La educación como ascensor social
En Castilla y León los resultados educativos son magníficos, pero no conseguimos evitar la sangría del asentamiento del talento profesional en nuestro territorio, a pesar de los esfuerzos de la administración autonómica: algo falla. No obstante, hay que seguir insistiendo.
Según el DOCAT (la Doctrina Social de la Iglesia, 2016) en su número 46: «La ciencia y la tecnología son un maravilloso producto de la creatividad humana donada por Dios… en función del servicio que dé al ser humano y, por tanto, al bien común», y sigue en su número 120: «La dimensión social humana exige que los hijos no sean únicamente educados por, sino que su educación deba ser completada gracias a una colaboración conjunta articulada entre la familia, la escuela, las asociaciones, las parroquias»
Siempre se ha oído decir, desde mediados del siglo pasado, que la educación es la gran posibilidad de ascenso. Se le ha denominado «el ascensor del cambio de estatus social». Grandes ejemplos de talentos con escasos recursos económicos, becados por el sistema para que se formen, han constituido, tradicionalmente, un gran aporte al desarrollo social. Parece que en esta última etapa este ascensor funciona «a trancas y barrancas», como diría Pablo Motos en su popular programa de TV El hormiguero. Siempre me he preguntado ácidamente: ¿cómo las familias y las administraciones públicas nos gastamos una millonada en formar a cada generación para luego ser incapaces de absorber ese talento en el sistema productivo y que esos brillantes profesionales se vayan a tomar birras a Hannover a la salida del trabajo? Parte de las divisas de nuestros abuelos emigrantes equilibraban la economía desarrollista de los años 70 del siglo pasado, ahora nuestros ahorros invertidos en formación rentan en el extranjero. Teniendo en cuenta que el porcentaje de inversión en educación –creo que el presupuesto sigue anticonstitucionalmente prorrogado por un gobierno bloqueado y en agonía– es el 5,1 % del PIB (datos macro.expansion.com), siendo el gasto del 9,88 % del presupuesto (www.gob.es), el segundo mayor tras el gasto sanitario y asistencial. No nos dirigen los mejores y el talento se nos escapa. Como sociedad suspendemos para septiembre… digo ahora para julio, para que los estudiantes no se nos frustren en el verano, o puedan «hacer la vendimia en septiembre». En Castilla y León los resultados educativos son magníficos, pero no conseguimos evitar la sangría del asentamiento del talento profesional en nuestro territorio, a pesar de los esfuerzos de la administración autonómica: algo falla. No obstante, hay que seguir insistiendo.
Sin embargo, nada pesimista, en Valladolid tenemos la única empresa castellano-leonesa fabricante de ascensores y elevadores industriales. Ahí sí se ha implantado el talento de manos de la familia De Pedro: Ascensores Zener Grupo Armoniza, segunda generación camino de la tercera. El fundador, Alejandro de Pedro, representa la grandeza del emprendedor, que crea riqueza. De niño emigró con su familia a Barcelona para buscar fortuna y finalmente regresó a su tierra para invertir en ella y hacer más próspera su «tierra chica». Esa es la gallardía y generosidad, a veces no reconocida. Nacido en Megeces (Valladolid), estudió becado desde los 13 años fuera de casa, acabando en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) Ingeniería Técnica Electrónica. Aprovechaba las vacaciones para trabajar en lo que iba surgiendo (venta de seguros, libros...) a fin de ayudar económicamente a su familia. Es, como muchos de su generación, un empresario hecho a sí mismo y desde abajo. Una vez terminados sus estudios y hecha la mili, entró a trabajar en 1972 como comercial de una empresa señera en el mundo de los aparatos elevadores: Boetticher y Navarro, donde estuvo cuatro años. De espíritu inquieto y con gran vocación emprendedora, propuso a su empresa ser remunerado por objetivos, y tras la negativa de esta, Alejandro y otros compañeros decidieron ponerse por su cuenta abriendo empresa en Barcelona, dedicándose, a instalación, mantenimiento y reparación de ascensores, y un taller en Zaragoza, para poder adaptarse a instalaciones especiales que su anterior empresa no hacía. A partir de ahí se produjo un crecimiento exponencial, arropado por una época de desarrollo económico complejo (transición y conflictividad política y social, crisis del petróleo, incertidumbres de futuro, etc.). En 1976, varios socios fundaron Elevadores ZENER, creando entre todos diversas empresas para dar cobertura a todo el territorio nacional, en cuanto a instalaciones, mantenimientos y reparación de aparatos elevadores. En 1980 se crea ZENER Elevadores del Noroeste, con sede en Oviedo y gerenciada por Alejandro. En 1987 se crea Ascensores ZENER para aunar todas las empresas del grupo, pero en 1988 se produce una reorganización estructural que da como resultado la división geográfica de los socios, llevando Alejandro su central a Valladolid, desde donde dirigía otras tres provincias castellanoleonesas.
La segunda Generación, Rubén de Pedro Pardo, altamente formado y cualificado, se hizo cargo de la dirección del grupo en 2010 teniendo inicialmente que hacer frente a la crisis del sector inmobiliario, administrando las 20 delegaciones de Ascensores ZENER en toda Castilla y León, Lugo, Asturias, Cantabria, Extremadura y Andalucía y presidiendo la fábrica de Zaragoza.
Mientras tanto se ha elevado a holding la actividad empresarial de la familia, diversificando, tanto dentro del ámbito de la elevación con servicios para ascensores marítimos, realizando a una expansión internacional con empresas en Brasil, Panamá, Bélgica y delegaciones en China y Filipinas, así como en otros sectores, creando una hidroeléctrica en Rumanía, desde la construcción de la presa y la central a la producción de energía y su explotación; ingenierías para satélites, aviones y drones en el sector aeronáutico en España y Francia, continuando con la promoción inmobiliaria con proyectos ecológicos como el de Nivalis en Granada y además invirtiendo más de dos millones de euros en investigación contra el cáncer.
Total, nada más que 40 millones de euros de facturación, de los que 10 millones son exportaciones, y la creación de más de 300 puestos de trabajo.
Rubén, desde su sólida formación en Marketing y Administración de Empresas, Bachelor in Business and Marketing por la University of Hertfordshire, ESUMA Escuela Superior de Marketing, ha sabido subirse bien al ascensor educativo para crecer en su estatus social y profesional siendo generoso al combinarlo con voluntariado de mentorización empresarial. Nuestra admiración y reconocimiento por su contribución al bien común.
Y la tercera generación la forman cinco primos, de los cuales los dos mayores ya están «elevando» su formación en la UEMC para poder coger bien el relevo generacional si fuera su deseo.
- Antonio-José Sastre Peláez es abogado, mediador familiar y empresario.