Ramona Treviño, autora de 'Redimida por la gracia', en Barcelona

Ramona Treviño, autora de 'Redimida por la gracia', en BarcelonaG. Altarriba

Entrevista

La activista provida que antes fue gerente de un abortorio: «Me engañaba a mí misma»

Ramona Treviño visita Barcelona para participar en un encuentro internacional de 40 Días por la Vida

Cuando Ramona Treviño tenía 30 años entró a trabajar como gerente de un centro de referencia de Planned Parenthood, el mayor proveedor de abortos de Estados Unidos. «En mi edificio no practicábamos abortos, así que me mentía a mí misma diciéndome que estaba ayudando a prevenirlos», relata Treviño, que hoy trabaja como Outreach Director de la organización 40 Días por la Vida.

La entidad celebra este fin de semana en Barcelona su 8º Simposio Internacional para Voluntarios Líderes, que reúne a cerca de 200 participantes. El objetivo es tejer comunidad y coger fuerzas para las próximas campañas de oración y ayuno frente a centros como aquel en el que trabajaba Treviño: «Durante tres años me mentí diciendo que mi trabajo era bueno», insiste, en conversación con El Debate.

Treviño –tercera generación de una familia hispana y católica– se justificaba diciendo que ella personalmente no optaría por un aborto, pero que defendía «el derecho de la mujer a escoger». Una justificación que se tambaleó en 2011, cuando 40 Días por la Vida organizó una campaña frente al centro donde trabajaba, en la ciudad de Sherman, en el estado de Texas, en los EEUU.

Una «realidad sombría»

«A través de esa campaña, la gracia de Dios se derramó sobre mí; abrió mis ojos a la verdad», recuerda, y señala que en aquel momento se rompió el armazón de razonamientos sobre el que sustentaba su jornada laboral. «No quería confrontar el hecho de que estaba ayudando a mujeres a acabar con la vida de sus bebés, porque darte cuenta de que has sido cómplice en acabar con vidas inocentes es una realidad sombría, una carga pesada», explica.

Un peso sobre sus hombros del que pudo librarse, asegura, gracias a la misericordia divina. Literalmente: «El 1 de mayo de 2011, yo estaba en misa, pero no sabía que aquel día era la fiesta de la Divina Misericordia, y también la beatificación de Juan Pablo II». Durante la Eucaristía, ocurrió algo en el momento de la consagración: «Escuché en mi interior la voz de Dios que me decía: ‘Ramona, te perdono, ten fe en mí’, y cuando lo escuché, supe que también tenía que perdonarme a mí misma», relata.

Voluntarios en una campaña de 40 Días por la Vida

Voluntarios en una campaña de 40 Días por la Vida40 Days for Life / X

Con todo, puntualiza que «fue más fácil aceptar el perdón de Dios que perdonarme a mí misma», y que a raíz de aquello comenzó un proceso de sanación que hundía sus raíces en su infancia. Tras su caída del caballo, además, Treviño decidió abandonar su puesto de trabajo en Planned Parenthood: «Fue un gran salto de fe», asegura. Y uno que en el futuro inmediato se reveló acertado, ya que tres meses después, el centro en el que trabajaba cerró sus puertas: «Milagroso», celebra.

La mayor tragedia de nuestro tiempo

Fruto de su experiencia, Treviño tiene algunas cosas muy claras. Primero, que el aborto es «la mayor tragedia» de nuestra época, y que hace falta «despertar» y tomar conciencia de ello. «En EE. UU., uno de cada tres embarazos terminan en aborto», advierte.

Segundo, que la mejor forma de ayudar a las personas que han pasado por un aborto no es desde la ira, sino «siendo un ejemplo de la misericordia de Cristo», la misma que ella experimentó en primera persona. «Como el aborto es tan grave, existe la tentación de estar enfadado con aquellos involucrados en un aborto, en lugar de mirarles con los ojos de Dios», reflexiona.

Preguntada por las críticas que se vierten sobre 40 Días por la Vida desde instituciones como el Gobierno de España o la Generalitat de Cataluña, que tildan a las personas que rezan frente a los abortorios de ser acosadores, Treviño insiste: «40 Días por la Vida es pacífico, no hay ninguna agresión, más allá de lo que ellos perciban», y asegura que «si atacan este movimiento, es porque funciona».

Bajo su punto de vista, como extrabajadora de un centro, «la presencia de alguien rezando pacíficamente en la acera desafía el corazón de quienes trabajan dentro». «Si eres un empleado y hay algo ahí que te molesta y te quita la paz, es tu conciencia, porque los de fuera no te están acusando de nada», insiste.

Por último, Treviño señala como un «símbolo de esperanza» la dirección a favor de la vida tomada por el nuevo gobierno de Donald Trump. «Nuestro país —cuenta— ha visto grandes victorias, como tumbar Roe vs Wade o retirar los fondos a la actividad internacional de Planned Parenthood, y nuestra próxima meta es introducir la personalidad jurídica fetal, pero mientras tanto celebremos los triunfos y sigamos luchando».

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