
El presidente de Entitats per la Vida, Joan Marull
Entrevista
Las entidades provida de Cataluña ensayan una nueva estrategia: se acabó la etapa de los «francotiradores»
Joan Marull preside Entitats per la Vida, una nueva asociación que agrupa a los principales actores del movimiento provida catalán
Joan Marull tiene claro el diagnóstico: lo que necesita el movimiento provida en Cataluña no es más esfuerzo de «francotiradores» trabajando en solitario sino sumar fuerzas y pensar una estrategia conjunta. De esta intuición nace Entitats per la Vida («entidades por la vida»), una nueva asociación que agrupa a realidades como Provida, Hogar de María, el Corrent Social Cristià, 40 Días por la Vida o Metges Cristians de Catalunya, entre otras, para coordinar esfuerzos.
Entitats per la Vida –que cuenta también con el apoyo del arzobispado de Barcelona, la diócesis de Sant Feliu y la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP)– tiene también claro su objetivo: «Defender la vida, desde su concepción hasta su muerte natural». Marull, empresario con una larga trayectoria profesional, es su presidente, y atiende a El Debate para hablar de este nuevo impulso a la lucha contra la cultura de la muerte en Cataluña.
–¿Por qué veía necesario crear una asociación como Entitats per la Vida (EpV)?
–Porque el «equipo contrario» trabaja de forma muy profesional y a largo plazo, y frente a ello no podemos ser una suma de francotiradores, sino que necesitamos una estrategia a largo plazo. La visión de EpV es que cada miembro mantenga su carisma y su acción específica, pero con el objetivo de hacer algo conjuntamente para promover la cultura de la vida. Por eso ahora estamos trabajando en un plan estratégico a diez años vista, como primer hito, para ver a dónde queremos llegar y con qué medios contamos.
–Habla de profesionalidad, pero buena parte del movimiento provida se debe a los voluntarios…
–El voluntarismo y la buena fe muchas veces nos adormece, queremos hacer algo absolutamente profesional, y esto implica que tendremos que gastar dinero. Por tanto, hay que obtener fondos: yo vengo del mundo empresarial y soy de la opinión de que a ningún proyecto bueno le falta financiación. En nuestro caso, hemos de buscar los puntos de apoyo mútuos y las convergencias, y aprovechar la experiencia de cada uno.
–Se refería al «equipo contrario», pero a menudo este equipo se financia con fondos públicos.
–Sin duda, ellos tienen todas las ventajas del mundo, mientras que a nosotros –por ejemplo– nos han puesto todas las dificultades burocráticas posibles durante el proceso de registrar la entidad. Que si aquí falta un sello, aquí una coma… Ellos tienen dinero y medios de comunicación, pero nosotros tenemos algo que ellos no: nuestra capacidad de rezar. Somos gente de oración.
–Dice que están trabajando en un plan estratégico, ¿a quién creen que es prioritario dirigir sus primeras acciones?
–Curiosamente, lo que hemos visto es que es necesario empezar por «los de casa». En temas relacionados con la defensa de la vida, como el aborto o la eutanasia, hay muchas dudas entre personas que se declaran católicos practicantes.
Siempre salen los casos extremos, y muchos no lo tienen claro, además de que hay mucha desinformación, por ejemplo, sobre cómo la legislación sobre eutanasia ha llevado en los diversos países de Europa a una cultura de liquidar a la gente para hacerlo todo más barato. La cultura del descarte, a la que se refería el Papa Francisco.
–Su ámbito de actuación está delimitado a Cataluña, ¿la región tiene retos específicos en la lucha provida?
–Sí, queremos centrarnos en Cataluña, aunque nos hemos reunido con alguna fundación de Madrid y no descartamos ampliar nuestra actividad. Pero el reto específico de Cataluña es que está en una situación mucho peor. Me sabe mal decirlo, y me da cierta vergüenza, pero es así.
Por ejemplo, la campaña a favor del aborto y la eutanasia que se hace desde los Centros de Atención Primaria no se da en la Comunidad de Madrid, o no con esta virulencia. Además, a nivel sociológico somos los primeros en todo, sobre todo en eutanasia.