
Una estatua de un demonio, en una imagen de archivo
Leyendas de Cataluña
El hombre que llevó a juicio a un amigo que le acusó de haber encontrado a los demonios del Montsià
Nadie sabe qué le ocurrió aquel día a Juan Sanz entre los algarrobos
El Montsià, con capital en la ciudad de Amposta, es la comarca catalana más meridional, y forma parte del ámbito territorial de las Tierras del Ebro. La sierra del Montsià se extiende desde el río Ebro hasta el río Sénia, con una longitud de 20 kilómetros y una anchura de seis. Una cadena montañosa sobre la cual se cuenta una historia muy curiosa que relataremos a continuación.
Todo sucedió en 1843. En concreto, a un campesino llamado Juan Sanz de Pascual. Tenía sesenta y tres años, estaba casado con Josepa Fibla y tenían cuatro hijas. Juan subió a la sierra del Montsià para trabajar, como hacía siempre, con el mulo; sin olvidar el hacha, la cofa de esparto, el gancho de batir algarrobas, las garrafas, la bota de vino y el fardo de la comida.
Vestía unos anchos pantalones blancos de lienzo al estilo del país, alpargatas con cinta negra, una faja azul de algodón y un pañuelo de cuadros rojo atado a la cabeza. Estando allí, en el Codonyol, batiendo las algarrobas, le pasó algo, al parecer, sobrenatural.
La historia se extiende
Pocos días después, dos campesinos, Bautista Sancho e Ildefonso Reverter, hablaban en la puerta de la tienda del tratante de mulos, Ramón Gimeno, que vivía en el número 13 del camino ancho de Alcanar. Ildefonso tenía 34 años, estaba casado con Agustina Bort y esperaban a su cuarto bebé, Fermina, que nació en 1844.
La familia Reverter vivía en la calle Calvario. Ildefonso llegaría a tener, además de la casa donde vivía y un buen mulo, varias tierras de regadío en las partidas del Cerrojo, Mas d'en Reverter, del Pozo, de Sol de Riu y de las Malladas; algarrobos en el Boveral y el Plan; viña y algarrobos en la Martorella; viña, algarrobos y maleza en la Martinenca, y otro algarrobo en el Codonyol.
Pues bien, durante aquella tertulia Ildefonso Reverter dijo: «¿Sabéis qué? El otro día, a Juan de Pascual le salieron los demonios». Ante la estupefacción de Bautista, insistió: «Te lo digo en serio. Lo sé de muy buena tinta. Fue en mis tierras, en el algarrobal que tengo en el Término Nuevo. ¡Se le heló la sangre en las venas!».
Bautista Sancho se quedó de piedra. Sabía a ciencia cierta qué Ildefonso Reverter no era ningun bocazas. Se le tenía por una persona cuerda, seria y respetable, un padre de familia. Si bien no se le podía considerar un hombre rico, la verdad es que su patrimonio superaba la media del pueblo. «Hará broma», pensó Bautista Sancho. «Esto no son más que cuentos de la lumbre».
«Os estoy diciendo la verdad», insistió Ildefonso: «Fue allí, en la partida del Codonyol». «¿En aquel culo del mundo?», preguntó Ramon Gimeno, a lo que Ildefonso asintió. La noticia corrió como la pólvora. Todo el pueblo iba lleno de comentarios. Todo el mundo quería saber lo que había pasado. A Juan Sanz lo volvieron loco.
Por eso decidió llevar a juicio a Ildefonso Reverter. Le acusó de explicar algo que, al parecer, no era cierto. Otro habría narrado el suceso sin darle más importancia. Juan Sanz no actuó así. Y aquí viene el misterio de esta historia. ¿Qué motivó a Juan Sanz a llevar ante los tribunales a Ildefonso Reverter? No lo sabemos, porque nunca lo dijo.
El juicio
El juicio tuvo lugar en Alcanar el lunes 20 de noviembre de 1843. Fue ante el alcalde de Alcanar, Andreu Rubio, y dio fe Lorenzo Figueres, el secretario. Juan Sanz manifestó al alcalde que, o bien Ildefonso Reverter aportaba pruebas de lo que había dicho, o bien pedía que se retractara.
A continuación declaró Bautista Sancho. Este afirmó que había oído a Ildefonso Reverter, estando en casa de Ramón Gimeno, que se les habían aparecido los demonios a Juan Sanz en un campo de algarrobos. El alcalde, después de escuchar ambas partes y el dictamen de Antoni Sancho, por parte del demandante, y de Francesc Nofre, por parte del demandado, dictó sentencia.
Previno formalmente a Ildefonso Reverter que, a partir de ese momento, guardara silencio sobre los demonios del Montsià y lo condenó a pagar las costas del juicio. Aquí se acabó la leyenda de los demonios del Montsià. Ildefonso Reverter nunca más habló del tema. Tampoco Joan Sanz dijo nada al respecto, y se llevó su secreto a la tumba. El hecho es que no conocemos a ciencia cierta qué pasó ese día en un campo de algarrobos del Montsià.