Pedro Sánchez y Salvador Illa, en una imagen de archivo

Pedro Sánchez y Salvador Illa, en una imagen de archivoEuropa Press

Cataluña

Cataluña se convierte en la aldea gala del socialismo

Sánchez cuenta hoy con 32 diputados al congreso de ventaja sobre la oposición elegidos en las provincias catalanas y se afana para mantener esa ventaja

El año 2026, en su primer semestre, nos traerá una catarata de elecciones autonómicas en Aragón, Castilla y León y Andalucía. Tras el batacazo de Extremadura, el PSOE ha perdido el ante penúltimo de sus feudos y hoy en día solo es primera fuerza en Asturias, Castilla-La Mancha, y Cataluña.

Salvador Illa, presidente de la Generalitat de Cataluña, compareció ante los medios la vigilia de Nochebuena y, por un lado, apoyó a Pedro Sánchez, pero, por el otro, dejó claro que el PSC no es el mismo partido que el PSOE. El presidente autonómico buscó un equilibrio difícil de encontrar frente a un Sánchez que solo quiere adhesiones inquebrantables.

Cataluña es el último baluarte del socialismo, su aldea gala. En el País Vasco están hundidos en tercera posición; en Navarra dependen de Bildu y Geroa Bai, la marca navarra del PNV. Y solo en Cataluña ganan, tanto en el ayuntamiento de Barcelona, como en las elecciones autonómicas, así como en las generales. No les queda ningún otro reducto en toda España.

Illa no puede hacer como García Page y renegar de Sánchez, porque sus votantes son esencialmente no nacionalistas y más identificados con el PSOE que con el PSC, que es percibido por la sociedad catalana en general y los votantes del PSC, en particular, como una federación territorial socialista más.

La estrepitosa derrota del PSOE en Extremadura y la más que previsible hecatombe de María Jesús Montero en Andalucía son malos augurios para el PSC, dado que en Cataluña gran parte de su base electoral tradicional se ha basado en la emigración llegada del sur de España durante el siglo XX y sus descendientes.

El poder del PSC

Las mayorías absolutas históricas del PSC en Hospitalet, Santa Coloma de Gramenet y otros municipios del área metropolitana de Barcelona, han sufrido algunos contratiempos, como la irrupción del popular García Albiol en Barcelona. Pero, a pesar de eso, el PSC sigue siendo una fuerza hegemónica que ahora puede verse amenazada por el ocaso del socialismo y la pujanza de VOX en estos municipios.

Salvador Illa juega con alguna ventaja, como el hecho de que algunos resortes de poder social, como es la patronal, a diferencia de lo que le ocurre a Sánchez con la CEOE, lo siguen viendo como un aliado o un mal menor frente a la radicalidad populista, en temas como la vivienda, de ERC o los Comunes. En su copa de Navidad, el presidente de Fomento, Josep Sánchez Llibre, no pidió un relevo en el gobierno regional, sino que instó a Illa a cambiar de socios y buscar apoyos en el PP y Junts, alejándose de la izquierda.

Pero Illa sabe que los vientos de cambio también llegan a Cataluña y que, si el PSOE se sigue hundiendo, él no quedará electoralmente indemne. El socio más leal del socialismo, Oriol Junqueras, dijo hace unas semanas que Aliança Catalana era «un invento de las cloacas del Estado». La afirmación busca desacreditar a Silvia Orriols, pero también señalar que al PSC la división del independentismo le favorece porque es su seguro de permanencia en el poder ante la inviabilidad de que ERC, la CUP, Junts y Aliança Catalana pacten para descabalgar a Illa aunque las fuerzas independentistas recuperaran la mayoría de 68 escaños en el parlamento catalán.

Pero no es la política catalana lo que preocupa a Sánchez, al igual que no siente pena alguna por las derrotas de Gallardo en Extremadura o los futuros naufragios a sufrir por sus ministros candidatos. Lo que ocupa al presidente del Gobierno es el reparto de escaños en el Congreso. Y Cataluña es para él clave para intentar mantener el poder, dado que actualmente cuanta con 19 escaños tras ganar siete en las elecciones de julio de 2023.

A esos 19 escaños hay que sumar los 21 con los que cuentan los Comunes, ERC y Junts, socios parlamentarios del PSOE, una renta de 40 diputados, frente a los ocho del PP y VOX.

Sánchez, para no tener que mudarse precipitadamente de la Moncloa, necesita mantener esa renta de 32 escaños de ventaja, ya que, en caso de que su particular aldea gala caiga, su sentencia política estará redactada.

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