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El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero abraza a Pedro Sánchez

El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero abraza a Pedro SánchezEuropa Press

De lunes a lunes

¿Cuánto dinero lleva ganado Zapatero a costa de España?

Zapatero es observado como canciller oficioso de Sánchez desde que fuera clave para que éste encabezara la Internacional Socialista con el viático de Maduro

Mientras la corrupción atrapa cual planta trepadora al sanchismo que tiene en ella su marchamo de origen desde las adulteradas primarias, la «caja negra» del fraudulento salvavidas de la compañía hispano-venezolana de un solo avión Plus Ultra con el expresidente Zapatero de «polizón de oro» certifica un relevo de guardia entre clanes socialistas tras operar por separado. A la espera de lo que sigan dando de sí las pesquisas sobre el presunto deseo de esos 53 millones del ala para blanquear otras actividades delictivas, así como las citaciones parlamentarias y judiciales al «boligrande» Zapatero, cabe preguntar: ¿Cuánto dinero llevó cosechado el expresidente en desmedro de la independencia de España y de intereses sus nacionales que abandonó La Moncloa? Artículo más. ¿Puede utilizar las prerrogativas de expresidente para sus turbios enriquecimientos con países no democráticos como Venezuela o China , o autoritarios como Turquía y Marruecos sin que nadie esta boca es mía?

De facto, Zapatero es observado como canciller oficioso de Sánchez desde que fuera clave para que éste encabezara la Internacional Socialista con el viático de Maduro. Preferible para él que contraer la cartera de Exteriores como el ex primer ministro británico Cameron con Sunak en noviembre de 2023. Un príncipe de las tinieblas trajina mejor en la lobreguez como los murciélagos. Por eso, en 2015, renunció al Consejo de Estado para, con pasaporte diplomático e información estratégica en la cartera, hacer negocios opacamente travestido de filántropo.

… Y evocar que Rajoy lo tenía por «bobo solemne» en diciembre de 2015. Para entonces, «Bambi», apodo de cuya paternidad reniega Alfonso Guerra, cuyo odio a «Bono convertible» le entregó la secretaría general, ya poseía cuernas y embestía como un miura. Tras no levantarse ante la bandera de EE.UU. en un desfile en Madrid y repatriar las tropas en Irak sin avisar a la coalición aliada, «Mr. Bean», con su sonrisa de cimitarra, conspiraba con ETA desde la oposición mientras firmaba pactos en contrario con Aznar y luego, desde el Consejo de Ministros, vendía al dictador Chávez patrulleras con tecnología estadounidense que hubo de desbaratar al percatarse el Pentágono de que España se saltaba la prohibición.

El expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, junto a Nicolás Maduro

El expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, junto a Nicolás Maduro(EPA) EFE

Aquel tráfico armamentístico del pacifista ZP debió dar para alguna hípica toledana con la embajada en Caracas, donde Bono colocó a su amigo Raúl Morodo, como receptáculo de coimas de los que luego, con el concurso del condenado fiscal general Ortiz, se han librado de cárcel Morodo padre e hijo. Un tiempo aquel en el que «Blanquiño», al que rebautizaron en los Madriles como «Pepiño», se reunía al anochecer en gasolineras solitarias con contratistas y en los que gozaba de una cohorte de chicos del partido en cuyo elenco figuraba Sánchez y parte del equipo de repuesto del hoy presidente tras la caída de «la banda del Peugeot» que capitaneó para asaltar Ferraz y La Moncloa. Los «Pepiño boys» se habían repartido en las primarias de 2017 entre Susana Díaz (candidata de Zapatero) y Patxi López (con Óscar López y Antonio Hernando en sus filas).

Hasta julio de 2021 en que Sánchez se deshace del desbraguetado Ábalos por ir por libre, ambas facciones maniobraron en paralelo. Ello desató choques como cuando en Andalucía el expresidente Borbolla, tras decapitar a Escuredo al filtrarse el supuesto chalet regalado por una constructora, ganó la Presidencia y persiguió dotarse del estatus del PSC. En ese ínterin, funcionaron dos aparatos de recaudación que tropezaron en el casino sevillano de Tomares, donde la ejecutiva federal se apoderaba de un aspirante y la regional a otro saldándose aquello peor que el rosario de la aurora.

