Diego Armando Jiménez durante una entrevista con El Debate. Fuente: Abat Oliba CEU

Diego Armando Jiménez durante una entrevista con El Debate. Fuente: Abat Oliba CEU

Entrevista

Diego Jiménez: «En Esmeraldas, que un joven vaya a la universidad es quitarle un joven a la calle»

El prorrector de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador habla de cómo se vive la universidad en un contexto de violencia extrema

Esmeraldas es una provincia costera ubicada al norte del Ecuador. Tiene siete cantones, y sus habitantes viven mayoritariamente de la actividad pesquera, la agricultura, y de los pequeños comercios. En la última década, la provincia verde ha enfrentado escenarios poco alentadores.

En el año 2016, un terremoto de magnitud de 7.8 dejó alrededor de 670 muertos. En 2020, la crisis sanitaria del COVID-19. Y entre el año 2022 y 2023, el crimen organizado detonó en una ola de violencia que lo ubicó como una de las zonas más violentas de América Latina. En junio de 2023, Esmeraldas se vio sumergida por las inundaciones. Más de 14.000 personas fueron afectadas; entre ellas, 63 estudiantes de la sede esmeraldeña de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

Diego Armando Jiménez Bósquez, esmeraldeño de 38 años, es el Pro Rector de PUCE Esmeraldas desde noviembre de 2022. Es máster en Filosofía, con el grado de Summa Cum Laude, de la Universidad Javeriana. Es docente y fundador del Programa de Voluntariado Universitario Ignaciano, nacido tras el terremoto de abril de 2016. Hasta septiembre de 2022, fue director de Vinculación con la Colectividad de la PUCE Matriz.

Jiménez Bósquez visitó Barcelona este martes, para ofrecer la ponencia Universidades en contextos de violencia extrema en la Universidad Abat Oliba CEU. Tras su charla, atendió a El Debate para profundizar en los desafíos de una universidad en un contexto socioeconómico tan complejo.

–¿Cuál es la situación de la educación y la universidad en medio de un contexto tan complejo?

–Fue noticia en un diario nacional que más de 60.000 niños que tenían que presentarse para el último año de escolaridad no se presentaron. Es decir, el Estado no logra cubrir aquellas posibilidades reales para garantizar acceso a la educación. En el caso de la educación superior y en el caso de Esmeraldas, en el año 2023 cerca de 12.000 jóvenes terminaron la secundaria, quedaron listos para iniciar algún tipo de educación superior. Solo 4.000 postularon y solo 2.900 accedieron a un cupo y tienen posibilidades reales de acceso. Es decir, el 25% puede acceder.

Este dato explica que existe una correlación interesante con la violencia. Es decir, la violencia no crece en un contexto en el que se aseguren derechos fundamentales. Y precisamente estos datos son datos que reflejan que eso es lo que no tenemos o eso es lo que no hay. Nuestro universo de estudiantes para el año 2023 fue más o menos de 1.650. En el año 2024 esperamos subir la matrícula a más o menos 1.800 estudiantes.

–¿Cuál fue su motivación para ir a Esmeraldas, pese a toda esa dificultad?

–Yo soy de Esmeraldas, estaba antes trabajando en Quito, en la misma universidad, en la sede de Matriz. En el fondo hay un objetivo de misión muy grande, es decir, toda la vida uno se la ha pasado apostándole a ciertas utopías y creyendo que hay que ir a transformar el mundo.

–Creo que ahora tuvimos la oportunidad de hacerlo y creo que la gente que trabaja conmigo de alguna manera tiene un alto sentido del compromiso y un alto sentido de la misión. Y es poder incidir positivamente en Esmeraldas, desde lo que podemos hacer como actores de educación superior.

–¿Cuál es el perfil socioeconómico de los estudiantes?

–Nuestros estudiantes son en su mayoría mujeres. Es una universidad con rostro femenino, negro y mestiza. En algunos campus el 100% de nuestros estudiantes son mujeres. El perfil socioeconómico de nuestros estudiantes, más o menos el 82% de nuestros estudiantes pertenece a clases sociales pobre, muy pobre y clase media-baja.

Es un dato interesante porque es una universidad particular. Es decir, es una universidad en la cual para acceder necesitas pagar. Y estar en zona de misión o en zona de frontera significa que el público que atendemos, los estudiantes a los que estamos sirviendo, no tienen recursos suficientes para poder pagar sus estudios y su acceso a la educación superior.

Esto nos sitúa a nosotros frente a una realidad que es muy compleja: cómo tenemos que lidiar y sortear esta realidad del perfil socioeconómico de nuestros estudiantes con lo que significa sostener nuestros servicios de educación superior.

–Entonces, ¿cómo lo hacen estos estudiantes para acceder a una educación superior de calidad?

–Somos una universidad cofinanciada. Recibimos un dinero del Estado para becar a estudiantes y a jóvenes en situación de extrema vulnerabilidad. La situación es compleja en términos de sostenibilidad y en lo que significa la inversión del Estado para generar condiciones objetivas y reales para el acceso a la educación superior, porque cada vez la inversión es menor, a pesar de cada vez ser más necesaria.

