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20 de abril de 2024

Cataluña

Entrevista | Profesor desesperado por el acoso de la Generalitat

«El C1 de catalán enturbia el ambiente en las universidades y conculca derechos fundamentales»

  • Mateo es profesor de una universidad catalana que no dispone del nivel C1 de catalán

  • Deja claro que el idioma nunca ha sido una barrera en su desempeño laboral y cree que esa exigencia responde a cuestiones ideológicas

Mateo (nombre ficticio) es profesor en una universidad de Cataluña desde hace años. Decidió volver a casa, a España, después de haber trabajado como docente y como investigador en centros y universidades de varios países. Mateo nos explica que la universidad catalana ha cambiado en estos últimos años. Se ha pasado del respeto y el equilibrio al uso de las lenguas, al intento de imponer el catalán. Él no cuenta con el nivel C1 de catalán que se exige a los profesores, funcionarios y contratadores durante más de dos años de las universidades públicas y privadas.
Mateo deja claro que la lengua no le supone ninguna dificultad en sus clases ni en la comunicación con los alumnos, y lamenta que el hecho que tener que dedicar horas a esos cursos para sacarse ese C1 le quita un tiempo precioso de su actividad académica e investigadora y también familiar. Una situación que nada tiene que ver con conseguir la excelencia en la universidad catalana, dice, y sí tiene mucho que ver con cuestiones ideológicas. Este profesor reconoce que hay temor a expresar según qué tipo de opiniones. Y una muestra es que no se presenta ni con su verdadero nombre, ni quiere que se conozca la universidad en la que imparte clases.
¿Ha recibido alguna comunicación de la universidad en la que le piden la acreditación C1 de catalán?
–Si, recibí un email de las autoridades competentes de la universidad requiriendo que enviase los documentos que acrediten el cumplimiento del reconocimiento lingüístico.
¿Cuántos años lleva dando clases en Cataluña?
–Desde que me incorporé a mi universidad actual, más de 10 años, mis evaluaciones con resultado de excelencia en los tramos de docencia y de investigación reflejan que no existe ninguna dificultad de comunicación que me impida atender mi trabajo, como docente e investigador. Los estudiantes y mis colegas de trabajo se dirigen a mí, por escrito y oralmente, en la lengua que desean y reciben la información que necesitan sin problema alguno.
¿En qué situación se encuentra?
–He ido promocionando a través de las distintas categorías profesionales hasta catedrático, en un periodo de tiempo relativamente corto, desde mi regreso del extranjero, en el mismo periodo en el que muchos de mis compañeros catalanoparlantes no han logrado alcanzar sus cátedras aún, lo cual corrobora que, como comentaba, no tengo limitación lingüística alguna para realizar con excelencia mi trabajo. Además, he desempeñado numerosos puestos de gestión académica y departamental, que implican tener las competencias lingüísticas necesarias no solo para realizar las tareas docentes y de investigación asignadas, como consta en las evaluaciones periódicas, sino también de gestión.
Por lo tanto, en mi opinión, no corresponde demostrar mi competencia en catalán porque no afecta en manera alguna a mi desempeño. Y esto demuestra que este requisito obedece a cuestiones puramente ideológicas y claramente fuera del ámbito académico y científico. Esta intencionalidad ideológica también queda reflejada cuando en las universidades catalanas no se exige requisito de C1 en castellano.

Mediocridad e irrelevancia

Y si no acredita ese nivel, ¿cuál puede ser su futuro? ¿Se irá?
–Si no puedo acreditar el nivel C1 de catalán seguiré ejerciendo mi profesión como hasta ahora. No me iré porque de haberme querido quedar en una universidad extranjera lo habría hecho; en su momento aposté por volver a mi país y si se conculcan mis derechos fundamentales de expresión, lingüísticos, o laborales, los defenderé legalmente en Cataluña, España o incluso en Europa.
Qué le parece, en cualquier caso, que se exija ese nivel tan alto de catalán, de un nativo. ¿No es cerrarse puertas la universidad catalana? se valora más el nivel de una lengua que el bagaje o el prestigio del propio profesor
–He trabajado en varias universidades y centros de investigación de diferentes países y nunca me exigieron acreditar el nivel de competencia lingüística, ni a priori ni a posteriori, sino el nivel académico y científico, lo que demuestra que, mientras las universidades y centros de investigación extranjeros buscan incorporar el mejor talento, en las universidades catalanas la competencia lingüística se prioriza por encima del prestigio, el talento y la competencia técnica del profesor.
Sin duda, seguir la trayectoria actual de esta perspectiva ideológica, condena a la universidad catalana a la mediocridad a medio plazo y a la irrelevancia a largo plazo. Las mejores universidades del mundo no ponen barrera alguna a la incorporación de los mejores talentos, sino que la facilitan y potencian; la estrategia actual de la universidad catalana es autolimitante por lo que, de continuar así, no podrá competir a nivel internacional, ni tan siquiera nacional.

