja un fenómeno global: el uso intensivo de redes sociales incrementa el riesgo de ansiedad, depresión y baja autoestima.

En el trabajo, la Federación y Lassus coinciden en pedir a las empresas mayor implicación: programas de prevención del estrés, conciliación real y asistencia psicológica para empleados. Normalizar la salud mental en el ámbito laboral es, dicen, una urgencia.

El futuro: riesgo de colapso

El horizonte, si no se refuerzan las políticas actuales, es alarmante. «Las cifras seguirán creciendo y el riesgo de colapso es real», advierten desde Lassus. La consecuencia más temida: un aumento de los casos de suicidio en la región.

«No es normal sentirse deprimido»

En el Día Europeo de la Depresión, la Federación y Lassus lanzan un mensaje claro: «No es normal sentirse deprimido, no debemos conformarnos con ello. La depresión se puede combatir con ayuda profesional y acompañamiento».

Cada ciudadano puede contribuir: informándose, derribando prejuicios, cuidando las relaciones sociales, fomentando rutinas saludables y, sobre todo, no juzgando a quien pide ayuda. Porque la depresión no tiene que ver con la fuerza de voluntad, sino con la necesidad —y el derecho— de recibir atención.

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