En el año 2023, el año más complejo a nivel de paz social, a nivel de convivencia, en PUCE Esmeraldas decidimos abrir dos campus nuevos mientras que el resto de instituciones privadas empezaron a cerrar y cortar sus servicios porque la violencia no daba garantías que permitan continuarlos ofreciendo.

Actualmente tenemos entre los dos campus cerca de 200 estudiantes. Todos ellos, el 100% reciben algún tipo de beca, unos del 30%, otros del 50%.. .Muchos de los alumnos serán la primera generación que termina el colegio y son la primera generación que va a la universidad, así que si deja de haber financiación dejará de haber educación.

–Con este contexto tan convulso, ¿Cuáles son los desafíos que enfrentan en el día a día?

–Nuestro principal desafío ahora, más allá de nuestra situación económica y de la violencia, es no dejar de ser universidad. Porque de esa manera garantizamos a nuestros futuros profesionales poder insertarse de manera efectiva en el mundo del trabajo y en un mundo cada vez más global.

Un siguiente desafío que encontramos es fortalecer las estrategias de acompañamiento. Un problema serio que tenemos, sobre todo en los cuatro primeros semestres, es que hasta el año 2023, el 50% de estudiantes que venían a la universidad se retiraban en los primeros cuatro semestres. Para nosotros es un desafío traerlos, pero es un desafío aún mayor poder sostenerlos dentro de la universidad para que puedan concluir con su formación profesional.

A su vez, necesitamos buscar estrategias que nos permitan encontrar una sostenibilidad financiera que haga posible nuestras operaciones como universidad. No tener la suficiente liquidez para poder enfrentar nuestras vicisitudes y necesidades a nivel financiero se traduce en situaciones como que no podemos tener muchos profesores con muchas horas de investigación, por ejemplo.

En este contexto de depresión social, de violencia, otro de los grandes retos que tenemos como universidad, y en ello venimos trabajando ya cerca de un año, es en el poder convocar a distintos actores sociales para construir una agenda que nos permita superar esta situación de injusticia y de violencia.

Finalmente, y dado el dato de acceso a educación superior, una tarea que no podemos dejar atrás es la de seguir generando posibilidades para que más jóvenes accedan a la universidad. No sólo por lo que esto significa para nosotros en cuanto a términos de captación y por supuesto que un estudiante más, que es alguien más que va a sacar sus estudios, sino porque en un contexto como el de Esmeraldas, que un joven vaya a la universidad es quitarle un joven a la calle.

–¿Cómo se enfrenta todo esto?

–Bueno, yo creo que estar en situaciones de depresión social tan compleja como la que estamos viviendo nos permite desarrollar unas dosis de resiliencia que nos ayudan a ubicarnos en este tipo de contextos.

Al principio el miedo puede ser paralizante, el miedo puede paralizar todo este ímpetu de las personas por hacer cosas, puede además encerrarnos. Pero al final del día vamos encontrando juntos maneras de hacerle frente.

Entonces es curioso que Esmeraldas a pesar de eso no deja de ser un pueblo alegre, no deja de ser un pueblo festivo, no deja de ser una cultura celebrativa. Y creo que la misma realidad va dándonos herramientas para poder crear dispositivos de resiliencia que nos permitan enfrentar el mundo y sus vicisitudes.

O tienes esperanza y la buscas y la forjas aún sin mayores motivos o ¿qué haces? Es decir, no hay elección. Sino, resulta complejo y difícil en medio de un contexto tan deprimido y tan golpeado por distintas situaciones.

Una vieja enseñanza de muchas tradiciones y cosmovisiones espirituales dice que más vale encender una luz que maldecir la oscuridad. Nosotros confiamos que el proyecto de la Universidad y el hecho de habernos encontrado aquí pueda ayudarnos a encender muchas luces de esperanza en medio de un mundo para muchos cada vez más oscuro.

–¿Qué las reflexiones obtiene usted a partir del trabajo del día a día?

–Que en todas partes hay personas y que estas personas tienen la misma dignidad y derecho a tener las mismas posibilidades que cualquiera de nosotros quisiera. Yo incluso en situaciones de encuentro con personas que no están haciendo las cosas bien, me encuentro con seres humanos depositarios de dignidad.

A veces hablamos de cierto universalismo y de cierta dignidad universal, pero creo que en lo concreto de la vida nos queda complicado, porque es como que tenemos una tendencia a no ver la humanidad en los otros.

Y segundo, que hay algo muy fuerte y que puede sobreponerse a todo, incluso a una situación tan violenta como esta, que son las ganas de vivir, la fuerza vital.

Después de haber tenido la ciudad cerrada y después de habernos despertado y encontrarnos con cuerpos en la calle, familias que han recibido a sus familiares por partes y en bolsas distintas... Después de toda una crueldad de esas dimensiones, poder seguir adelante es descubrir que los seres humanos somos depositarios de una posibilidad de esperanza, de una posibilidad de vida que es fuerte.

Y eso a mí me conmueve y me compromete más con la situación que vivimos y con la situación que pasamos en Esmeraldas.

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