Otro tanto con los «chicos de Pepiño» que, de husmear en los prostíbulos del suegro de Sánchez para confeccionar un expediente que fuera su ataúd, se arrojaron a los pies del presidente como alfombras. Entre tanto, Blanco, bajo la fachada de respetabilidad de una empresa de acento no precisamente átono a los que incorporó a gente del PP para darle transversalidad, y Zapatero, con su diplomacia paralela, aguardaban su desquite de los advenedizos de «la banda del Peugeot» que no las vieron venir con la celada de bajos vuelos y altos fondos de Plus Ultra.

Más allá de los «tengo entendido» de los hoy presos Ábalos y Koldo García, esta guerra de bandas socialistas lo ha relatado con todo lujo de detalles el comisionista/comisionado Aldama que estuvo allí. Al servirse Plus Ultra del fondo europeo para firmas estratégicas de la SEPI, dependiente de la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el hoy colaborador de la Justicia ha narrado como, hallándose en el Ministerio de Transportes con Koldo García en el despacho aledaño al del encuentro entre Ábalos y Zapatero, éste último le espetó al ministro reticente: «No te lo estoy pidiendo yo, sino el presidente». Al preguntarle a Koldo cómo fue la cosa, Ábalos le contestó enojado: «Tengo que rescatar Plus Ultra, sí o sí; es una orden del presidente».

Ulteriormente, ante el informe negativo de los técnicos, Ábalos volvió a la carga con Sánchez, quien le urgió que llamara a Montero que entonces lo tenía por «mi tronco» y hogaño no lo conoce de nada. «No te preocupes, José; yo me encargo de la SEPI», le tranquilizó recuperando, al parecer, el «modus operandi» de un escándalo afín al de los ERE andaluces como Invercaria. Esta extinta sociedad de capital riesgo de la Junta socialista proporcionó subvenciones y préstamos participativos a mercantiles apadrinadas por Chaves y Griñán antes de formalizaran ni siquiera su solicitud y montando los expedientes a posteriori.

Al cobrar los 53 millones Plus Ultra, Koldo García habría manifestado: «Ya estará contento el imbécil éste (aludiendo a Zapatero) con sus 10 millones de euros en Panamá». Además, entrevió que Sánchez sería participe de la coima. Al respecto, Aldama afirma saber las personas y consorcios que trasladaron esos capitales a Panamá y está dispuesto a notificárselo a la Justicia si se lo pide. En ese berenjenal, el consultor Julio Martínez Martínez seria amigo de correrías de Zapatero más que «de correr», como justifica su cita clandestina en los montes de El Pardo del aparente testaferro con el expresidente.

Si bien pueden establecerse analogías entre Zapatero y el cacao del excanciller Schröder en Alemania por su presencia en los consejos de administración de multinacionales rusas claves en la invasión de Ucrania como la petrolera estatal Rosneft, del expresidente «offshore» español, a diferencia de su homólogo alemán, se ignora cuáles son sus emolumentos ni sus cometidos sin que ello palie las nefandas conductas del uno y el otro. Lejos de aquella época en la que el excanciller Willy Brandt dimitió en 1974 al trascender que su secretaría espiaba para la URSS, mientras hoy no sucede nada si el que está en nómina de una potencia enemiga es un expremier.

De hecho, da la impresión de que Sánchez estaría invirtiendo un futuro para seguir las andanzas de Zapatero tras malograr el veto norteamericano -primero con Biden y luego con Trump- ser el segundo socialista español secretario general de la OTAN recayendo en Mark Rute, exprimer ministro holandés. Hasta esa hora, «el inquiokupa de La Moncloa» muestra el palacio presidencial en TikTok «a lo Isabel Preysler» como si fuera de su propiedad cuando lo habita por un acto de simonía, mientras la política española discurre por las alcantarillas sin que la opinión pública sepa lo que fluye bajo sus pies ni el Parlamento fiscalice al Ejecutivo relegado a tomar nota de lo que se acuerda extramuros de España y sus instituciones.

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