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Daniel Amatller realizando pruebas con una cámaraDaniel Amatller

Reportaje

Daniel, creador de Més Què Ciència: «Los abuelos también merecen ver la ciencia»

Daniel Amatller impulsa un proyecto pionero que combate la brecha digital y cultural en personas mayores

«Llevar a mi madre al museo». Con esta sencilla frase, Daniel Amatller resume el espíritu de Més que Ciència (+Q Ciència), una asociación sin ánimo de lucro que desde hace dos años está revolucionando la forma en que las personas mayores acceden al conocimiento científico y cultural.

A través de dispositivos de realidad virtual, esta iniciativa traslada a los residentes de centros geriátricos de toda España a lugares que jamás podrían visitar por sus propios medios: desde el observatorio ALMA en Chile hasta las cuevas de Altamira, pasando por las bases científicas españolas en la Antártida o los yacimientos de Atapuerca.

La asociación nació cuando Amatller, actual presidente del proyecto, cursaba un postgrado en comunicación científica y se percató de una realidad invisible: la divulgación científica había olvidado a los mayores. «Existe una barrera formada por prejuicios que provoca que las personas que viven sus últimos años en residencias geriátricas queden al margen de la transferencia de conocimiento», explica.

Con colaboraciones que van desde instituciones nacionales como el Museo Thyssen-Bornemisza o el Instituto Geológico y Minero de España, hasta centros internacionales de primer nivel, Més que Ciència combate el edadismo sistémico que genera una brecha digital y cultural en las personas mayores, ofreciendo experiencias inmersivas adaptadas sensorialmente para quienes tienen problemas de movilidad.

Una propuesta que demuestra que nunca es tarde para seguir aprendiendo y explorando el mundo.

Daniel Amatller

Personas mayores disfrutando de unas gafas virtuales proporcionadas por Més que CiènciaDaniel Amatller

— ¿Cómo nació el proyecto 'Més que Ciència'?

— Todo empezó durante un postgrado de comunicación científica. Me enseñaban a divulgar ciencia para jóvenes, en redes sociales, YouTube, prensa... pero me di cuenta de que nadie explicaba cómo hacer divulgación inclusiva para personas con problemas de movilidad o para gente mayor como mi madre, que tiene 80 años y le encanta la ciencia. Ella no puede visitar lugares científicos ni museos. Para el trabajo final del postgrado decidí crear algo para ella: explicar ciencia a los abuelos del centro geriátrico donde está mi madre.

¿Cuál fue la respuesta inicial?

— Fue tal el éxito que seguí yendo más días. Les explicaba el sistema solar, la ley de la gravedad, pero no podían verlo. Pensé: «¿Y si les enseño el sincrotrón Alba?» Compré unas gafas de realidad virtual y comencé a grabar yacimientos arqueológicos de mi pueblo, el Alba Sincrotrón... Les encantó poder ver cosas que nunca podrían visitar desde esas cuatro paredes.

— ¿Cómo evolucionó hacia un proyecto más amplio?

— Por altruismo y generosidad pensé: si a mi madre le gusta, a las madres de otros también les gustará. Quizás otros hijos no tienen esta posibilidad o conocimientos, pero eso no significa que sus madres no puedan disfrutarlo. Empecé a llamar a más centros geriátricos, ofreciendo actividades gratuitas. Iba un día a Granollers, otro a Montmeló, otro a Barcelona, visitando abuelos sin cobrar nada.

¿Cómo ha sido la expansión geográfica del proyecto?

— La cosa se fue complicando. Cada vez buscaba lugares más alejados: de mi comarca pasé a toda la provincia, luego a toda Cataluña y después a toda España. Contacté con centros del CSIC de todas las comunidades autónomas. Cogía mi coche, llenaba el depósito y le decía a mi mujer: «Cariño, un par de días a Cantabria» o «un par de días a Madrid». Mi mujer me ha dejado hacer, es cómplice, porque si me hubiera dicho «estás flipando», no habría podido hacerlo.

Daniel Amatller

Daniel Amatller haciendo pruebas con una cámaraDaniel Amatller

¿Cómo financia todo esto?

— Con dinero de la familia, de nuestros sueldos. He pagado todos los desplazamientos, hoteles, actividades... nunca he pedido nada a nadie ni he cobrado ni un duro a ningún abuelo. He ido por toda España grabando, tengo ya más de 60 contenidos. No hay ningún proyecto en España ni Europa que tenga tantos contenidos divulgativos con realidad virtual. Incluso he tenido que pedir dos créditos: uno para comprar la cámara profesional y otro para las actividades. Estoy pagando créditos que no estaría pagando si no me dedicara a estas actividades gratuitas.

— ¿Ha recibido apoyo institucional?

— Solo una subvencion de la Generalitat el año pasado que no me dio ni para los gastos, pero algo es algo. Me permitió grabar 3 o 4 vídeos en Cataluña. También la Fundación Atapuerca, a través de una empresa de seguros patrocinadora, me pagó hotel y desplazamiento para ir a Valencia tras la DANA. En cuatro días visité nueve centros allí.

¿Qué le han dicho las instituciones cuando ha pedido ayuda?

— Siempre son trabas y problemas. Al principio me decían que no podían ayudar a una persona individual, que no era asociación. Cuando creé la asociación, me dijeron que tenía que estar constituida dos años para optar a subvenciones. Después, que los dirigentes de la asociación no pueden cobrar sueldo si quieren recibir subvenciones. Es decir, no puedo dedicarme profesionalmente a hacer esto por los abuelos. Hay tanta burocracia que es imposible. En cambio, cuando voy al extranjero, son todo facilidades.