Presión por el C1 de catalán

Y en general, ¿qué le parece la política lingüística ahora en las universidades catalanas? Se fomenta la delación hacia los profesores. ¿Se siente presionado?
–Tal y como han publicado numerosos medios de comunicación, existen plataformas subvencionadas por la Generalitat como por ejemplo «Plataforma per la Llengua» que invita a los estudiantes a denunciar si reciben clases en castellano en las universidades catalanas a través de la web de la plataforma. Aunque las denuncias que los estudiantes puedan presentar en su web no tienen carácter vinculante y deben ser resueltas por los órganos competentes de cada universidad, que son los que tienen la responsabilidad de velar por el cumplimiento de la normativa lingüística en el ámbito universitario, es obvia la intencionalidad del señalamiento, que, en mi opinión, es impropia de cualquier democracia, y más bien propia de regímenes autocráticos.
No obstante, me siento mucho más presionado por el requisito del C1 que por estas iniciativas. Los profesores que apostamos intensamente por nuestro desempeño académico y científico, tenemos una agenda repleta que compromete nuestra conciliación personal y familiar mucho más allá de lo exigible. En este escenario, si no tenemos el catalán como lengua materna, es profundamente desmotivador tener que buscar aún más tiempo para obtener el C1 de catalán. La dedicación necesaria para superar las pruebas de nivel C1 implica un sobreesfuerzo, en post de un objetivo estéril desde el punto de vista de la excelencia del desempeño, que no hace sino agravar la conciliación y dificultar las tareas académicas asignadas. Me temo que esa exigencia pueda resultar en un gran coste de oportunidad para las universidades catalanas, que verán progresivamente mermada su calidad, pues los docentes e investigadores nos veremos obligados a reducir nuestras cargas lectivas, científicas y de gestión para poder dedicar parte de nuestra jornada a la consecución de este requisito ideológico, que nada tiene que ver con la consecución de la excelencia de las universidades catalanas.
Por lo que cuenta, con investigación de alto nivel, clases en la universidad y catalán…no le da la vida
–Haber investigado en el extranjero me ha enseñado que mantener una línea de investigación de alto nivel en España es mucho más complicado que en países como por ejemplo Estados Unidos y otros países europeos. Conseguir financiación para la investigación de nivel en España es una tarea titánica que requiere enormes sacrificios y dedicación a nivel personal y profesional. Por eso, la presión por conseguir el C1 se vuelve totalmente desmotivadora al complicar aún más este escenario, ya de por sí desalentador. Por si fuese poco, esta presión no se comprende desde la perspectiva actual de conciliación y reducción de la jornada laboral que, como sociedad, pretendemos conseguir, y que se propugna desde la propia universidad catalana; una tremenda contradicción en sí misma.

Señalamientos

No menciona el nombre de la universidad en la que imparte sus clases. ¿Verdaderamente hay tanto miedo entre los docentes a denunciar toda esta situación?
–Por supuesto, el profesorado es reticente a expresar libremente sus opiniones e ideas, cuando estas son contrarias a las tendencias ideológicas del entorno. Nadie quiere ser señalado, recibir la censura de otros compañeros, ni asumir posibles riesgos en relación con su entorno laboral o civil. Lamentablemente, son numerosos los ejemplos de personas «escracheadas», señaladas o incluso amenazadas por hechos como defender la cooficialidad del castellano y del catalán, por manifestarse en contra del requisito del C1 o por exigir no ya un 50 % de castellano en los colegios, sino un 25 %.
La Constitución española, en su artículo tres dice: «el castellano es la legua española oficial del estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las demás comunidades autónomas, de acuerdo con sus estatutos. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.» No hace falta ser un experto en derecho constitucional para intuir que las universidades catalanas deben garantizar el derecho a usar el castellano, idioma que debe ser objeto de especial respeto y protección en las mismas condiciones que el catalán; lo contrario sería discriminatorio. Obviamente, las acciones de promoción del catalán son legítimas, pero deben ser escrupulosamente compatibles con las garantías que la constitución otorga al castellano, que en estos momentos se ignoran.
¿Ha cambiado la universidad catalana en los últimos años?
–Que quede claro que no me opongo en absoluto al uso del catalán en las aulas, solo espero el mismo respeto para el uso del español. El derecho de un ciudadano a expresarse en catalán no está por encima del de otro ciudadano a expresarse en español. Así se vivía en las aulas cuando me incorporé a una universidad catalana, se percibía respeto al prójimo y equilibrio entre los idiomas, pero la exigencia de la acreditación C1 de catalán rompe el equilibrio entre los idiomas oficiales, enturbia el ambiente en las universidades y conculca derechos fundamentales, estigmatizando a los profesionales que carecen de este requisito como ciudadanos de segunda.
¿Qué le comentan otros profesores?
–Por motivos obvios no comento este tema con aquellos profesores que me consta no comparten mis argumentos. Además, se vive un ambiente de desprotección, ya que el profesorado es consciente de la dificultad que entraña realizar protestas y/o denuncias formales ante cualquier organismo, ya sea Rectorado, Sindicatos, Defensor del Universitario, Defensor del Pueblo o Juzgados. Muchas de estas acciones no son anónimas y, además, algunos de estos organismos e instituciones están fuertemente ideologizados, lo que no ayuda.
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