Lo que ha aparecido en una tinaja centenaria bajo Tomelloso nadie sabe explicarlo

Bajo las calles de Tomelloso, donde el vino marcó durante un siglo el pulso de la ciudad, ha ocurrido algo tan inesperado como fascinante. En una de sus cuevas históricas, excavada en 1900, ha surgido una figura que muchos ya identifican con la silueta de la Virgen María. No estaba ahí —o al menos nadie la había visto— hasta hace apenas unos días.

El hallazgo ha tenido lugar en la conocida cueva Garcilaso, uno de los espacios subterráneos que forman parte del enorme entramado de galerías que se extiende bajo el municipio. Una simple mancha, provocada por la humedad sobre la superficie de una tinaja de cemento, ha sido suficiente para desatar el asombro de vecinos y visitantes.

Cuando la humedad dibuja algo más que una mancha

Fue la mirada curiosa de unos visitantes la que lo desencadenó todo. Durante una visita reciente, se detuvieron ante una forma distinta en la parte inferior de una tinaja fuera de uso. Sacaron una fotografía y la enseñaron a los responsables del espacio. Al verla, todos coincidieron en lo mismo: la silueta resultaba sorprendentemente clara.

La figura aparece perfectamente redondeada, con variaciones de color que permiten intuir incluso el perfil de una mano en actitud de gesto. Desde el área de turismo del Ayuntamiento subrayan que no se trata de ninguna intervención humana. La tinaja, construida en cemento hace varias décadas, ha ido transformándose con el paso del tiempo, la humedad constante y la temperatura estable de la cueva.

Hoy, esa combinación de elementos ha terminado dibujando una imagen que muchos interpretan con emoción.

Una cueva marcada por la fe y la tradición

La cueva Garcilaso pertenece a una familia profundamente creyente. La propiedad, ligada durante generaciones a Juana Jiménez, siempre estuvo envuelta en una intensa vida espiritual. Era habitual que en su interior se rezara el rosario y la divina misericordia, según confirman desde el Ayuntamiento.

Tal vez por eso, el impacto de la aparición ha sido mayor. Para algunos, se trata solo de una curiosa casualidad geológica; para otros, un símbolo cargado de sentido. La realidad es que nadie había reparado antes en esa silueta, pese a que la cueva recibe visitas de manera habitual.

Con un aforo aproximado de 30 personas, este rincón del subsuelo conserva intacta la memoria del trabajo en torno al vino. Aún pueden verse los utensilios originales: ventiladores que los obreros utilizaban para evitar intoxicaciones por CO₂, mangueras, bombonas y las clásicas tapas de esparto que cubrían las tinajas.

Esta cueva, como tantas otras, forma parte del mayor tesoro oculto de Tomelloso. La ciudad llegó a contar con más de 2.000 cuevas excavadas bajo sus calles, de las que hoy se conservan más de 40 kilómetros de galerías. Un legado que explica por qué fue el mayor productor de alcohol vínico del mundo durante décadas.

Este hallazgo se incorpora ahora al relato cultural de una ciudad conocida como 'la Atenas de La Mancha', cuna de creadores como Francisco Carretero, Antonio López, Antonio López García o Francisco García Pavón. Arte en la superficie… y también bajo tierra.

La imagen no ha sido analizada ni alterada. Permanece tal y como la dibujó la humedad, en silencio, dentro de una tinaja que ya no guarda vino, pero sí una historia que ha vuelto a despertar la curiosidad por el mundo subterráneo del municipio.

Quizá dentro de unos años la mancha desaparezca. O quizá permanezca, como tantas otras huellas invisibles que el tiempo va dejando bajo Tomelloso. De momento, ya hay una nueva razón para mirar hacia abajo… y preguntarse qué más guarda la oscuridad de sus cuevas.