¿Cuántos centros ha visitado hasta ahora?

— Llevo dos años y medio visitando centros. En total, entre Cataluña y España, más de 100 seguro. Cuando voy a algún sitio, aprovecho para visitar un centro por la mañana y otro por la tarde. Si estoy tres días en Madrid, son seis centros. No voy a hacer turismo.

¿Cómo es su equipamiento?

— Uso cámaras 360 profesionales de máxima calidad - por eso pedí un crédito. Si vas a grabar arte en un museo, se tienen que ver los trazos del pincel. La resolución tiene que ser muy alta, no puedes ir con cualquier cámara. También uso micrófonos profesionales y los visores virtuales, que son la herramienta con la que llega la producción a los abuelos. Tengo 40 gafas: la mitad las tengo repartidas gratuitamente por centros geriátricos, las cedo.

Daniel Amatller

Personas mayores disfrutando de una experiencia virtual gracias a Més que CiènciaDaniel Amatller

¿Cómo funciona el sistema de préstamo de gafas?

— Las dejo dos meses gratis en cada centro, después van rotando a otros centros para que muchos abuelos puedan ver los vídeos. Si un centro las quiere más tiempo, les pido una colaboración simbólica de 50-70 euros de alquiler mensual. Tengo una agencia de transporte que me cobra 20 euros por cada entrega y recogida, que pago de mi bolsillo.

¿Cuáles han sido las reacciones más emotivas?

— Hay dos que me marcaron especialmente. Una abuela de Barcelona, después de ver el vídeo del Aquarium, se puso a llorar. Me explicó que su marido era pescador y que se murió antes de poder visitar el Aquarium, que se construyó en el 92 para las Olimpiadas. Me dijo que mientras hacía el paseo virtual se imaginaba que iba cogida de la mano de su marido, que había cumplido el sueño de ir al aquarium con él.

Otra abuela, de casi 100 años, lloró después de ver un vídeo de la Antártida. Me dijo: «Tengo casi 100 años y nunca me imaginé que podría ver esto antes de morir. Si no, me habría muerto sin saber que hay cosas tan bonitas en el mundo».

¿Qué impacto ha observado en personas con demencias?

— Hago actividades con personas con cualquier tipo de demencia hasta grado 5. En un centro de A Coruña con una planta entera de personas con Alzheimer, las psicólogas detectaron que después de dos meses viendo los vídeos, todas habían aprendido vocabulario nuevo y mejoraron su expresión oral. Los familiares me llaman emocionados porque sus padres, que no se acuerdan ni de su nombre, les explican detalladamente los lugares que han «visitado» virtualmente.

¿Qué sentimientos le genera esta labor?

— Es contradictorio: alegría porque les doy esta alegría, pero también tristeza porque esto solo es la flor de un día. Si yo no vuelvo, no hay programa institucional que continúe. Todo depende de que yo pueda volver, y tal vez no pueda volver en cuatro meses, o nunca, porque hay otros sitios esperando.

¿Considera su trabajo más social que tecnológico?

— Totalmente social. Uso la divulgación científica para hacer trabajo social. Hay gente que usa perros para terapia con abuelos, yo uso la ciencia para hacer terapia. Una institución del Maresme quiere hacer una investigación sobre el impacto de la comunicación científica en la atención a personas con demencia.

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¿Acepta donaciones particulares?

— No he querido crear crowdfunding ni pedir dinero a la gente, porque todos vamos justos. Creo que deberían ser las instituciones, no las personas de a pie, las que muevan estas cosas. Todos pagamos muchos impuestos para que las instituciones se encarguen de nuestros mayores. Sí que hay asociaciones que me llaman para hacer donativos, y entonces la colaboración que ofrezco es: vamos a hacer una actividad en tu pueblo. cuando alguien hace alguna aportación económica al proyecto vamos a su pueblo a hacer actividades para la gente mayor.

¿Qué le diría a quienes piensan que la tecnología no es para los abuelos?

— La tecnología no es que no sea para los abuelos, es que se puede adaptar. La tecnología es un medio para transferir información. Es como un periódico: si no llega a los abuelos es porque la letra es muy pequeña, está redactado de forma compleja, o está en el quiosco y ellos están en el centro geriátrico. Con la realidad virtual pasa igual: no están adaptando los contenidos. Las empresas hacen videojuegos porque venden millones, pero si haces contenido educativo para abuelos, no venderás ni uno.

Yo adapto el contenido y uso unas gafas específicas que sirven para abuelos: permiten que no se quiten las gafas graduadas, tienen altavoces potentes para personas que oyen mal... He hecho un trabajo de investigación que nadie valora cuando me dicen «haz el contenido público gratuitamente».

¿Cómo imagina el futuro de 'Més que Ciència'?

— Me lo imagino como un proyecto de contenido abierto, internacional, donde mucha gente pueda colgar contenido. Que alguna institución grande se haga cargo y que cualquier centro de investigación o persona que quiera explicar algo en realidad inmersiva lo pueda colgar, para que todos esos contenidos puedan ser disfrutados por la gente mayor de todo el mundo. Sería mi ilusión: que centros de investigación de todo el mundo puedan colgar sus investigaciones para que lleguen donde no llegan.

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