Acoso escolar
Castilla-La Mancha planta cara al acoso escolar con una mesa técnica para actuar sin fisuras
La región reúne a Gobierno, Fiscalía y Fuerzas de Seguridad en un frente común para detectar y frenar el acoso desde el primer minuto
La escena no sucede ante focos ni titulares. El acoso escolar avanza, casi siempre, en lugares donde nadie mira: un pasillo vacío, una esquina del patio, la pantalla de un móvil que vibra a medianoche. Por eso, Castilla-La Mancha ha decidido mover ficha. Y hacerlo con un gesto que quiere marcar un antes y un después: constituir una mesa técnica de prevención, intervención y seguimiento del acoso escolar, un espacio donde Gobierno regional, Fiscalía y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajen con un único lenguaje, una única respuesta y un único objetivo: que ningún niño vuelva a sentirse solo.
Un frente común para una realidad que se oculta demasiado bien
El consejero de Educación, Cultura y Deportes, Amador Pastor, lo ha dicho sin rodeos tras la firma del acuerdo: «Necesitamos una respuesta más homogénea». No se trata solo de burocracia, sino de poner orden en un mapa de actuaciones que, hasta ahora, dependían del centro, del contexto o incluso del azar.
En 2024, el teléfono de atención a la infancia y la adolescencia 116 111 recibió 257 denuncias de acoso. Cada una de ellas abre una historia que a menudo empieza con un gesto pequeño —una burla, un aislamiento, una humillación— y termina en heridas que no siempre se ven. Pastor ha pedido no restar importancia a esos números porque detrás de cada cifra existe «miedo, dolor y silencio».
La nueva mesa técnica nace para romper ese silencio. Y lo hace con una premisa: actuar desde el primer minuto, de manera coordinada y con criterios uniformes que eliminen dudas, brechas y lentitudes. «Para nosotros, cualquier caso será el caso», ha subrayado el consejero, consciente de que una intervención tardía puede cambiarlo todo.
Más allá del aula: cuando el acoso sigue a las víctimas hasta casa
La realidad ya no cabe en las paredes de un centro. El acoso escolar se ha expandido y mutado, como ha reconocido el fiscal superior de Castilla-La Mancha, Emilio Fernández. Ha dejado de ser un fenómeno confinado al recreo o al pasillo para convertirse en un ataque constante, 24 horas al día, amplificado por redes sociales y pantallas donde la crueldad puede hacerse anónima y permanente.
Constitución de la Mesa técnica de prevención del acoso escolar
Fernández ha sido claro: lo que hoy se conoce muchas veces es «el resultado final», y los resultados pueden ser devastadores: autolesiones, tentativas de suicidio, un derrumbe emocional que a veces llega demasiado tarde a los ojos de los adultos. Por eso reclama un cambio de cultura: dejar de «tapar» y reconocer que el acoso no es un problema educativo, sino un problema social que exige una respuesta colectiva.
Coordinar para llegar donde antes no se llegaba
El fiscal ha explicado que esta mesa técnica es solo el primer paso hacia un convenio más amplio que aspira a estar listo en 2026. Su meta: construir un canal de comunicación independiente del protocolo administrativo, capaz de conectar a Educación, Policía Nacional, Guardia Civil y Fiscalía con rapidez y precisión.
A día de hoy, cada centro cuenta con un Plan de Convivencia e Igualdad y con la figura del coordinador de Bienestar y Protección a la Infancia, heredados del protocolo instaurado en 2017. Pero quienes trabajan cada día sobre el terreno saben que el problema suele desbordar aulas y horarios lectivos. El acoso camina por los barrios, viaja en los autobuses, se esconde en las redes sociales. Y para eso, recuerdan, se necesitan herramientas que vayan más allá del ámbito escolar.
Un compromiso que ya no puede aplazarse
La mesa técnica se reunirá al menos una vez por semestre, tantas como sean necesarias, para revisar casos, anticipar riesgos y evaluar resultados. En el acto ha participado responsables de la Policía Nacional, Guardia Civil, Fiscalía, directores generales de varias consejerías, sindicatos educativos y entidades del Tercer Sector que trabajan directamente con menores. Todos formarán parte de ese frente común que Castilla-La Mancha quiere activar contra una violencia que cambia de rostro, pero nunca de víctima: los niños y adolescentes que callan.
La región lanza así un mensaje claro: unidad, rapidez y acompañamiento. Porque, como ha insistido Pastor, ningún menor debe cargar solo con el peso del acoso. Y porque cada historia que se detecta a tiempo es una puerta que se abre: la oportunidad de que un niño vuelva a sentirse seguro.