Estatua de los Reyes magos
Las cuatro claves de un colegio católico de Barcelona para educar a tus hijos a través de la carta a los Reyes
Un equipo educativo en Barcelona sugiere que los niños pidan menos juguetes impulsivos y más regalos ligados a la necesidad, la lectura, el deporte y la solidaridad
La campaña navideña vuelve a situar a los menores como uno de los principales objetivos de la presión publicitaria, en un contexto de oferta creciente de juguetes, tecnología y ocio. Ante este escenario, expertos en educación, entre ellos el equipo de Highlands School Barcelona, plantean reformular la tradicional carta a los Reyes Magos para que incorpore criterios de necesidad, formación y solidaridad, sin renunciar a la ilusión propia de estas fechas. La propuesta, presentada en Barcelona en diciembre de 2025, se articula en cuatro ejes: cubrir necesidades reales, elegir el «capricho» con sentido educativo, dar protagonismo a la lectura e incluir un gesto concreto de ayuda a otros niños.
Presión publicitaria y consumo impulsivo
Los especialistas advierten de que los niños se encuentran entre los públicos más expuestos a la publicidad durante la campaña de Navidad, especialmente por el aumento de productos tecnológicos y de entretenimiento dirigidos a edades cada vez más tempranas. Esta combinación de oferta y mensajes comerciales incrementa el riesgo de que el menor se habitúe a un consumo impulsivo, poco reflexivo y desvinculado del valor real de los objetos que recibe. Frente a ello, los educadores plantean que la carta a los Reyes Magos se convierta en una oportunidad para educar la libertad, el autocontrol y el sentido de la responsabilidad.
Recuperar el valor de la necesidad
El primer criterio propuesto consiste en recuperar el peso de la «necesidad» dentro de la lista de deseos, incorporando al menos un objeto de uso cotidiano como ropa, material escolar o artículos de higiene personal. De este modo se busca que el niño tome conciencia de que lo esencial también merece ser valorado y cuidado, y que no todo gira en torno al juguete de moda o al último dispositivo tecnológico. Los expertos señalan que aquello que forma parte del día a día suele pasar desapercibido para los menores, y proponen aprovechar la carta para dar un lugar visible a estos bienes básicos.
El «capricho» con sentido educativo
La propuesta no renuncia al regalo estrella, el «capricho» más esperado que forma parte de la tradición y de la ilusión familiar. Sin embargo, se invita a las familias a elegirlo atendiendo a su impacto en el desarrollo del niño, más allá del simple deseo momentáneo. Entre los ejemplos citados se encuentran los juegos de mesa que favorecen la cooperación y la comunicación, el material deportivo que impulsa la actividad física o los juguetes simbólicos que estimulan la creatividad y el juego imaginativo. La idea es que el regalo más especial siga generando alegría, pero se alinee con criterios pedagógicos y no solo con tendencias de mercado.
Libros y cultura en el centro
Otro de los pilares de la propuesta es dar un lugar fijo a la lectura dentro de la carta, incorporando al menos un libro adecuado a la edad y madurez del menor. Los educadores recuerdan que la lectura sigue siendo clave para el desarrollo cognitivo y emocional, y que en un entorno saturado de pantallas, reforzar el vínculo con los libros resulta especialmente necesario. Se sugiere seleccionar títulos que fortalezcan la comprensión lectora, la imaginación y la capacidad de concentración, en un contexto en el que la oferta editorial infantil es cada vez más amplia y heterogénea.
La dimensión solidaria en la carta
El cuarto criterio invita a introducir de forma explícita la solidaridad, reservando un espacio en la carta para pedir un regalo destinado a otro niño con menos recursos. Junto a ello, se propone revisar los juguetes que el menor ya tiene en casa y donar aquellos que estén en buen estado, evitando así el acúmulo innecesario. No se trata solo de un gesto puntual, sino de fomentar hábitos que promuevan la empatía, la conciencia social y la responsabilidad hacia quienes viven en situaciones más vulnerables. De este modo, la tradición cristiana de los Reyes Magos se vincula también con el sentido del compartir y del servicio a los demás.
Educar sin romper la magia
Los expertos subrayan que este enfoque no pretende eliminar la ilusión ni restar belleza a una de las tradiciones más arraigadas en las familias. Al contrario, sostienen que «la carta a los Reyes Magos es uno de los momentos más eficaces para introducir criterios educativos sin romper la magia», integrando formación y fantasía en un mismo gesto. Desde el ámbito de la orientación educativa se insiste en que es posible conservar la sorpresa y el entusiasmo y, al mismo tiempo, enseñar a los niños a pedir con sensatez, gratitud y responsabilidad en una etapa clave para la configuración de sus hábitos de consumo y de su carácter.