Exterior del nuevo centro penitenciario abierto en Cataluña, ubicado en la Zona Franca

Exterior del nuevo centro penitenciario abierto en Cataluña, ubicado en la Zona FrancaACN

La cárcel de Barcelona que no tendrá rejas ni muros abrirá después del verano con 800 internos

El centro penitenciario abierto de la Zona Franca abrirá tras el verano. Será la prisión para tercer grado más grande de Cataluña y la segunda diseñada para presos en semilibertad, tras la de Tarragona (2023). Sin muros, rejas ni concertinas, acogerá 800 reclusos en dos módulos de cuatro plantas. La inversión asciende a 35,6 millones de euros.

Está para presos en tercer grado: solo duermen entre semana y de día salen para formarse y trabajar. Acogerá hombres que cumplían condena en Trinitat y Wad-Ras (600 plazas). Se ganarán 200 camas y se centralizará la gestión. Su apertura cerrará definitivamente Trinitat Vella.

Cada módulo tiene un patio central. La planta baja acoge espacios comunitarios (comedor, biblioteca, gimnasio, aulas) y área de seguimiento. No hay polideportivo, economato ni talleres: se busca que los internos hagan actividades fuera, en la comunidad. El diseño es residencial, sin elementos de seguridad. Las puertas se abren desde dentro.

La entrada tiene rampa abierta, baldosas del Ensanche y puertas de cristal. Los internos dejan en taquillas elementos prohibidos, pasan por escáner y acceden con tarjeta y control biométrico. Tienen autonomía para moverse donde su tarjeta lo permita. Cámaras disimuladas siguen movimientos desde el 'búnker' de seguridad.

Algunos pueden tener móviles sin internet para llamadas y SMS. Rosa María Martínez, jefa de Medio Abierto, explica a la ACN que desde fuera parece un edificio más. «Queremos que se integre. Es importante porque no etiqueta. Espacios amables y dignos ayudan a comportamiento normalizado».

Según un informe de 2020, la reincidencia en medio abierto es 6 puntos más baja que la media (21,1%). Los de tercer grado con piso dependiente tienen 14,8%; los clasificados directamente, 10,1%; otros con semilibertad no superan 6,5%.

El tercer grado busca la mejor transición a libertad. La estancia media es tres años. Un 20% tienen pocas relaciones exteriores y fines de semana se quedan sin adónde ir. Algunos quieren volver al cerrado por miedo o falta de recursos.

Martínez añade: "Cumplen condena pero parte la harán fuera. Está muy bien comunicado. El plan debe incidir en la comunidad. No hay incidencias. No tiene rejas, son espacios amables con autonomía. Muy diferente de un centro ordinario. Cumplir es estar en la comunidad. Es difícil porque idealizan la salida, la familia que ya evolucionó, la red de apoyo que no tienen, el apoyo económico. El equipo acompaña y hace seguimiento. Pedimos honestidad: estamos para ayudar, pero necesitamos que compartan sus carencia

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