'El compromiso de Caspe', de Salvador Vinegra (1891)
Historia
La falsa leyenda negra sobre los Trastámara inventada por el nacionalismo catalán para no asumir la realidad
Los historiadores de la Renaixença tergiversaron la realidad histórica para reinterpretar desde el victimismo un episodio medieval
En 1412 se firmó el llamado Compromiso de Caspe, un acuerdo entre los representantes de los reinos de Aragón y Valencia y del Principado de Cataluña para elegir un nuevo rey, después de que Martín el Humano muriese sin descendencia ni sucesor designado. El pacto supuso la entronización de Fernando de Antequera, de la dinastía Trastámara, regente del reino de Castilla.
El historiador Jaume Vicens Vives escribió en el siglo XX que «Caspe ha pasado a la historia catalana como un hito negro (...), no por la iniquidad del procedimiento, sino por la claudicación del país». Se trata de un resumen de la leyenda negra sobre el Compromiso de Caspe que impulsaron los nacionalistas catalanes a mediados del siglo XIX, durante la Renaixença.
Fue entonces cuando lo ocurrido en 1412 se tergiversó para que pareciese que había ocurrido algo que nunca pasó. Tanto Antonio de Bofarull como Víctor Balaguer afirmaron que se escogió a la dinastía Trastámara para atacar a Cataluña, y no solo eso, sino incluso para destruirla. El arquitecto Lluís Domènech i Muntaner consideraba que el Compromiso de Caspe supuso el declive de la independencia política de Cataluña.
El político Enric Prat de la Riba habló incluso de «violación de las sagradas costumbres». El historiador Santiago Sobrequés escribió: «Cuando Fernando II subió al trono del Principado, encontró una Cataluña exánime, víctima de la miseria, la inflación, la peste, el bandidaje y las incursiones de guerrilleros franceses en la frontera».
Acta notarial original de la elección unánime de Fernando de Antequera como rey de Aragón
En definitiva se culpaba al Compromiso de Caspe y a los Trastámara de todos los males de Cataluña posteriores a 1412. La realidad es que en aquel momento Cataluña estaba en decadencia, mientras que Aragón, Valencia y Castilla estaban en ascenso. Este contraste fue clave para escoger al sucesor de Martín el Humano.
Desmontando la leyenda negra
En Caspe había cuatro candidatos. Fadrique de Aragón, sobrino del papa Benedicto XIII; Jaime de Aragón o de Urgel, conocido como el desafortunado; Luis de Anjou, sobrino-nieto de Martín el Humano y rey titular de Nápoles, y Fernando I de Aragón, hijo de Leonor, hermana de Martín el Humano. Se reunieron nueve compromisarios: tres de Aragón, tres de Valencia y tres de Cataluña.
En aquel momento la aristocracia catalana seguía sobreviviendo de los llamados «malos usos», un abuso de poder que en 1462 desencadenaría la primera guerra remensa. Estos incluían abusos económicos y restricciones a la libertad personal de los campesinos. Dicho de otra manera, su sustento dependía del trabajo de muchos en beneficio de unos pocos.
A esta clase nobiliaria ya les estaba bien esta distribución social y económica. En ningún caso moverían un dedo para que algo cambiara: sólo lo hicieron, en parte, después de firmar la Sentencia Arbitral de Guadalupe en 1486. Esta desidia es la que comenta Vicens Vives al decir que Cataluña estaba en decadencia.
Cataluña era un territorio débil, con una aristocracia fuerte. Mandaban más que el rey, en cierta parte por miedo a perder sus privilegios. Por eso, teniendo en cuenta este hecho, Martín el Humano pensó como heredero en Federico de Sicilia. Sin embargo, lo obligaron a casarse con Margarita de Prades para que naciera un heredero. Esto dejaba fuera de juego a uno de los principales herederos, Jaime de Aragón. Un personaje que no era querido en la corte, a pesar de ser sobrino del rey.
Llegados a este punto, hay que entender que el romanticismo catalán del siglo XIX tiene un peso específico que distorsiona la realidad. Los historiadores de la Renaixença ven con malos ojos el Compromiso de Caspe por el mero hecho de haber llevado a Cataluña la dinastía castellana de los Trastámara. Por su parte, los historiadores castellanos consideran que el Compromiso de Caspe demuestra la madurez política de un pueblo.
Un caballero cristiano
Y aquí surge la figura de Fernando de Aragón. Casado con una de las damas más ricas de Castilla, tenía a sus espaldas una gran experiencia militar. Llevó a cabo el asedio de Antequera en 1410, lo cual le otorgó un reconocimiento a nivel europeo, al ser considerado un defensor de la cristiandad.
En 1408 evitó una guerra civil en Castilla. Con lo cual, Fernando de Aragón sumaba el reconocimiento nacional y europeo de ser poderoso tanto militar y económicamente, la fama de ser respetuoso con sus parientes y una aureola de caballero cristiano. Este último aspecto es el más importante, y le valió el apoyo de san Vicente Ferrer, uno de los compromisarios valencianos.
Fernando I de Aragón, en un cuadro del siglo XIX
De nuevo, con Vicens Vives: «La causa de Fernando de Antequera prevaleció sobre la de Jaime de Urgel no porque presentara más títulos jurídicos, sino porque un puñado de hombres decididos supieron imponerlo por encima de cualquier clase de contingencias». Dicho de otra manera, saliéndonos de esta leyenda negra, el problema que en 1412 tenía Cataluña era político y no jurídico. Y ese problema ponía en peligro el futuro de la Corona de Aragón. La única salida posible, para mantener la estabilidad política pasaba por Fernando de Aragón o de Antequera.
Si bien es cierto que desde el primer momento quedó descartado Jaime de Urgel, tampoco se tuvo en consideración a Luis de Anjou, Fadrique de Aragón o Juan de Aragón. La realidad es que ningún candidato convencía a la nobleza catalana. Y a su indecisión se sumó la potencialidad comercial de Valencia, la potencialidad económica de Aragón y la intervención de la Iglesia, la cual veía a Fernando como el único capaz de lograr la paz entre la Iglesia y la Corona de Aragón.
Lo podemos explicar de otra manera. En aquel momento se debía escoger a un heredero útil para todos y el único que reunía esta condición era Fernando de Aragón. En ningún momento se quiso atacar a Cataluña. Estaba por encima de todo una razón de estado, un bien común. Fernando de Aragón beneficiaría al reino, a la comunidad y a la Iglesia: por eso se le escogió. Así de simple.